María 'La Jabalina', la última miliciana anarquista fusilada por el franquismo
María 'La Jabalina', la última miliciana anarquista fusilada por el franquismo 
Gemma Martínez 
 
Este año se cumplen ochenta años del asesinato de María Pérez Lacruz, más conocida como 'La Jabalina', la última miliciana fusilada por la dictadura franquista. Con tan sólo 25 años, fue condenada a pena de muerte por haber cometido varios asesinatos, convivir con un hombre sin haber contraído matrimonio y adherirse a la rebelión, acusaciones que nunca se demostraron y que después han desmentido historiadores que han investigado su historia

 

Escenario de muchos asesinatos, el cementerio de Paterna es uno de los sitios con más fosas comunes de la Guerra Civil Española. Hay 144 y se enterraron más de 2.000 víctimas de la represión franquista. Aunque la mayoría de fusilamientos se produjeron entre los años 1939 y 1943, se fusilaron a personas de procedencias, edades y grupos políticos diferentes hasta bien avanzados en los años cincuenta. Durante los últimos años, se han exhumado los restos de muchos de ellos para hacerles la mayor justicia posible. Paterna ha sido uno de los puntos clave de la recuperación de la memoria histórica. Se han desenterrado cuerpos, historias, familias, dolor y resiliencia. Entre todas las víctimas registradas, se encuentra el nombre de María Pérez Lacruz, una joven anarcosindicalista proveniente de Teruel que fue fusilada en 1942. Con 25 años, se convirtió en la última mujer fusilada por el franquismo, tras un proceso judicial plagado de irregularidades y acusaciones falsas.

El 8 de agosto de 1942 fue fusilada María Pérez Lacruz, más conocida como María La Jabalina —al ser procedente de Jabaloyas (sierra de Albarracín)—, quien se ha convertido en todo un símbolo de la represión franquista y del señalamiento . Específicamente, de esa represión sufrida por las mujeres comprometidas y militantes. Su vida es un claro ejemplo de cómo el fascismo y la guerra se imponían sobre las vidas de la gente y, especialmente, de las mujeres con decisión política, que solían sufrir violencia para defender a la República, pero también por ser mujeres, hijas , hermanas o madres de opositores.

En un contexto de industrialización en la zona del puerto de Sagunto y una fuerte movilización obrera, María Pérez Lacruz, con aproximadamente 16 años, ingresó en el movimiento anarquista de las Juventudes Libertarias

En 1923, Pérez Lacruz se trasladó de Teruel a Sagunto con su familia, en busca de una mejora de las condiciones de vida. Junto a sus hermanos, empezó a trabajar en el sector de la siderurgia, en la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo, posteriormente, conocida como Altos Hornos de Sagunto. En un contexto de industrialización en la zona del puerto de Sagunto y una fuerte movilización obrera que bebía de la trayectoria de los años anteriores, Lacruz, con aproximadamente 16 años, ingresó en el movimiento anarquista de las Joventuts Llibertàries, donde se va politizar junto a sus compañeros.

Trece años más tarde de su llegada al puerto de Sagunto, empezó la Guerra Civil. Una de las batallas más decisivas fue la de Teruel, entre el 15 de diciembre de 1937 y el 22 de febrero de 1938. María se unió al frente en ese contexto. Formó parte de la conocida como Columna de Hierro, formada por milicias anarcosindicalistas que participaron activamente en el frente de Teruel. Los guerrilleros de esta columna provenían de ciudades industriales como Alcoy, Valencia, Segorbe o Sagunto, entre otros municipios de la Comunidad Valenciana donde el sindicalismo anarquista tuvo un peso relevante. La Columna de Hierro estaba organizada por ocho centurias, cada una de las cuales aglutinaba a trabajadoras de diferentes profesiones. Así, los militantes de puerto de Sagunto solían organizarse en la centuria de los metalúrgicos. Además, la organización estaba dirigida por un comité de ocho personas que se encargaban de diversas funciones.

María La Jabalina se unió al frente de Teruel a la altura de Sarrión, pueblo de la comarca Gúdar-Javalambre. En ese episodio determinante en el transcurso del conflicto bélico, María fue herida por arma de fuego en la estación de ferrocarril de Puerto Escandón y trasladada a un hospital de Valencia, donde estuvo ingresada en torno a cinco o seis meses. Una vez fuera continuará con su militancia desde la retaguardia. Regresó a la siderúrgica de Sagunto, punto clave para la producción de armamento para el bando republicano; y donde, durante estos años, mucha de la mano de obra provino de mujeres, puesto que mucha la población masculina estaba en la guerra.

Según el historiador Manuel Girona, quien ha investigado a fondo la vida de La Jabalina , fue acusada de varios delitos que no había cometido

Una vez terminada la Guerra Civil, arrancó todo un proceso de acusaciones, detenciones y juicios en contra de María Pérez Lacruz que darían paso al fin de su vida. Según el historiador Manuel Girona, quien ha investigado a fondo la vida de La Jabalina , fue acusada de varios delitos que no había cometido. Todo empezó con un interrogatorio sin precedentes. Le raparon el pelo y la pasearon por el pueblo junto a una mujer militante socialista. Tras el interrogatorio, María fue acusada de varios asesinatos, de vivir “amancebada” —con un hombre sin haber contraído matrimonio— y de auxilio a la rebelión, entre otros. Girona señala que las acusaciones provenían de un delator que posiblemente fue torturado. A lo largo de la investigación del historiador, se hace referencia a un líder de la Columna de Hierro, conocido por el nombre de Rebollo, que habría sido el responsable de acusar falsamente a La Jabalina . El propio jefe de traumatología del hospital donde había sido ingresada, Francisco Martín Lagos, certificó que la paciente estaba ingresada por fractura de fémur a consecuencia de una herida con arma de fuego y que, por tanto, no había podido cometer los delitos. Incluso líderes falangistas locales afirmaron que ella no había participado en los crímenes.

El 4 de noviembre de 1939, Pérez Lacruz dio a luz a su hijo, al que ni siquiera llegó a ver, cómo le ocurrió a otras madres que se oponían al régimen franquista y participaban en la vida política. Se contempla la posibilidad de que fuera dado en adopción a alguna familia fiel al franquismo, pero en ningún caso se contó con el consentimiento de La Jabalina , quien después de estar ingresada pasó por la cárcel del Gobierno Civil, por la Cárcel Provincial de Mujeres de Valencia y por el convento de Santa Clara. El 28 de julio de 1942, comenzó su Consejo de Guerra, donde la declararon "adherida a la rebelión" y pidieron su pena de muerte. A pesar de los esfuerzos de la defensa por cambiar la acusación a “auxilio a la rebelión” y pedir pena de prisión, María fue fusilada a los pocos días en el cementerio de Paterna junto a un grupo de seis hombres. Así, pasó a ser la última mujer fusilada por la dictadura en todo el Estado español.

Durante los años posteriores a su muerte, en varias ocasiones, su madre denunció públicamente el asesinato de La Jabalina por pedir, sin éxito, justicia

Manuel Girona explica cómo ese mismo día la madre de María accedió al cementerio de escondidas, con el apoyo de un trabajador. Se mantuvo a la espera y una vez su hija fue fusilada y los guardias civiles ya se habían ido, recuperó su cuerpo para enterrarlo dignamente fuera de la fosa común. Durante los años posteriores a su muerte, en varias ocasiones, su madre denunció públicamente el asesinato de La Jabalina por pedir, sin éxito, justicia. En las procesiones llamaba su nombre, pero, a causa del miedo y el silencio, la gente del pueblo la acabó tildando de loca.

El caso de María La Jabalina no sólo es paradigmático por ser la última mujer fusilada tras la guerra, tal y como subraya la historiadora Luz Quiñonero. María Pérez Lacruz representa la revolución y la defensa de la República en tanto que fue una mujer emigrante de clase trabajadora, pero también una víctima de la represión más dura del franquismo. Para Quiñonero representa la violación de derechos, la represión específica de género, el control social de la época, pero también la lucha y la esperanza de la gente joven. "Debería ser una bandera de la lucha y los valores de la libertad", defiende.

Por no caer en el olvido

Aunque es una figura digna de reivindicación de la memoria contra el fascismo, el caso de María La Jabalina no es tan conocido como otros. Para las entrevistadas, los motivos son, sobre todo, las políticas de olvido que se han hecho en España durante los años de la democracia, pero también el hecho de que era una mujer pobre, emigrante y anarquista, movimiento que va sufrir una represión muy fuerte en las primeras décadas del siglo XX.

La Guerra Civil y el franquismo dejaron una herida sangrienta y abierta en muchas familias. Durante los últimos años se ha batallado mucho por recuperar los nombres perdidos, cerrar las heridas y destapar el olvido. Muestra de ello es que, ochenta años después del asesinato de María Pérez Lacruz, y coincidiendo con una semana llena de actividades y movilizaciones para recuperar la memoria histórica, con motivo del aniversario de las muertes de los dictadores Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera; en el País Valenciano se han organizado varios actos para recordar la historia de La Jabalina .


Fuente → directa.cat

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