Enfermeras internacionales en la guerra de España (1937)

Enfermeras internacionales en la guerra de España (1937) 

Tenemos admirables enfermeras alemanas, británicas, polacas, belgas. Ellas trabajan por el lema que veis inscrito en nuestra bandera: «¡cada herido que curamos es una garantía más de nuestra victoria!».

RACHEL ECKSTEIN: Polaca. Rachel se licenció en farmacia, regentó una en Amberes (Bélgica) y se afilió al Partido Comunista. A principios de este año viajó a España y se le encargó dirigir en Albacete la Farmacia Central del Servicio Sanitario Internacional.

EDITH MARKUS: Alemana de origen judío. Estudió medicina en su exilio de Belgrado. En septiembre llegó a España. Trabaja como técnica de radiología en un hospital de Murcia.

TRIJNJE HULLEMAN: Países Bajos. Era enfermera y sintiendo desde muy jóven que había que luchar contra la injusticia se hizo miembro del Partido Socialdemócrata. Viajó a España en octubre de 1936. Comenzó en el hospital de Benicasim y posteriormente se afincó en Murcia como jefa de enfermería del hospital «Malecón» o «Casa Roja».

LILY MARGARET POWELL: Británica. Se graduó como enfermera en Londres y se unió pronto al sindicato de enfermeras. Al llamado de la Unidad Médica Británica, se ofreció como enfermera voluntaria y llegó a España a primeros de año.

JEANNETTE ZELBSZTEJN: Lituana, de familia judía. En agosto de 1936, marchó a España con un equipo médico y en octubre fue asignada al frente de Aragón. En febrero de este año, Jeannette se unió a la XIV Brigada Internacional como responsable sanitaria.

ANA MARÍA REVESZ: Húngara. Empleada en un jardín de infancia, fundó una asociación de asistencia social y educativa para trabajadores. En octubre de 1936, llegó a España junto a su hermana Joszefne. Un año después, participó en la Conferencia de Mujeres Antifascistas celebrada en Valencia, donde pronunció un memorable discurso.

«En nombre de las mujeres del Servicio Sanitario Internacional, os doy las gracias de todo corazón: ¡salud! hemos venido de todas las partes del mundo para luchar junto a nuestras hermanas españolas que, en poco tiempo, se han convertido en un ejemplo para todas las mujeres antifascistas del mundo. Ellas tienen un gran ejemplo: ¡nuestra Pasionaria!.

Tenemos admirables enfermeras alemanas, británicas, polacas, belgas. Ellas trabajan por el lema que veis inscrito en nuestra bandera: «¡cada herido que curamos es una garantía más de nuestra victoria!». Sabemos que en España se decide la suerte de todas las mujeres de Europa. La vida de una enfermera en el frente no es fácil. A los aviones fascistas les gusta visitar a los heridos en los hospitales. He visto cosas horribles: en Madrid y Morata los aviones fascistas perseguían a nuestras ambulancias, en Colmenar y Tarancón bombardeaban nuestros hospitales en pleno día. He visto a nuestros médicos trabajar cuarenta horas sin interrupción. Muchos de ellos han perdido la vida en el frente. Y los conductores de ambulancias que, sin desmayo, van del frente al hospital y del hospital al frente, ¡que no quieren ni dormir ni comer porque los heridos les esperan!.

Me preguntáis cómo podemos soportar el ver todo este sufrimiento, yo os respondo: primero porque nosotras somos antifascistas y sabemos que una victoria fascista significaría el fin de todo lo bueno que hay en el mundo, y segundo porque el ejemplo de nuestros heridos nos llena de fuerza. Son valientes y no sólo en el frente, también en la cama del hospital y en la mesa de operaciones».

Fuente: Archivo de la AABI.

Fuente: Federico Rubio Herrero (Cronología mundial durante seis meses decisivos, julio-diciembre de 1937).


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