
A propósito de la memoria histórica
Gaiak
Recuerdo, ahora con estupor, las clases de historia durante mi
proceso educativo. Cómo lo que me contaban en casa no era igual que lo
que escuchaba en el colegio, lo de casa tenía connotaciones personales
de veracidad experimentable y como tales provocaban en mí una
sensibilidad diferente. Veía y sentía lo que más tarde he sabido
reconocer como memoria histórica. Dejé de memorizar fechas, batallas,
señores y señoras de la guerra para comenzar a decir y ser de otra
manera alejándome cada vez más de aquellas clases pero todavía sin haber
recuperado en su verdad la realidad vivida por los de casa y muchos y
muchas ciudadanas de la sociedad vasca. Y en esas me encuentro todavía.
Durante mi estancia en São Paulo (Brasil 1982/1990) en la amplia biblioteca que tenía José Ramón Zubizarreta, mi marido, encontré “Las venas abiertas de América Latina” del Uruguayo Eduardo Galeano. Francamente impactante por su belleza y realismo llegándolo a considerar una Memoria Histórica del continente americano como hasta ese momento nunca había escuchado y dejándome viva la gran pregunta para mí hasta el día de hoy sin resolver de cómo es posible rescatar la identidad raíz de tantos pueblos del continente americano supuestamente perdida.
Años más tarde en uno de mis viajes a Colombia y al hilo de un trabajo de investigación en “Eusko Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos” relacionado con el “Liceo Navarra” de Santa Fe de Bogotá, tuve la enorme satisfacción de ver cómo en las clases de historia de este colegio primaba el libro de Eduardo Galeano como texto imprescindible en dicha materia, al mismo tiempo que sentía las venas abiertas de mi Euskal Herria natal comprendiendo esta vez mejor que una cosa es la Memoria Histórica y otra la historia oficial, experimentando al mismo tiempo que los poderes fácticos de ambas son asimétricos y muchas veces contradictorios.
Al hilo de esta dialéctica histórico-social y con
más experiencia de la vida he aprendido a discernir mejor lo que supone
la ignorancia, la crueldad, la muerte, el acoso, la violación y el
sadismo con la consabida frase de “lo hicimos por tu bien” al arbitrio
de los señores y señoras de la guerra.
La escritora chilena Marcela Serrano en su novela “La llorona” me ha llevado a ese rincón chileno en el que ya he estado pero esta vez con la mirada femenina universalmente reconocida del dolor causado a vidas de mujeres arrancadas de sí mismas y de infancias en las que la ternura ha sido prostituida. Deja claro que el tapar la realidad es el camino de la autodestrucción y que la recuperación de esta Memoria de la Historia guarda en sí misma la posibilidad de la recuperación terapéutica de la dignidad humana tanto de las víctimas como de los victimarios porque como solía decir el gran pedagogo brasileño Paulo Freire al liberar al oprimido liberamos también al opresor.
Al cordobés Francisco González de Tena Sociólogo y filólogo lo conocí una tarde en Bilbao cuando presentaba uno de sus libros: “Nos encargamos de todo”.
Afectado y muy preocupado por el robo y tráfico de niños y niñas en
España silenciado oficialmente pero sabido por muchos y muchas gracias a
la Memoria Histórica que funciona de boca en boca, de charla en charla,
de dolor en dolor y de una auténtica necesidad de explicitación para un
sector de la población que hasta el día de hoy se pregunta ¿dónde está
mi madre?, ¿dónde está mi padre?, ¿dónde está mi hijo?, ¿dónde está mi
hija?, ¿murieron?, ¿fueron adoptados?... No fue casual que esta
presentación se hiciera en Bilbao porque respondía a una realidad
histórica de la sociedad Bilbaína.
Sin alejarme de Bilbao asistí también en otro momento a la comunicación, nunca mejor dicho, de Cristina Gutiérrez Meurs (Licenciada en turismo y artista) de “Lo que no me quisiste contar”, un libro basado en un encuentro casual en las calles de Bilbao con una persona que buscaba el lugar concreto de lo que suponía que tenía relación con su origen biológico personal, aferrada a las referencias que consideraba un punto de partida en la búsqueda laberíntica llena de obstáculos que experimentaba. La autora quedó impactada por este encuentro casual y le dio cauce real en el relato. Leerlo es entrañable y conmovedor al mismo tiempo que denuncia lo que nunca debería de haber ocurrido.
Un libro más, unas palabras más pero todo sigue como si nada ¿o no? y lo que es peor ¿se está naturalizando el muy interesado silencio?, ¿la impunidad ha adquirido carta de normalidad? Esta vez parece que algo comienza a moverse porque el Senado ha aceptado por fin la Ley de la Memoria Democrática este 20 de Octubre de 2022. No está dicha la última palabra al respecto y por supuesto ni realizada la última acción porque el período al que se refiere la ley abarca desde el 18 de Julio 1936 hasta la entrada en vigor de la Constitución Española en 1978 por eso mientras, seguiremos acompañando en un mar de impotencia y a punto de ahogarnos, a madres, padres, hijos e hijas en su búsqueda. Está todo hablado aunque los señores y señoras de la guerra sigan mandando. Es curioso ver que siempre existen argumentos científicos, morales y jurídicos que pesan como una losa impidiendo lo que es a simple vista más que evidente: un auténtico delito continuado. Así lo define Amnistía Internacional.
Solo he comentado algunas voces, algunas palabras, los nombres de algunos hombres y mujeres, ellos y ellas hablan por nosotros y nosotras, VALIENTES, conscientes de pertenecer al enorme planeta del relato de la “Memoria Histórica” de los diferentes pueblos con la necesidad de una mayor justicia social, sin tendenciosos e incuestionables paternalismos religiosos y al margen de los señores y señoras de la guerra, en este nuestro pequeño mundo al que muchos y muchas llamamos AMALUR / PACHAMAMA / TIERRA MADRE.
Fuente → euskonews.eus
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