El Rey quiere más gasto militar
Antoni Puig Solé
El Rey, en la Pascua Militar, solicitó más presupuesto para los ejércitos, sumándose a una decisión esgrimida por los gobiernos de los países de la OTAN que se preparan para la guerra a espaldas de la población.
El centro de este militarismo global son los EEUU. Sus agresiones diplomáticas y militares puntuales y la expansión de la OTAN forman parte de su preparativo para dar paso a un conflicto mayor, que en sus documentos se denomina como «conflicto de grandes potencias». Estas grandes potencias son Rusia y China.
Los costos de esta opción general por la guerra se trasladan a la población. Los precios de la energía se han disparado como resultado de la ofensiva de la OTAN contra Rusia y la tasa de inflación alcanza los niveles más altos de las últimas décadas. En nuestro caso, las llamadas “mejoras sociales” de las que se jacta el gobierno español no pueden ocultar el carácter belicista del presupuesto del Estado que se ha aprobados, sino que lo subrayan.
Con su opción militarista, los EEUU buscan compensar su relativo declive económico doblegando a sus rivales. De hecho, esta ya fue la razón de las recientes guerras instigadas por los EEUU, incluida la invasión y el bombardeo de Irak, Somalia, Serbia, Afganistán, Libia y Siria. Esta historia de guerras ilegales hoy ya no se menciona en los medios oficiales que ponen el foco sobre los países que ahora presentan como los nuevos centros de la maldad y etiquetan de enemigos. Lo particular es que ahora, los principales enemigos que explícitamente se nombra son, sin disimulo, Rusia y China. Esto significa que la guerra nuclear no sólo es posible, sino que el riesgo de que estalle cada vez es mayor.
Todas las guerras en las que los EEUU participaron después de la Segundo Guerra Mundial, terminaron en derrotas tácticas para ellos, con lo que se socavó su hegemonía global. Sus fracasos han aumentado los temores de EEUU de un desafío de otras potencias importantes como Rusia y China, que disponen de codiciados recursos naturales y tecnológicos y se extienden por países estratégicamente vitales para los EEUU y sus aliados.
Viendo los precedentes, los EEUU no desean librar solos y por su cuenta y riesgo las guerras por las que se preparan y buscan la implicación de sus aliados. Esto tendría para ellos la ventaja de que una futura Tercera Guerra Mundial podría librarse exclusivamente en territorio europeo, quedando el territorio norteamericano fuera del alcance, lo cual, a los grandes capitalistas norteamericanos les encantaría. Piensan que si la guerra la ganan ellos, EEUU será el gran beneficiario y reforzará su hegemonía mundial. Además, confían en que la historia americana de impunidad para librar guerras en el extranjero y el gran presupuesto americano para actividades militares harán que la guerra sea para ellos incluso divertida. Se basan en lo que ha pasado en las anteriores guerras mundiales.
Pero, ¿cómo es que los políticos europeos -especialmente de los países devastados por la guerra en el pasado- tienen tantas ganas de animar una nueva guerra? La explicación es que estos «políticos» piensan que nadie les podrá pedir ninguna responsabilidad por sus actos en este tema. Esto, también lo piensa el Rey. De hecho, nadie les ha pedido responsabilidades para sus apoyos a los bombardeos de Yugoslavia, Irak o Libia.
En relación con la confrontación entre EEUU y Rusia, el Rey y los políticos del régimen del 78 actúan como defensores de las posiciones del gobierno norteamericano y para justificarse el Rey dice a sus “súbditos”, en medio de los aplausos de los militares, que hay que defenderse, cuando, de hecho, nada de lo que esgrime como justificación de esta defensa afecta realmente a los intereses de “los súbditos”. Pero sabe que al menos recibirá buena cobertura mediática y reforzará los avales españoles e internacionales necesarios para mantenerse en el poder. Y hay que reconocer que al menos en esto, razón no le falta.
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