Libertad, igualdad, fraternidad
Libertad, igualdad, fraternidad Antonio Seoane
Antonio Seoane

El liberalismo fue el programa político con que la pujante burguesía urbana intentó seducir a las demás clases sociales populares para el derribo del viejo régimen, que impedía el desarrollo del capitalismo

A medida que envejezco, mis ganas de provocar, incordiar e, incluso, molestar abiertamente van en franco aumento. Será, quizás, que la realidad se ha encauzado por rieras indeseadas y preveo, no es difícil, que todo esto que constituye nuestro objeto de interés, acabará arrastrado y destruido en el mar o por el mar. Cuanto más se aleja de mis deseos, más me resisto y más me radicalizo. Más reestudio el pasado y reviso el presente en busca de los precisos agarres para continuar ascendiendo, aunque sea lentamente, o al menos no despeñarme al vacío.

Uno de los mayores errores de mi y anteriores generaciones, sin duda, ha sido el abandono del liberalismo. Permitir su usurpación, manipulación y prostitución por las derechas económicas y políticas que han transformado, deformado y reducido la libertad. Convertirla en libertad formal. Olvidando que nada hay más informal que la libertad. Construyen así la “libertad retórica”, que no permite a nadie saber bien qué pueda ser.Imagino, que la suya propia frente a la de todos.O sea, la libertad de empresa y solo cuando a ellos les conviene.

Porque cada burgués busca el monopolio, la subvención y el privilegio, pero invoca la libertad [de mercado] cuando otros se sitúan mejor. El resultado lo tienen delante de sus narices. El esperpento de la innombrable vinculando la libertad con el bocadillo de calamares, la libertad tabernaria... Siempre, naturalmente, que consumas en la calle de Ponzano y en los bares de sus pijos amigos.

Pero eso es solo la apariencia. En realidad, su libertad es la de enriquecer a los ricos a costa de los pobres. Como Robin Hood, pero al revés. La Sanidad Privada a expensas de la Pública. La Enseñanza Privada y Concertada a expensas de la Pública. La Administración de Justicia a expensas del vacío y la impotencia. De hacer imposible el ejercicio de los derechos ciudadanos frente a tanta tropelía.

Asegurar su propia impunidad. Y, sobre todo, la potenciación de las manos muertas tradicionales y modernas (especuladores, cajas B y “contabilidades extracontables”, hermanos, primos, amigos…) Etc. Nada más antiliberal. Nada más ajeno a la cultura de la competencia, la imaginación y el esfuerzo del primer liberalismo. Y si ese es el destino de la libertad, de la igualdad y la fraternidad…ni les cuento. Se han esfumado del “liberalismo”. Huyen de ellas bufando como los gatos.

Dar la espalda al liberalismo, ha sido dejar el campo libre para que lo ocuparan curas, barberos y sobrinas. Para que hoy sea irreconocible en las sucias bocas de peperos, ciudadaneros y otras gentes de mal vivir. Gentes que ocultan bajo cualquier techumbre su vacío de ideas. Que cambian de etiqueta tan rápido que no llegan a saber a qué corresponde cada una de ellas. Que no se atreven a reconocerlo, pero en sus tripas solo hay intereses crematísticos. El liberalismo como coartada.

En realidad, el estudio y el paso del tiempo van poniendo de manifiesto que el liberalismo no es como nos lo contaron unos y otros. Que el padre del liberalismo económico, Adam Smith, tiene muchas aristas, es más complejo y deja con el trasero al aire a muchos de sus autoproclamados discípulos. Sabían Uds, por ejemplo, que formuló la teoría de la plusvalía, fundamento del autoproclamado socialismo científico, antes que Carlos Marx. O si lo prefieren, que este no pasó de ser un “copiota” de Adam Smith, en lo fundamental. Lo malo de los discípulos es que hacen propias las ideas del maestro hasta el extremo de que, lo que no les conviene directamente, lo mutilan. En muchos casos, plagiadores sin notas a pie de página. Ahí tienen a Adam Smith, pero también a Carlos Marx mutilado en “Pour lire le Capital” por Louis Althusser, que se permitió ignorar y esconder las afirmaciones que contradecían su visión dogmática personal de la obra del maestro.

El liberalismo fue el programa político con que la pujante burguesía urbana intentó seducir a las demás clases sociales populares para el derribo del viejo régimen, que impedía el desarrollo del capitalismo. La Monarquía, el Feudalismo y la Iglesia. El programa, en realidad, excedía de la visión burguesa del futuro, conteniendo guiños a esos otros grupos sociales. Por eso el programa fue prontamente olvidado y renacieron los pactos contra natura con esas instituciones esencialmente antiburguesas, improductivas. Enseguida se olvidaron de Voltaire. Y prontamente se rompió esa alianza con las clases populares, de lo que daría buena cuenta la rebelión proletaria de la Comuna de París. Tan obrera como liberal.

Con el paso del tiempo y a no mucho tardar, se olvidaron del lema de Libertad, Igualdad y Fraternidad… Y eso sirvió para que se independizara el ideario de futuro que el movimiento obrero ofreció a la sociedad. El pensamiento socialista. Que no es tan distinto, como les dirán, del liberal. Como se enseñaba en mi época en la Universidad (pública, naturalmente), el socialismo es hijo legítimo del liberalismo. El socialismo de raíz marxista (socialdemocracia/comunismo) por reacción al padre. El hijo rebelde que niega y asesina al padre. Y que finalmente, con el paso de los años habrá de recuperarlo, de acuerdo con los mejores postulados psicológicos. Aunque algunos todavía no se hayan reconciliado. Y el socialismo libertario, que asume al padre y lo lleva a sus últimas consecuencias. El anarquismo no es otra cosa que el liberalismo llevado a su última expresión. Hijo libérrimo de padre liberal.

No hace falta, en realidad, complicarse mucho la vida. Tampoco efectuar estudios muy profundos. La clave está en el lema que el liberalismo grabó, para siempre, en el frontispicio social.

LA LIBERTAD que no es sólo la de fijar precios y fundar negocios, sino esencialmente la libertad personal. La ausencia de cualquier coacción. La posibilidad de que cualquiera haga lo que considere sin más límite que no infringir daño objetivo ilegítimo a otro. La prohibición de prohibir todo lo que se prohibe con fundamento subjetivo, ideológico, religioso, acientífico…La libertad como principio. La restricción como excepción excepcional. Y en la duda…en la duda la Libertad.

LA IGUALDAD como basamento de la Libertad. Mientras un hombre sea o pueda ser más que otro, la libertad o no existe o está amenazada. Así lo entendió mejor que nadie y desde siempre el pensamiento anarquista, que rechazó el elitismo siempre presente en la corrientes socialistas marxianas. Ni Dios, ni Patria ni Amo. Ni vanguardia liberadora, ni la FIFA ni cualquiera otra cosa o institución que se les ocurra que nos trate, o lo intente, como masa o como imbéciles. No hay mejor resumen.

Y LA FRATERNIDAD. Hoy diríamos SOLIDARIDAD. La empatía efectiva hacia quienes son de la misma, de nuestra igual condición. La fuerza que nos mueve a respetar la libertad en toda su extensión y hacer posible la igualdad de los demás, removiendo todos los obstáculos. Comenzando por la eliminación del hambre, la pobreza, la precariedad, la ignorancia, la enfermedad…

Tres palabras. Un lema. ¿Necesitan algo más?


Fuente → nuevatribuna.es 

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