El éxito de la Primera República Española o cuando el pueblo quiere ser rey
El éxito de la Primera República Española o cuando el pueblo quiere ser rey
Jordi Serrano Blanquer

 

Este artículo, aportado por la Universidad Progresista de Verano de Cataluña , forma parte del monográfico “La Primera República, la utopía de 1873”, elaborado conjuntamente por las revistas Realidad, Debates para el Mañana, Soberanías, Revista la U, Viento Sur, CTXT , Nortes, El Salto, Memoria del futuro y Universidad Progresista de Verano de Cataluña (UPEC). Puedes descargar el dossier en PDF en este enlace .

Podríamos titular este artículo como “Primera República: la hoz y el martillo”. Hay demasiada gente que sólo sabe valorar las cosas en función de si acaban acaparando el poder, se considera así éxito o fracaso sólo en esa dirección. Lo encuentro un error. Porque el éxito del poder normalmente lo logran los más malparidos de un bando. Por ejemplo, el peor energúmeno de los franquistas duró 40 años. ¿Por qué? Pues, porque le importaba un bledo hacer matar a los suyos. Es lo que dejaba atónito al General Vicente Rojo, por ejemplo. Y Elias Canetti en Masa y poder escribía que la máxima sensación de poder es matar a los tuyos y que no se rebelen.

El historiador marxista catalán Josep Fontana, nos legó una gran frase “hay escenarios en los que el pasado nos ilumina” y uno de éste es sin lugar a dudas la Primera República. El sexenio revolucionario (1868-1974) es uno de los períodos de la historia más extraordinarios de España. Y la culminación en la república española una etapa espectacular que demostró que con democracia podía avanzarse espectacularmente en la igualdad, la justicia social y el reconocimiento de las naciones en Iberia. La derecha le ha blasmado porque obviamente habían perdido el control del poder y, claro, antes y ahora, se le considera exclusivamente suyo. Pero lo peor es que la izquierda no le ha reivindicado con el argumento de que era una propuesta pequeña burguesa. Da igual que Engels no lo considerase así y valorara en la justa medida como socialista a Pi i Margall. En nuestro país todavía hay gente que lo cree despreciando la evidencia.

Pero ponemos dos ejemplos del republicanismo federal de esos días. Fue el partido de la hoz y el martillo. El martillo. El republicanismo federal era el partido de los obreros y de los rabassaires. Las Tres Clases de Vapor fue el primer gran sindicato. Que los obreros se presentaran a diputados en Madrid por primera vez en la historia por el Partido Republicano Democrático Federal no se puede negar ni olvidar. Pau Alsina (1830-1901) fue el primer dirigente obrero diputado en Corts por el PRDF de 1869 a 1871 y senador de 1872 a 1874. El PRDF fue también el partido de la hoz. Durante la Primera República se organizó la primera asociación de rabassaires, la Sociedad de Agricultores, integrada en la Federación de Trabajadoras de la Región Española -Sección Española de la Primera Internacional-. El vínculo de los rabassaires con el republicanismo catalán pimargallaiano se debe a la propuesta de ley que impulsó durante su muy breve presidencia de la República Pi i Margall declarando redimible el contrato de la rabassa muerta. Es decir, una reforma agraria importantísima porque afectaba a una parte considerable de los campesinos que eran los que cultivaban el viñedo. El golpe de Pavía impidió el acceso a la propiedad de la tierra de los campesinos catalanes. De la misma forma que la Ley de Contratos de Cultivos de 1934 fue liquidada, primero, por el Tribunal de Garantías Constitucionales de la república infestado por jueces de extrema derecha (a veces la historia parece que se congele) y, después liquidado definitivamente, por el golpe de estado franquista. Hay que tener presente que la institución más odiada por el pueblo de Cataluña era el Instituto Agrícola Catalán de San Isidro (ICSI), creado en 1851 por los latifundistas catalanes. La existencia de ICSI niega toda la historiografía de derechas que afirma que no han existido latifundistas aquí. Un gran lobi que atacó todo lo que pudo la voluntad popular de gobiernos democráticamente escogidos.

Volvemos a la Primera República. De forma imprevista, nos quedamos sin rey. Probablemente el más decente de todos los que hemos tenido. En estos días, necesitamos hacer alguna afirmación de republicanismo, no nos resistimos a transcribir dos citas que nos recuerda Gerardo Pisarello. Hay que tener presente que los males de los borbones vienen de lejos. Ya Charles-Maurice de Talleyrand escribió “Es costumbre real robar, pero los borbones exageran”, escrito antes de 1830. O podríamos recuperar una frase de Tony Benn del ala izquierda del laborismo inglés: “Si estuviera en el dentista y la persona encargada de agujerearme la boca me dijera que en realidad no es odontólogo, pero que no me preocupara porque su padre o abuelo sí lo fueron, sin duda marcharía inmediatamente”.

Pero el republicanismo tiene una larga tradición: Josep Robrenyo, 1780-1838, Antoni de Puig Blanch 1775-1840, Ramón Xaudaró 1802-1837, Abdó Terrades 1812-1856, Narcís Monturiol 1819-1881, Francesc Pi Anselmo Clavé 1824-1874, Isabel Vilà 1843-1896, Narciso Roca Farreras 1834-1891 o Amalia Domingo 1835-1909.

De Abdó Terrades tenemos un magnífico himno republicano por excelencia La Campana que rezaba así:

Ya la campana suena,
el cañón ya retrona…
¡Vamos, vamos, republicanos! ¡Vamos!
¡A la victoria vamos!
Ya ha llegado el día que el pueblo tanto quería.
Huya, tiranos, el pueblo quiere ser rey…
 
 
Hay agoreros que siempre son pesimistas, que cuando miran atrás sólo ven fracasos y entre los más señalados la Primera República. Considero que fue un gran clamoroso éxito no sólo por Cataluña y España sino en el mundo. Fue un momento como la etapa de la revolución del 19 de julio de 1936 y el “No pasarán”. Dos momentos que maravillaron al planeta. 
 
Las propuestas revolucionarias y/o reformistas dependen de cómo se miren. En un país algo revolucionario español es una pequeña reforma, y ​​en España, una pequeña reforma se convierte en una revolución a combatir con caballos o tanques. Ya lo decía el gran escritor y execrable ciudadano Josep Pla: “Es triste que en este país, para remover una pequeña cosa, deba hacerse una revolución cada semana.” 
 
Hay que decir que Pi i Margall probablemente hubiera vuelto a ser presidente de la República si el ejército no hubiera entrado a caballo en Las Cortes. La república española no la volvió el pueblo sino el ejército. De hecho, como siempre. 
 
Pero todos aquellos que consideran la Primera República un fracaso habría que recordarles lo que Josep Fontana escribía en el libro “El fin del antiguo régimen y la industrialización” de la Historia de Cataluña dirigida por Pierre Vilar cuando decía “existían otras visiones alternativas ” y tal vez que había “otros progresos posibles, que no tenían los mismos costes sociales” y que “aunque ninguna victoria del orden establecido contra el futuro es nunca cumplida: cada derrota deja al menos entonces por un nuevo combate ”. 
 
Creo que el simple atrevimiento de pensar que las cosas podían ser de otra forma, de imaginar un mundo mejor, ya es un éxito. Además como decía Jean Jaurès "Restar fiel es transmitir, del fuego de los ancestros, no la ceniza sino la llama, y ​​es yendo hacia el mar que un río es fiel a su fuente." Sólo intentarlo, dedicar energías, criticar la reacción es ya en sí mismo un gran éxito. 
 
Tenían razón los republicanos federales. Los campesinos catalanes hubieran vivido mucho mejor sin la rabassa muerta, los obreros hubieran vivido mucho mejor pudiéndose sindicar y hubieran conseguido vivir en mucho mejores condiciones y Cataluña hubiera tenido un Estado catalán con una Constitución catalana pactada sinalagmáticamente, es decir, con todas las competencias que el pueblo catalán quisiera. Tendríamos también un presidente del Estado catalán escogido por sufragio universal (masculino), probablemente Josep Anselm Clavé o Ildefons Cerdà que fueron presidentes de la Diputación de Barcelona por entonces. ¿No podemos dejar de preguntarnos qué estaríamos discutiendo hoy? ¿Quién ha fracasado? La República, no. La derecha de todos los tiempos de aquellos días y de ahora, que nunca ha aceptado la voluntad expresada por el pueblo catalán y ha preferido un país sucio, enrarecido y pobre, con unos ciudadanos que durante muchos años, demasiados años, se han avergonzado de su nacionalidad y han añorado a aquellos países del “norte allá”.

Uno de los personajes de una obra de Camús nos decía  “pero las victorias de usted serán siempre provisionales, esto es todo.   Siempre, ya lo sé. Pero esto no es una razón para dejar de luchar”.  Pues eso, la república o repúblicas nos esperan. 


Fuente → realitat.cat

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