El reciente anuncio de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sobre la retirada de la Medalla de Trabajo a Francisco Franco y a diversos cargos de la dictadura, nos sitúa en un escenario que enlaza la larga agonía de quien fue Caudillo de España con su definitivo entierro tanto físico como de los privilegios y honores que recibió.
En vísperas de un nuevo aniversario de su muerte el 20-N, comprobamos la actualidad que el personaje y su herencia tienen en el debate público. El 23 de octubre ha sido Trending Topic en Twitter con 3,786 tweets y el 27 de octubre tuvo 41.500. Los diversos asuntos pendientes de solucionar al amparo de la nueva Ley de Memoria Democrática indican que continuará estando presente.
Ciertamente nunca se ha ido. En mi libro Franco, de héroe a figura cómica de la cultura contemporánea (Tirant lo Blanch, 2022), se observa que desde el momento de su muerte una corte de aduladores mantuvieron durante algunos años la memoria de su buena gestión y criticaron aquella democracia naciente que parecía dilapidar la obra de este sin-igual gobernante que había dirigido el timón de España en las últimas décadas. Aquello de con Franco se vivía mejor, se convirtió en una frase de añoranza para quienes disfrutaron de favores o aquellos que no supieron ver el tipo de políticas que les aplicaba el dictador presentado como salvador de la patria.
Poco a poco, en los ochenta y noventa pudimos ver una importante producción cinematográfica que, a través de la ficción, ofrecía una nueva visión de Franco y el franquismo. Ahí están Madregilda o Espérame en el cielo que repasaron en clave de comedia algunos aspectos siniestros del personaje y la época. Atrás quedaron aquellos calificativos hagiográficos que le prodigaron figuras como Juan de Ávalos, quien lo consideró el mejor arquitecto del mundo; Joaquín de Entrambasaguas, que afirmó su categoría de literato insigne; Azorín le calificó como un maestro de escritores; el cineasta José Luis Sáenz de Heredia reconoció que se trataba del mejor actor que había dirigido, mientras que los poderosos periodistas del régimen, Xavier de Echarri e Ismael Herráiz, le catalogaron como el primer periodista de España. Y podríamos seguir con otras autoridades culturales o artísticas que le dedicaron elogios rayanos en la ridiculez.
Como señalo en Franco, de héroe a figura cómica, desde los años noventa, y, sobre todo, en lo que llevamos de siglo XXI, los historiadores han puesto coto a tamaña manipulación de su biografía, capacidades, actitudes y aptitudes con investigaciones basadas en fuentes archivísticas que han ido desentrañando numerosos aspectos consolidados en el imaginario ciudadano. Véanse, entre muchas otras, las obras del historiador Ángel Viñas - La otra cara del Caudillo. Mitos y realidades en la biografía de Franco (2015); sus posts en https://www.angelvinas.es/, o sus artículos en Infolibre.es- en las que ha desmontado mitos en torno a su figura como la austeridad o el militar perfecto, mientras que ha destacado rasgos de su personalidad como la ambición, la manipulación o la violencia.
Los tiempos de Internet han contribuido a actualizar a un Franco zombie a través de páginas web y redes sociales de tendencia neofranquista que siguen ensalzando al personaje con el mismo relato de sus años vitales. Especialmente resaltan la bonanza y el éxito de sus políticas frente a lo que consideran un desastre cuando gobierna la izquierda. Junto a esta tendencia, la exhumación de su cadáver trajo a escena la mirada del humor. Cientos de usuarios de Twitter se manifestaron a favor o en contra, pero lo más novedoso fue que difundieron memes del dictador confirmando los pasos que el gobierno de Pedro Sánchez iba dando para sacarlo del Valle de Cuelgamuros. Se trataba de una visión desde la sátira y la burla, que, como indico en mi libro, ridiculizó y desmitificó al personaje con esa percepción sarcástica de un acontecimiento que vino a arreglar uno de los desperfectos de nuestro pasado reciente. Pero quedaban muchos.
Algunos son la anulación de nombres de localidades que lo incluyen, como Guadiana del Caudillo (Badajoz), Alberche del Caudillo (Toledo), Villafranco del Guadiana (Badajoz), Villafranco de Guadalhorce (Málaga). Y otros son los premios o medallas otorgadas a Su Excelencia el Jefe del Estado, como la recientemente retirada Medalla del Trabajo. Hoy día este desperfecto también está arreglado.
La lenta agonía de Franco parece tener un correlato con el lento enterramiento de su legado y prerrogativas. La apertura de archivos que permitan comprobar aspectos todavía poco conocidos ofrecerá novedades sobre la falsa idea de que salvó a España de las garras del comunismo -gracias al golpe de Estado y su éxito en las batallas de la guerra civil- y la convirtió en una España moderna y desarrollada, gracias a su impoluta gestión. Sin embargo es necesario que se vea acompañada de medidas como la adoptada para la retirada de la Medalla al Trabajo, medidas que contribuirán a la sepultura del zombie de la actualidad mediática y política.
Fuente → blogs.publico.es
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