Sumar y Yolanda Díaz: un nuevo carmenismo 
Sumar y Yolanda Díaz: un nuevo carmenismo
Rodrigo Lombo

 

Tras la dimisión de Pablo Iglesias como vicepresidente del gobierno español y de su retirada de la política partidista e institucional, se dejaba un hueco de liderazgo a la izquierda del PSOE, personalizado en el profesor de Ciencias Políticas y comunicador desde 2014.

Como ya venía siendo la tónica plebiscitaria en este espacio liderado por Podemos dentro de la coalición electoral de Unidas Podemos, Iglesias señaló a Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, como su sucesora. No hubo debate ni consultas a la militancia, solo los designios del líder.

Sin embargo, durante las últimas semanas han aparecido las desavenencias entre el liderazgo de Podemos y Yolanda Díaz, a propósito de los ataques de la derecha sobre la Ley del Sí es Sí.

Parece que, como en Andalucía, Izquierda Unida (IU), los Comunes y la izquierda fuera de Unidas Podemos —Más País y Compromís— se alinean una vez más tras la ex militante de IU.

Una vez más el conflicto entre personalidades/organizaciones políticas dentro de la izquierda es una nueva lucha de poder.

Las diferencias programáticas no aparecen en ninguna declaración. No se cuestiona ser una fuerza subalterna al socioliberalismo del PSOE, ni hay desacuerdos en cuestiones económicas, sociales o ambientales.

De hecho, las propuestas de Sumar están ausentes, más allá de hacer un “nuevo proyecto de país”. ¿Qué significa eso? ¿El proyecto para quién es, para los de arriba o los de abajo? ¿De qué van las llamadas a que la patronal sea “patriótica” y que piense en su pueblo?

Asesores

No hay nada de proceso constituyente, jubilación a los 60 años, prohibir los despidos en las empresas con beneficios o nacionalización de los sectores estratégicos de la economía. Yolanda Díaz se parece más a Manuela Carmena en 2019 que a Pablo Iglesias en 2014.

Todo ello acompañado de la falta de participación real, teniendo Sumar un grupo de expertos y asesores sin vinculación con las luchas y movimientos sociales. La gente corriente no aparece en este grupo promotor, ni trabajadores manuales ni trabajadores de otros ámbitos que no tengan varios títulos universitarios.

Aunque la crisis climática se acentúa y la desigualdad aumenta tras la pandemia y la guerra de Ucrania, la izquierda parece que quiere ser más sistémica que la derecha. Porque la extrema derecha parece entender que en los tiempos de zozobra en todos los ámbitos no se llega a la gente a través de llamamientos a confiar en el orden existente.

Y desgraciadamente no existe esa izquierda radical con implantación que no solo sea irreverente como es la extrema derecha, sino que de verdad sea alternativa al sistema.

Por eso la tesitura de las elecciones municipales y generales de 2023 debe ser votar a la opción de izquierdas con más posibilidades de obtener representación —ya que no despreciamos las reformas positivas que se han hecho a favor de la clase trabajadora o en el ámbito de la igualdad entre hombres y mujeres— y dado que el voto es una lucha táctica, no estratégica en la construcción de otro mundo posible, seguiremos en la construcción de una izquierda que no busque reformar el sistema sino que plantee una alternativa al mismo.


Fuente → marx21.net 

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