Cuando Concepción Edo Gil fue detenida y torturada por la
policía tenía 19 años. La misma edad que tenía Julio Pacheco Yepes
cuando le detuvieron y torturaron en la Dirección General de la
Seguridad Pública, en el edificio de la Puerta del Sol que hoy ocupa la
sede de la Comunidad de Madrid, miembros de la Brigada Político Social,
entre ellos José Manuel Villarejo.
Vicent Alminyana era incluso más joven, 18 años y un par de semanas de
edad, cuando fue detenido junto a otros jóvenes de su barrio y torturado
en el Cuartel de la Guardia Civil de Patraix, en Valencia. Xosé Ramón
‘Moncho’ Reboriras, conocido como ‘Moncho’, era algunos años más joven,
había cumplido 25 años cuando fue asesinado por agentes de la policía
franquista en Ferrol.
Los cuatro casos ocurrieron entre 1972 y 1975, y ahora, casi 50 años después, han presentado ellos, o sus familias, querellas por crímenes del franquismo con el apoyo de la Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra crímenes del franquismo (Ceaqua). Son, junto a la querella presentada en noviembre del pasado año por las torturas que sufrió Carlos Vallejo en Via Laietana, las primeras querellas por crímenes franquistas que han llegado a los juzgados tras la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, presentada durante su aprobación como la norma con la que se ponía fin al muro de impunidad de los crímenes del franquismo. Vamos a ver si esto se cumple”, comenta Jacinto Lara, abogado de Ceaqua.
El caso de Concepción Edo Gil
“Me
detuvieron siendo apenas una niña, con 19 años. Era junio de 1973,
días de solidaridad con los trabajadores de Motor Ibérica, la gente
estaba activamente en la calle, hubo muchas detenciones, en mi sumario
éramos diez jóvenes”, recuerda Concepción Edo Gil en la presentación de
las querellas ante los medios de comunicación en la sede de CC OO en
Madrid. “Grupos de trabajadores nos avisaban por donde iba la policía,
me acuerdo que subí las escaleras del edificio de telefónica. recuerdo
como salían las dependientes a la calle, era nuestra calle, me sentía
libre”, añade.
Concepción, como el resto de compañeros detenidos, fue acusada de pertenecer al Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y de repartir propaganda ilegal. La detuvieron en su casa, y entonces comenzó el martirio.
“Me insultaron llamándome ‘zorra’, ‘guarra’, ‘puta’; entre varios policías me llevaron como si fuera una pelota de lado a lado, me pegaron por todos sitios, pero se ensañaron con el vientre porque les pedí que, por favor, no me pegaran ahí”, relata Concepción Edo Gil
“Me insultaron llamándome ‘zorra’, ‘guarra’,
‘puta’; entre varios policías me llevaron como si fuera una pelota de
lado a lado, me pegaron por todos sitios, pero se ensañaron con el
vientre porque les pedí que, por favor, no me pegaran ahí”, relata
Concepción, que tuvo que ser hospitalizada durante 20 días en un
hospital de Donosti, tras ser trasladada a la prisión de Martutene desde
Iruña. Como consecuencia de la tortura que sufrió, le desplazaron la
vejiga y el útero.
Le pusieron una pistola en la
sien para intentar que se declarara partícipe de hechos en los que no
había estado. Y a los golpes y amenazas se sumaron las vejaciones
sexuales. “Me dijeron ‘ahora te vas a desnudar y los pezones nos los
tienes que enseñar, porque te vamos a dar caricias en ellos’”; solo
tener que desnudarme ya fue denigrante”, recuerda.
Su
abogado pidió que la dejaran en libertad provisional por su estado de
salud, pero decidieron trasladarla a la cárcel de mujeres de Yeserías,
en Madrid, hasta que se celebró el juicio en el Tribunal de Orden
Público (TOP) en diciembre de 1974. Salió de la cárcel un mes después,
pero las secuelas de los golpes las ha sufrido hasta ahora.
La querella presentada por Concepción Edo Gil señala a varios agentes de la Policía Nacional de Iruña, entre los que están identificados José Blanco Martín y José Bernardo Barba Martín. “Es importante y necesario que se investiguen las torturas, hay mucha gente que no sabe que por estar en un sindicato te podían detener y torturar”, reclama Concepción.
Julio Pacheco Yepes, 7 días en la DGS de Puerta del Sol torturado por Villarejo
“Me
detuvieron el 24 de agosto de 1975 en el edificio donde vivía en
Lavapiés, en aquel momento tenía 19 años, estudiaba 2º de Biológicas y
militaba en el Partido Comunista y también fui miembro del FRAP”,
recuerda Julio Pacheco Yepes.
La detención de
Yepes tuvo lugar poco después del atentado contra el teniente de la
Guardia Civil Antonio Pose. “Me detuvieron en mi domicilio, me llevaron a
la DGS durante siete días de torturas continuas para que me
autoinculpara como autor del atentado”, explica Yepes.
Durante los primeros días, ni siquiera le hicieron ficha policial. “La policía me decía que estaba en paradero desconocido y que podían hacer lo que quisieran conmigo”, añade Yepes.
Entre los agentes de la Brigada Político Social que participaron en sus torturas, Yepes identifica a José Manuel Villarejo
Entre los agentes de la Brigada Político Social
que participaron en sus torturas, Yepes identifica a José Manuel
Villarejo, a José María González Reglero, a José María González Reglero,
Álvaro Valdemoro y José Luis Montero Muñoz.
Vicent Alminyana
“A mi padre lo detienen
en 1972 junto a otros jóvenes de su barrio, acusados de pertenecer a
las Juventudes Marxistas Leninistas”, explica Ausìas Alminyana, hijo de
Vicent Alminyana, ya fallecido. En su caso, Ausías explica que la
detención derivó de que el padre de una de las jóvenes denunció a su
hija y a todos sus compañeros, todos con edades comprendidas entre los
15 y los 19 años.
La Guardia Civil intentó incriminarse en diversas acciones, manifestaciones y pintadas en torno al 1 de mayo de 1972. Los detuvieron en su cuartel de Patraix, en Valencia, donde fueron torturados. En su declaración ante el juzgado, Vicent declaró haber sufrido presiones psicológicas que le llevaron a firmar una declaración por la que fue condenado a un año de cárcel por el TOP, tras pasar cuatro meses en la cárcel Modelo de Valencia.
“Sé que algo pasó porque sufrió claustrofobia toda la vida”, señala Ausìas Alminyana, hijo de Vicent Alminyana
“Sé que algo pasó porque sufrió claustrofobia toda la vida”, señala su hijo. Entre los agentes de la Guardia Civil querellados por las torturas que sufrió Vicent está identificado el agente Juan Cebrián Oroquieta, que ya ha sido denunciado en dos querellas anteriores también por torturas.
Manuel ‘Moncho’ Reboiras, asesinado
Xosé
Ramón ‘Moncho’ Reboiras murió por tres tiros por la espalda. Por
entonces era conocido como dirigente de Unión do Povo Galego (UPG),
contribuyendo al sindicalismo en el territorio. En 1974 pasó a la
clandestinidad, pero al año siguiente lo encontraron y mataron.
Los hechos que hoy denuncia su hermano, Manuel Reboiras Noia, tuvieron lugar entre el 11 y 12 de agosto de 1975. Entonces Moncho contaba 25 años de edad y se encontraba en Ferrol, en un piso en la calle Concepción Arenal junto a compañeros de militancia. Allí le encuentra la Policía, y él huye por el tejado, pero tres de los “tiros al aire” disparados por la policía le alcanzan por la espalda. Herido de muerte, se refugia en el número 27 de la calle Terra, donde muere desangrado.
Más de 80 querellas archivadas ¿por qué presentar más?
Lara explica que, frente a la situación anterior, que supuso el
archivo de una querella tras otra, a día de hoy se dan tres elementos
que pueden suponer un cambio.
El primero de ellos, según explica el abogado de Ceaqua, es el “conjunto de pronunciamientos constantes y sistemáticos de la ONU en los que censura severamente la política de impunidad del Estado español”.
El tercer elemento es la Ley de Memoria Democrática que entró en vigor en noviembre de 2022. “La reciente Ley de Memoria Democrática incorpora en su artículo 2 lo que es una obviedad: la obligación de interpretar conforme a la legislación internacional de Ley de Amnistía”, explica Daniel Canales, de Amnistía Internacional.
Fuente → elsaltodiario.com
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