Ejemplo de mujer en la Córdoba republicana
Antonia Fernández Serván. Ejemplo de mujer en la Córdoba republicana 
Manuel Almisas Albéndiz

Una imagen vale más que mil palabras. Y la que ilustra este artículo es un perfecto ejemplo. ¿Quién no puede sentir alegría, emoción y orgullo al ver a esa mujer, rodeada de hombres -muchos de ellos doblándoles la edad-, con su mirada altiva, su puño levantado y su presencia imponente? Acababa de ser nombrada en marzo de 1936 concejala del Ayuntamiento de Córdoba –hecho inéditoy 6ª teniente de alcalde –aún más. La prensa reseñó algunas de sus palabras en la toma de posesión y dijo estar dispuesta a dar todo cuanto era y valía para defender los intereses de las clases proletarias, despidiéndose con esta frase: Vosotros desde la calle y yo desde este puesto, lucharemos para vencer. La República del Frente Popular estaba dispuesta a no dejar gobernar nuevamente a la derecha radical de Lerroux y a la CEDA de Gil-Robles, y eso solo podría hacerse con la participación de las mujeres. Por si a alguien le emociona, esto es una pincelada de su historia.

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El 30 de enero de 1933 Adolf Hitler se convertía en el canciller de Alemania; en febrero tuvo lugar el incendio del Reichstag y la persecución de los comunistas, con la detención el 3 de marzo de Ernst Thälmann -su presidente-; en octubre de 1933 Alemania abandonó la Conferencia de Desarme y la Sociedad de Naciones, comenzando un rearme progresivo que indignó a Europa; en junio de 1934 tuvo lugar la conocida como «Noche de los cuchillos largos» con cientos de asesinatos políticos y más de mil detenciones de opositores al régimen nazi… El clima de guerra y el ascenso del nazismo y el fascismo era la tónica dominante en el panorama internacional, que muy pronto, el 21 de julio de 1934, se manifestaría en el intento de golpe del partido nazi en Austria con el asesinato del canciller Dollfuss.

En este terrible contexto es cuando el 15 de julio de 1934 comenzó en Madrid el primer Congreso del colectivo «Mujeres contra la Guerra y el Fascismo», donde se reunieron sesenta delegadas de Madrid y provincias, pertenecientes a todas las tendencias políticas (republicanas, socialistas, comunistas, etc.). Entre las intervinientes, la prensa destacó a la comunista Irene de Falcón y a la socialista Consuelo Álvarez (Violeta). Unas semanas después, los días 4, 5 y 6 de agosto se celebró en París el Congreso Internacional de Mujeres contra la guerra y el fascismo, al que acudieron como delegadas Irene de Falcón, Encarnación Fuyola y Dolores Ibárruri (Pasionaria), las tres comunistas. Para el Comité Mundial que se eligió en el Congreso se designaron a la republicana Victoria Kent, a Dolores Bargalló de Esquerra Republicana, a la diputada socialista Veneranda Manzano, y además a Pasionaria y a Fuyola.

Este fue el momento en el que el Partido Comunista comenzó la urgente campaña de organización de las mujeres antifascistas, y Córdoba, uno de los «feudos» comunistas en Andalucía desde su fundación en 1921, y la provincia donde obtuvo más votos en las elecciones generales de noviembre de 1933, no podía ser una excepción.

Y entonces apareció en la Historia con mayúsculas Antonia Fernández Serván, de 29 años de edad, casada con Aurelio Serván, peón manguero del servicio de limpieza del ayuntamiento de Córdoba, y ambos afiliados y dirigentes del PCE.

En el diario cordobés El Sur del 11 de septiembre de 1934, aparecía en primera plana, con el sobretítulo «La lucha contra el fascismo», el manifiesto: «A las mujeres trabajadoras, en general, de Córdoba y su provincia», que comenzaba:

Salud.

Habiéndose constituido en esta ciudad la Comisión Provisional femenina de «Lucha contra la guerra y el fascismo», invitamos por medio de esta nota y otras sucesivas, a todas las compañeras que militen en organizaciones políticas de izquierda, socialistas, comunistas y apolíticas, libertarias y sin partido, republicanas de izquierda…

Este llamamiento a constituir comités contra la guerra y el fascismo en todas las barriadas, pueblos y fábricas de Córdoba iba firmado por Antonia Fernández y Josefa García, y se indicaba que los contactos de adhesión fueran enviados a Isabel Moreno Jiménez en la calle Feria n.º 3.

A las dos semanas volvía a aparecer en la misma prensa un comunicado dirigido «A todas las mujeres antifascistas de Córdoba y su provincia», anunciando que un grupo de mujeres antifascistas de Córdoba, «acuciadas por la situación presente», habían constituido ya «un Comité femenino de iniciativa antifascista y antibélica», formando una Comisión Provisional cuyo objetivo inmediato era la celebración de una «gran asamblea pública de mujeres» que daría comienzo a la acción del colectivo. Firmaban por la Comisión Provisional Francisca Castro, Antonia Fernández y Josefa García. Las adhesiones debían enviarse a la Casa del Pueblo o al Sindicato de Dependientes. He aquí un párrafo del comunicado:

Que el ejemplo de los crímenes que el fascismo está cometiendo en aquellos países, tales como Italia, Alemania, Austria y otros, donde ha logrado, aunque transitoriamente, clavar su pezuña de bestia, sea para nosotras como un aviso de lo que pudiera ser España, si no sabemos unificar nuestro esfuerzo para luchar a tiempo contra todas las fuerzas de la reacción más negra, que tratan de implantar en nuestro país ese régimen de oprobio.

Mujeres contra la Guerra y el Fascismo se tuvo que disolver en octubre de ese año después de la represión de la Revolución de Asturias, cuando se había convertido en un referente en el auxilio de los huérfanos de los obreros masacrados, llegando a acoger en Madrid a cientos de niñas y niños asturianos, muchos de ellos en adopción. Hasta la campaña de las elecciones generales de febrero de 1936 no volvieron a organizarse actos del colectivo femenino antifascista, y de nuevo Antonia Fernández Serván estuvo al frente de las mujeres antifascistas de Córdoba, esta vez como Presidenta.

El 8 de marzo de 1936

En las elecciones generales del 16 de febrero de 1936 ganó el Frente Popular. Y especialmente en Córdoba donde la coalición de izquierda consiguió 10 diputados, dos de ellos del PCE. Pero eso no significó que la situación política cambiara de un día para otro, ni los ayuntamientos, ni los gobernadores civiles, y mucho menos las Cortes, que no se abrieron hasta el lunes 16 de marzo. Máxime cuando un estado de alarma decretado por el nuevo Gobierno de Azaña instauraba la censura previa en la prensa e impedía manifestaciones, entre otras medidas represivas.

El Comité Internacional de «Mujeres contra la Guerra y el Fascismo» acordó celebrar ese 8 de marzo, «Día de Homenaje de la Mujer», dándole un contenido de protesta y lucha contra la guerra y el fascismo, peligro que crecía sin cesar con la ocupación del ejercito nazi de Renania y la movilización del ejército francés. Así sucedió en Madrid con un mitin multitudinario en la plaza de toros Monumental de las Ventas donde intervinieron Catalina Salmerón -republicana-, Julia Álvarez -diputada socialista- y Dolores Ibárruri -diputada comunista-. Y así también las mujeres antifascistas de Córdoba decidieron celebrar por vez primera ese fecha, tan simbólica hoy día.

Según informaba la prensa cordobesa del 8 de marzo de 1936, el nuevo Gobernador civil había recibido la visita de Antonia Fernández Serván, «presidenta de la Asociación de Mujeres Antifascistas de Córdoba» (en otro diario se decía «Unión de Mujeres Antifascistas», pero ambas formas era la abreviada y común de decir «Mujeres contra la Guerra y el fascismo») para solicitar que autorizara una «manifestación pacífica» de las mujeres antifascistas de la ciudad, a lo que el gobernador se negó alegando la «difícil situación política» del país. En ninguna otra ciudad se autorizaron manifestaciones de mujeres para ese día, y las que se intentaron hacer, fueron disueltas por los guardias de asalto. El miércoles 11 de marzo, el mismo grupo de mujeres antifascistas volvieron a visitar al gobernador civil para pedir una nueva manifestación prevista para el domingo 16, ya que se había levantado el Estado de Alarma, pero no se publicó la respuesta, ni tampoco ninguna reseña de la misma.

Antonia Fernández Serván, concejala comunista y antifascista de Córdoba

Fue el 23 de marzo de 1936 cuando se constituyó en Córdoba la Gestora Municipal que debía gobernar el ayuntamiento de la ciudad hasta las anunciadas elecciones municipales. Fue nombrada por el gobernador civil a instancias del Comité del Frente Popular, y entre los cinco concejales adjudicados al PCE se encontraba Antonia Fernández Serván, que según destacaba la prensa, era la primera mujer que ocupaba el puesto de concejal en el Ayuntamiento de Córdoba, y la primera de una capital de provincia de Andalucía.

Su intervención en el acto de toma de posesión de su cargo fue reproducido en todos los medios cordobeses:

Al levantarse para hacer uso de la palabra fue saludada por el público presente con los puños en alto y con vítores al comunismo.

Comenzó saludando a los republicanos y a sus compañeros socialistas y comunistas en nombre de la representación femenina del Partido Comunista y de las mujeres antifascistas.

Hace una advertencia a los demás partidos por la falta de estima que tienen a las mujeres, las cuales desempeñan un papel decisivo en los partidos y a ellas se les debe el triunfo arrollador conseguido en las urnas.

Se lamenta de ser la única representación femenina del Ayuntamiento…

Saluda a todas las mujeres socialistas, comunistas y republicanas, y dijo que está dispuesta a dar todo cuanto era y valía para defender los intereses de las clases proletarias.

Vosotros desde la calle y yo desde este puesto -dijo-, lucharemos para vencer porque es nuestra consigna.

Esta intervención, según la prensa de todos los matices, «fue muy aplaudida».

Acto seguido se eligieron a los 9 tenientes de alcalde, y en el n.º 6 se encontraba «Antonia Fernández Serván, comunista». Era algo realmente histórico en la ciudad y en Andalucía.

En la sesiones municipales siguientes será elegida para formar parte de las Comisiones de Beneficencia (su presidenta) y de Abastos, y en la prensa se comentará sus diversas y frecuentes intervenciones y nombramientos, pero su andadura como concejala estaba llegando a su fin.

El 29 de abril de 1936 comenzó una huelga general en Córdoba para exigir a la empresa Electro-Mecánica que readmitiese a cerca de sesenta obreros que habían despedido años atrás en el periodo del «bienio negro». Y el Diario de Córdoba del 2 de mayo de 1936 informaba:

La concejala comunista doña Antonia Fernández Serván, al frente de un grupo de mujeres, recorrió varios talleres de modistas y casas particulares, para invitar a las obreras y a las criadas a sumarse a la huelga.

La señora Serván y sus acompañantes fueron detenidas, ingresando en la cárcel de Córdoba.

El gobernador, cumpliendo órdenes de la Superioridad, la destituyó del cargo de gestora-concejal del Municipio.

Así fue. En el siguiente pleno del Ayuntamiento del 11 de mayo se daba lectura a un oficio del Gobernador civil notificando su cese como vocal de la Comisión Gestora municipal. El concejal y 2º teniente de alcalde, el comunista Caballero Martínez, manifestó que «en su decidido propósito de que no se rompa el Frente Popular, sacrificaban a su compañera». Pero como afirmaba que las mujeres no cometieron coacción alguna, pedía una Comisión para visitar al Gobernador y pedirle que repusieran a Antonia en su cargo. Otros concejales le apoyaron y la propuesta resultó aprobada. Pero el gobernador no accedió a la petición. Antonia estuvo presa durante diez días, saliendo en libertad sin cargos.

El Comité del Frente Popular procedió a nombrar un concejal que la sustituyera, y la elección recayó en el también comunista Aurelio Serván Mojonero, su marido, que tomó posesión de su acta de concejal el 3 de junio de 1936.

Antonia salió de la cárcel y siguió siendo Secretaria Femenina del PCE de Córdoba y presidenta de las mujeres antifascistas cordobesas, pero ya no existen más referencias suyas en la prensa.

Golpe de estado franquista, Guerra y Exilio

En Córdoba, la activa labor golpista del teniente coronel Quero Goldoni y del comandante militar de la plaza, coronel de artillería Cascajo Ruíz, unida a la labor pasiva y mojigata del gobernador civil Rodríguez de León, hicieron posible que el golpe de estado se produjese de forma casi fulminante. Según relatan los periodistas Marcelino Durán de Velilla y Manuel García Prieto en su libro apologeta del fascismo «18 de julio: Episodios del glorioso Movimiento Nacional en Córdoba», en la mañana del 18 de julio de 1936, cuando las noticias del inminente golpe eran aún confusas por el corte de las comunicaciones telegráficas y telefónicas decretadas esa noche por el Gobierno de Casares Quiroga, pero muy inquietantes, el Partido Comunista y las Juventudes Socialistas Unificadas se reunieron en asamblea en el Salón Capitular del Ayuntamiento. Además de los cinco concejales comunistas, entre ellos Aurelio Serván, los periodistas vieron pasar por las galerías para asistir a la reunión, entre otros militantes, a «la exconcejala Antonia Fernández Serván».

La tarde del 18 de julio, ya con el golpe en marcha y leído el bando de guerra por el coronel Cascajo en nombre de Queipo de Llano, el alcalde socialista de Córdoba, Sánchez Badajoz, se atrincheró en el Ayuntamiento con muchos concejales, algunos civiles y miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas dispuestos a la resistencia. Sin embargo, el pánico se apoderó de los leales a la República, y antes de llegar a entrar en combate con las fuerzas sublevadas que se acercaban por las Tendillas después de haber rendido el Gobierno Civil, el Ayuntamiento fue evacuado, saliendo la mayoría de personas, alcalde incluido, por la puerta trasera que daba al parque de bomberos. ¿Estaban Antonia y Aurelio entre los que se encerraron en el Ayuntamiento y después pudieron escapar? Es muy probable, y lo que sí se sabe es que se marcharon hacia la pedanía de Cerro Muriano, al norte del término municipal, y de ahí a las poblaciones leales a la República de la sierra de Córdoba. Aurelio Serván se incorporó al Ejército republicano, luchando en las milicias andaluzas a las órdenes del General Miaja, y desde el principio en el arma de Caballería. Por su puesto relevante en el PCE de Córdoba, Aurelio fue el comisario o delegado político de las distintas unidades donde combatió.

¿Y Antonia? ¿Qué hizo? El matrimonio no tuvo descendencia, así que, teniendo en cuenta la gran responsabilidad política que ambos ostentaban, lo más probable es que Antonia también se integrara en las milicias antifascistas que lucharon en los pueblos de la sierra norte y en los alrededores de Montoro en el vano intento de liberar Córdoba. Cientos de mujeres cordobesas así lo hicieron. Esta hipótesis se sustenta en la noticia gráfica del diario madrileño Ahora del 24 de septiembre de 1936 con la fotografía de gran tamaño de una miliciana a caballo y el siguiente lema: «Una miliciana cordobesa de la columna de Caballería que ha sido citada por su arrojo en las últimas acciones». No daba el nombre de la valerosa miliciana, como ocurría en casi todos los casos. ¿Podía ser Antonia?

Nada se conoce de la vida de Antonia Fernández Serván durante la guerra hasta que en 1939 cruzó la frontera y se exilió con su marido Aurelio en Francia. Posteriormente, embarcarán en el vapor «La Salle» rumbo a la República Dominicana donde llegaron en febrero de 1940. A finales de 1941 el matrimonio llegaba a la etapa final de su exilio: La Habana (Cuba). Antonia tenía 36 años y decía ser «profesora de corte».

Desde ese momento se involucrará en las actividades de la colonia de exiliados republicanos en Cuba, siendo vocal de la Unión de Mujeres Antifascistas Españolas en la isla desde 1948. Es llamativo que en la firma de un comunicado de los republicanos españoles pidiendo al presidente interino de la República en el exilio, Diego Martínez Barrios, la constitución de un «Gobierno antifranquista de unidad», ella firmara como «Antonia Fernández, concejal». Esa sería su tarjeta de visita y del cargo del que sentiría más orgullosa.

Su último acto conocido fue el reconocimiento que se le hizo al nombrarla «Héroe de la Paz» por haber recogido más de 1.000 firmas de adhesión al «Congreso Español de la Paz» que se iba a celebrar en México los días 2-5 de noviembre de 1951, teniendo como telón de fondo la Guerra de Corea.

Antonia y Aurelio vivieron en Cuba hasta que en 1975 regresaron a España tras la muerte del dictador. Y nunca más se supo de ellos. Como en tantos casos, el olvido cayó como una pesada y misógina losa sobre la figura de Antonia Fernández Serván, destacada mujer antifascista que, al menos en su ciudad de Córdoba y en su tierra andaluza, debería tener un merecido reconocimiento.

IMAGEN: A la izquierda, primera plana de La Voz (diario republicano de Córdoba) del 25 de marzo de 1936: «Constitución del Ayuntamiento con los nuevos gestores». A la derecha, noticia gráfica de Ahora (Madrid) del 24 de septiembre de 1936 que titulaba «Jinetes de Andalucía al servicio de la República» y debajo de la fotografía: «Una miliciana cordobesa de la columna de Caballería que ha sido citada por su arrojo en las últimas acciones».

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Un texto más extenso del mismo autor y con bibliografía puede leerse en: hablomujeres.blogspot.com

NOTAS:

El Sol del 17 de julio de 1934.

Heraldo de Madrid, de 15 de agosto de 1934.

Francisca Castro Flores, obrera metalúrgica que ingresó en el PCE en septiembre de 1934. Organizó el radio comunista de Villanueva de Córdoba. Se casó con el también obrero metalúrgico Bautista Garcés (Garcet), que será diputado comunista en febrero de 1936 y fusilado en Córdoba el 29 de julio de 1936. En la sierra de Córdoba se formó el Batallón miliciano «Bautista Garcet» en su honor.

El Sur (Córdoba) del 25 de septiembre de 1934.

Guión (Córdoba) del 12 de marzo de 1936.

Diario de Córdoba, de 12 de mayo de 1936.

Imprenta Provincial, Córdoba-1939. Disponible en: biblioteca.cordoba.es (80 páginas).

Puede consultarse el excelente texto: «Las Pasionarias de Córdoba. Mujer y represión franquista (1936-1945)», de Carmen C. Jiménez Aguilera, Comunicación presentada al I Congreso de Víctimas del Franquismo-20-22 abril de 2012. Disponible en: congresovictimasfranquismo.org


Fuente → kaosenlared.net 

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