¿La actuación del Constitucional significa que el Régimen del 78 está en crisis?
¿La actuación del Constitucional significa que el Régimen del 78 está en crisis? / Oskar Bañuelos 
 
Esta es una crisis muy agria, con fases evidentes de sobreactuación y manejando conceptos que nos abocan al apocalipsis, pero coyuntural y que no traspasa la epidermis del Régimen. 

La decisión del Tribunal Constitucional, o más ajustado sería decir, la decisión de seis magistrados caducados, mantenidos por un Consejo General del Poder Judicial, igualmente caducado, que fueron designados por un partido que perdió el poder en las urnas y que se niega a aceptarlo; pues bien, este movimiento del TC entrando a saco en la Cortes y en su capacidad para legislar, todo ello con un poso antidemocrático indiscutible, ha provocado en ciertos ámbitos políticos la pregunta sobre cuál es el alcance de este golpe de la derecha togada ¿Estamos asistiendo a una crisis del Régimen del 78 o a una lucha por el poder entre partidos? De cuál sea la respuesta a la pregunta, dependerá el alcance de la posible solución. No es lo mismo una crisis sistémica que una crisis coyuntural.

Mi humilde opinión es que estamos en una lucha entre dos partidos —PSOE y PP— que se han alternado en el poder durante los últimos 40 años; un enfrentamiento muy ideologizado, novedoso porque cada uno de ellos se apoya en aliados impensables hasta hace poco tiempo, muy polarizado, proyectando que pertenecen a bandos irreconciliables, todo muy extremo… pero no estamos asistiendo a una crisis del sistema. Ojalá. Pero no lo creo. Una crisis muy agria, con fases evidentes de sobreactuación y manejando conceptos que nos abocan al apocalipsis, pero coyuntural y que no traspasa la epidermis del Régimen.

Pedro Sánchez elogia a Felipe y Núñez Feijoo a Fraga. Y todos a Suárez. El Régimen es como el junco, se tambalea (otras veces también lo ha hecho), pero no se rompe

El Régimen que se inicia tres años después de la muerte del dictador y que culmina un periodo constituyente tiene un relato que todavía está vigente en los dos grandes partidos de Estado. Un relato basado en un mensaje de reconciliación y en la transición modélica (joven democracia española), aunque las mismas cuestiones que quedaron pendientes por el ruido de sables, siguen hoy pendientes: el encaje de las naciones sin Estado, Monarquía o República… Pedro Sánchez elogia a Felipe y Núñez Feijoo a Fraga. Y todos a Suárez. El Régimen es como el junco, se tambalea (otras veces también lo ha hecho), pero no se rompe. PSOE y PP no quieren romperlo. Abrir ese melón significaría que algunos, a cambio de su colaboración en la gobernabilidad, quisieran abrir debates siempre cerrados. Ahí sí que entraría en crisis.

Además del relato lo que solidifica el Régimen es que el pluralismo, la libertad, la justicia, la igualdad…y cualquiera de los grandes conceptos que se nos ocurran están encerrados entre cuatro paredes de granito compartidas: el capitalismo en la forma de entender la economía, la democracia liberal ejercida cada cuatro años, la unidad de España y la Monarquía. Sí eso no se pone en riesgo, el statu quo permanece. Todo lo que ponga en riesgo estos cimientos puede romperlo. Vox no rompe. El conflicto político con Euskal Herria sí agrieta (con o sin ETA, el conflicto sale de la violencia, pero continúa irresuelto); el conflicto catalán también agrieta (con o sin procés unilateral, pero está ahí); e, incluso, el proceso del 15M en su día también ponía en riesgo el Régimen. El conflicto de los usurpadores togados de la derecha ni rompe, ni agrieta, en todo caso mancha.

Tal y como se refleja en el art.1 de la Constitución ‘España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho’. En los últimos cuarenta años de bipartidismo y de alternancia, con exabruptos, con guerras sucias, con corrupciones… con la premisa de prietas las filas ante los enemigos del régimen, nadie se había dado cuenta —o si lo había hecho no había dicho nada— de que la clave de bóveda del andamiaje institucional no estaba en la democracia, ni en la legitimidad, sino la legalidad, en el Derecho. Perfecto. Si se vio como normal que al TOP le sucediese al día siguiente (literal) la Audiencia Nacional, cómo no se va a ver que las grandes instituciones judiciales y jurisdiccionales del país tengan ese sesgo partidista.

Un conflicto entre democracia, legitimidad y legalidad sería inimaginable en cualquier país democrático. En España, no lo es

Politización de la Justicia en estado puro. Cuando gana el PSOE, mayoría del PSOE en el CGPJ. Cuando gana el PP, mayoría del PP. Cada uno metía a algún representante del PNV o de CiU en el máximo órgano jurisdiccional de la Justicia, según convenía para la buena marcha de la gobernabilidad. Hasta que el PP de Casado manda a parar. Y ahora, nos encontramos que la legalidad está por encima de la voluntad de la soberanía popular radicada en las Cortes Generales ¿Y quién dice lo que es legal o no; lo que es constitucional o no aún a riesgo de saltarse la división de poderes? Ya, el Tribunal Constitucional. Un conflicto entre democracia, legitimidad y legalidad sería inimaginable en cualquier país democrático. En España, no lo es. Seis jueces siguiendo directrices de la derecha y de la extrema derecha marcando el paso político-institucional a la cuarta economía de la UE.

¿En cuántas ocasiones el TC o el Supremo ha entrado a saco en los legislativos? Aunque algunos piensen, también desde cierta izquierda española, que ésta ha sido la primera vez, no es así. El lehendakari Ibarretxe dejó de presentar recursos al TC porque decía que era imposible ganar un partido fuera de casa y con el árbitro comprado. El conocido como ‘caso Atutxa’ es un buen ejemplo. Cuando la Presidencia del Parlamento Vasco fue condenada por desobedecer una orden del Supremo para disolver el grupo parlamentario Sozialista Abertzaleak. Como lo es también la orden del TC de que el Parlamento catalán no podía decidir, ni tan siquiera debatir, sobre cuestiones como la actuación de la Monarquía o las conclusiones sobre el proceso constituyente catalán; incluso llegó a vetar la investidura de Puigdemont. La diferencia es que ahora les ha tocado a otros que se creían inmunes, que nunca les podía tocar a ellos. Ahí sí que hay giro de guion.

El Régimen del 78 no es una especie de Saturno que devora a sus hijos. Más bien todo lo contrario, el Régimen necesita a sus hijos para sobrevivir. Necesita al PP, pero ahora más que nunca al PSOE. El Régimen entraría en crisis cuando el PSOE renuncie a ser su valedor. Lo siento, pero no lo veo. Eso que antes conocíamos como poderes fácticos se encargarán ahora de que la sangre no llegue al río. Necesitarán buscar contrapesos en la elección de los órganos de Justicia para que no vuelva a pasar lo que ha pasado, pero el Régimen hasta ahora ha demostrado que es como la materia, no se destruye, sólo se transforma. Ojalá me equivoque.


Fuente → elsaltodiario.com

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