83 años para poder enterrar a sus padres
83 años para poder enterrar a sus padres

En Manzanares las autoridades franquistas asesinaron a 288 personas

El tiempo transcurrido ha impedido identificar a muchas víctimas. Este año se exhumarán otros 90 cuerpos

Este 11 de febrero, los familiares de Pedro Gallego Sánchez, Manuel García-Pozuelo Serrano, Antonio Menchén Bartolomé, Juan Bellón Ruiz, Gabriel Núñez Alarcón y Agustín Ramírez Crespo pudieron dar sepultura a sus deudos asesinados hace 83 años en Manzanares (Ciudad Real) y que desde entonces han permanecido en la fosa común a la que fueron arrojados. Este acto de humanidad ha sido posible gracias al trabajo voluntario y generoso de los integrantes de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH).

Antonio Menchén deposita el féretro de su abuelo Antonio Menchén Bartolomé cubierto con una bandera de la República
 

María Núñez, de 85 años, hija de Gabriel Núñez Alarcón, fue la única que pudo recoger los restos de su padre. Tenía dos años cuando lo asesinaron. Los hijos de Antonio Menchén, Manuel, de 96 años, y Antonio, de 92, no pudieron asistir al acto por encontrarse enfermos. Al igual que en la mayoría de los casos, fueron los nietos los encargados de hacerlo. El tiempo transcurrido ha hecho imposible, de momento, identificar los restos de otros exhumados, al carecer de muestras de ADN de familiares directos. Esta exhumación ha sido la primera de las seis fosas comunes que albergan los cuerpos de los 288 vecinos de Manzanares y localidades cercanas que fueron asesinados por las autoridades franquistas en los meses que sucedieron al final de una guerra que ganaron con la ayuda de los nazis alemanes y los fascistas italianos.

En la ceremonia de entrega de los restos mortales intervinieron Julián Nieva, alcalde de Manzanares, y Emilio Silva, en nombre de la ARMH. Los pequeños féretros con los restos fueron entregados a los familiares por los voluntarios que trabajaron en la exhumación de la fosa común. El alcalde afirmó que tenía el compromiso de exhumar las fosas de Manzanares y anunció la puesta en marcha este año de un proyecto para sacar los cuerpos de otros noventa hombres que “fueron cruelmente asesinados por el franquismo.”

Emilio Silva explico cómo el franquismo instaló el terror en las familias de los represaliados con el propósito de borrar la memoria de miles de hombres y mujeres cuyo delito fue el de defender la democracia. Silva inició sus palabras lamentando que esta entrega no estuviese teniendo lugar en un juzgado (institución encargada de custodiar los restos mortales de las personas asesinadas), e hizo notar la necesidad de reivindicar y recuperar la memoria de aquellos que defendieron la democracia:

“Este país no ha hecho el aprendizaje de reivindicar a estas personas, entre las que hay un alcalde, un alcalde de un momento histórico en el que por primera vez fuimos una democracia, por primera vez tuvimos elecciones generales con sufragio universal masculino y femenino, tuvimos partidos progresistas y conservadores en el poder, lo que le pasa a una democracia. Otra cosa es lo que contaron cuarenta años después y todo lo que hemos callado otros cuarenta años de propina. Pero esta gente estaba construyendo una democracia, la primera democracia, la que no se celebra. El 19 de noviembre se van a cumplir 90 años de esas primeras elecciones. Ojalá que el Estado festejara ese día y festejara que las mujeres conquistaran el derecho al sufragio y pudieran ir a una urna y elegir quién les gobernara”.

Ochenta y tres años para andar este camino. Ese tiempo han tenido que esperar para poder enterrar a su familiares.
 

El silencio habla

Silva contó lo emocionante que fueron para él las excavaciones: “por las tardes había un parlamento de familiares que se sentaban en unas sillas y se contaban sus historias. Estaban acabando con décadas de silencios familiares, sociales, políticos y culturales”. “Para mí”, explicó “ese parlamento representaba perfectamente la voz de esa memoria que ha tenido que romper puertas y ventanas, que ha tenido que aprender a levantar la voz”. Para Silva, las conversaciones de los familiares o el propio acto de entrega de los restos de los asesinados son una forma de subir el volumen y que “este país escuche lo que le ha ocurrido”. También explicó que hay miles de personas que han muerto en silencio esperando a que un Estado democrático “girase la cabeza y les dijera que existían y que sabía que tenía una deuda con ellos”. “A mí me gusta darle las gracias a toda esa gente”, continuó, “porque gente como mi abuelo, imaginó que algún día yo podría hablar con toda la libertad del mundo, que es lo que hago ahora mismo”.

Ochenta y tres años después, los restos de los republicanos asesinados fueron trasladados al columbario creado para ellos en el cementerio de Manzanares. Lamentablemente no quedó ningún cartel que así lo indique, más allá de las coronas tricolores que dejaron sus familiares.

Vídeo completo del acto:

 


Fuente → mundoobrero.es

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