Extirpar el símbolo franquista para enterrar la dictadura
Extirpar el símbolo franquista para enterrar la dictadura 
Queralt Solé

Es una situación insostenible para cualquier gobierno democrático que abjure de la dictadura franquista, pero en el ejecutivo español, en función de quien gobierne el Estado central, en el Valle de los Caídos se harán actuaciones para intentar extirpar de algún modo el símbolo franquista que todavía es, o bien se mantendrá tal y como está con lo que esto significa.

Si algo se ha visto en los últimos años y puede vislumbrarse que se mantendrá en los próximos, es la politización de la memoria histórica. Todo indica que las acciones y actuaciones que se realizarán desde las diversas administraciones estarán en función del partido que gobierne, como de hecho ha ido sucediendo hasta ahora. Aunque en los últimos años se han ido aprobando en regiones y comunidades autónomas leyes y normativas diversas centradas en actuar para recuperar la memoria histórica o democrática, en el pasado ya ha quedado demostrado que, cuando conviene, las leyes no se consideran obligado cumplimiento al Estado. También se tiene la experiencia respecto a las exhumaciones de fosas comunes. Éstas se mantendrán mientras haya posibilidades económicas que faciliten las administraciones, porque de voluntad por parte de las familias afectadas no faltará. Quizás incluso y como ya ha ocurrido, si los gobiernos locales, comarcales, provinciales, autonómicos y estatales no ayudan y no favorecen las exhumaciones, las familias mantendrán la lucha a partir de buscar financiación privada. Pero, con altibajos, las exhumaciones de fosas se mantendrán mientras se mantengan muertos de la Guerra Civil enterrados indignamente, dentro o fuera de los cementerios.

Los nombres de las calles franquistas en los Països Catalans se cambiaron enseguida con la muerte de Franco, pero no sucedió en muchos lugares de España, y no parece que esta situación deba variar. Los vecinos y administraciones locales no parecen sentirse incómodos con una nomenclatura heredada de la dictadura. Y lo mismo sucede con los monumentos: muchos fueron retirados de la vía pública, pero quedan otros que se están convirtiendo en núcleos alrededor de los cuales se discute cómo debe ser leído el pasado y cómo éste se debe proyectar hacia el futuro. El monumento en medio del río Ebro en Tortosa o el de Sa Feixina en Palma de Mallorca son ejemplos de ello. El debate está vivo y se mantendrá un tiempo, hasta que se resuelva qué debe prevalecer, si el hecho de que todavía tienen un fuerte significado para quienes añoran la dictadura y los representa, y, por tanto, mejor derribarlos, o bien el valor monumental y pedagógico que pueden llegar a tener y, en consecuencia, mantenerlos para contar la historia reciente.

En este sentido, es una incógnita que puede ocurrir con el Valle de los Caídos, que se mantiene como el monumento donde se identifican plenamente los nostálgicos del régimen y que no ha variado en absoluto su significado ni su forma desde que fue inaugurado . El dictador fue exhumado en octubre del 2019, lo que provocó que hubiera cierta desapropiación franquista del monumento, que al mismo tiempo es la mayor fosa común del Estado. Pero, a pesar de que ya no es el mausoleo de Franco, aún está enterrado en un puesto de honor el fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera. En las criptas reposan decenas de miles de restos de soldados y civiles muertos durante la Guerra, algunos de los cuales son reclamados por sus familiares, el monumento sigue estando vivo y es el icono y el mayor símbolo franquista que se mantiene en pie en el siglo XXI .

Es una situación insostenible para cualquier gobierno democrático que abjure de la dictadura franquista, pero en el ejecutivo español, en función de quien gobierne el Estado central, en el Valle de los Caídos se harán actuaciones para intentar extirpar de algún modo el símbolo franquista que todavía es, o bien se mantendrá tal y como está con lo que esto significa.


Fuente → eltiempo.com 

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