Jerónimo Carballera Azagra, sindicalista de UGT, criminales fascistas le Aasesinaron en Burgos en 1936

Jerónimo Carballera Azagra, sindicalista de UGT, criminales fascistas le Aasesinaron en Burgos en 1936

Jerónimo Carballera Azagra nació en Burgos en 1890, se casó con Juliana Hontoria y tuvieron 7 hijos. Era panadero, y durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera se fue acercando a las ideas Republicanas. Desde 1918 y hasta 1924 fue secretario provincial de la UGT. Fue delegado por la Federación Obrera de Burgos en el XIV congreso Nacional de la UGT en 1920. En 1921 era presidente de la Federación de Sociedades Obreras de la UGT. Fue candidato a concejal en las elecciones municipales de 1922. En 1924 fue elegido para presidir la agrupación local del PSOE de Burgos hasta 1932.

En el XV Congreso de 1922 representó a los dependientes de comercio, albañiles, camareros, tahoneros, trabajadores de madera, panaderos, peones y obreros de la piel de Burgos. Fue delegado de los albañiles de Burgos en el III Congreso de la Federación Nacional de la Edificación celebrado en Madrid en 1925. Presidió el V Congreso de la Federación de Sociedades Obreras de la UGT reunido en Burgos en noviembre de 1928, en el que fue delegado por la Sociedad de Dependientes de Comercio y en el que fue elegido secretario-contador de la Casa del Pueblo. En 1929 fue elegido contador de la Mutualidad Obrera de Burgos y en abril de 1930 representó a la Sociedad de Panaderos de la UGT de dicha localidad en los actos de homenaje a Pablo Iglesias celebrados en Madrid.

Era una época convulsa en la que se trabajaba por avanzar en derechos laborales y sociales. Con una familia tan numerosa había que ganar dinero. Jerónimo aprobó las oposiciones a inspector de trabajo en Burgos, y dejó la política entre 1932 y 1933. Cuando empezó la guerra estaba en funciones de delegado de Trabajo de la provincia. “Llevaba unos 15 días en el puesto”, cuenta su nieto Antonio Carballera. “Lo que se percibe en las noticias y discursos es que mi abuelo luchaba por conseguir unos derechos que tenemos hoy en día, derechos que, hay que repetir, han costado mucha sangre”.

El 13 de agosto de 1936, Jerónimo estaba en su casa de la calle Julia Alegría en el barrio burgalés de El Crucero. A las 5 de la tarde aparecieron unos legionarios albiñanistas con camisas azul celeste, socios de los carlistas de la comunión tradicionalista. Cogieron a Jerónimo y se lo llevaron. Sigue el relato de Antonio: “Estaban presentes sus 7 hijos menores de edad y mi abuela. Mi padre tenía 5 años. Todos lloraban, preguntaban qué pasaba. Debió ser dantesco. Después hemos tenido ocasión de saber cómo fue, cómo lo bajaron a culatazos por El Crucero hasta la calle Santa Clara”.

Jerónimo fue conducido al cuartel de Falange, que se hallaba en La Merced, donde fue salvajemente torturado para posteriormente, ese mismo día, ser conducido afueras de la ciudad, al entorno de la Cartuja, en el que fue fusilado y sepultado, previsiblemente junto a otros desdichados, en una fosa común cerca del antiguo camino de Cortes en el claro de un pequeño bosquecillo.

A su familia se les acabó el mundo aquel día. Fue de tal impacto lo que vivieron que toda su vida han mantenido la idea de que “había que recuperar la memoria y la dignidad de mi abuelo, que murió por defender unos derechos sociales que costaron vidas y familias”. A lo largo de estos años no ha sido fácil reivindicar su figura. “Hemos tenido una dictadura y en la transición tampoco fue posible. Hemos tenido fluctuaciones políticas y hoy en día, incluso, es difícil compaginar las ideas de reconciliación y superación. Mis tías siempre han estado muy metidas en movimientos por la Memoria Histórica. Cuando se hicieron demasiado mayores, decidí recoger el testigo”.

Antonio Carballera espera hallar la fosa común de la Cartuja de Miraflores en la que hay evidencias que están los restos de su abuelo, hubo testigos. Se puso en contacto con la Asociación Aranzadi, y espera que los trabajos den sus frutos y aparezcan los restos de los asesinados hace 85 años e inhumados en estos terrenos. “Sabemos que está aquí porque los días después de que se lo llevaran, la gente del barrio le decía a mi abuela y tías que se lo habían llevado a La Merced y luego a la Cartuja. Con el consejo de los profesionales llegas a la conclusión de que la fosa está”.

El lugar donde se ha iniciado la excavación se encuentra a tan solo 200 metros de el monte Costaján, paraje en el que ya se exhumaron 84 cuerpos en 2003.


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