El franquismo se constituyó como el gran unificador del empresariado español
Xavier Domènech: "El franquismo se constituyó como el gran unificador del empresariado español" / Marta Monforte Jaén
 
  • El historiador analiza el papel de la clase obrera en el fin de la dictadura en su nuevo libro: 'Lucha de clases, franquismo y democracia'
  • "La política puede enganchar mucho, pero la vida engancha más", asegura el exsecretario general de Podemos en Cataluña 
 
El exdiputado de Unidas Podemos, Xavier Domènech EFE

 
Xavier Domènech (Sabadell, 1974) ha dedicado la mitad de su vida a investigar sobre el franquismo. En su último libro, Lucha de clases, franquismo y democracia (2022, Akal) el historiador analiza el papel de la clase obrera en el fin de la dictadura. Una obra que "actualiza" otra que escribió en el año 2012. "Entonces mi perspectiva estaba muy enfocada a la relación entre movimientos sociales y cambio político durante el franquismo y la transición. En este incorporo una visión mucho más amplia, de lucha de clases y los nuevos empresarios", explica en entrevista con infoLibre. 
 
El exsecretario general de Podemos en Cataluña dejó la política institucional en el año 2018. Asegura que está "mucho más tranquilo" como profesor universitario y que no tiene intención de volver. Aun así, está asesorando a la vicepresidenta Yolanda Díaz en la puesta en marcha de su proyecto, Sumar. "Es amiga desde hace muchos años y si ella me pide ayuda, estoy encantado de aconsejarle", asegura.  
 
En el libro analiza la clase obrera que surgió durante el franquismo, una época especialmente complicada para el sindicalismo. ¿Cómo era esa clase obrera? ¿En qué se diferencia de la actual? 
 
Las diferencias son brutales, básicamente porque han cambiado las formas de producción. En el libro lo que intento explicar es cómo nace un régimen que niega la existencia de la clase y que no solo intenta reprimir las organizaciones de clase, políticas o sindicales, sino que crea organizaciones de masas donde obliga a encuadrar a los trabajadores y trabajadoras de este país. La principal es el Sindicato Vertical, que intenta equiparar a los empresarios con los trabajadores, es decir, un sindicato controlado desde el Estado que básicamente es para disciplinar y reprimir la clase.  
 
A pesar de ello, la clase obrera consigue desarrollarse bajo el franquismo y construir sus propias luchas, que son, conjuntamente con el resto de movimientos sociales, lo que hace inviable la continuidad de dictadura más allá de la muerte de Franco. 
 
¿Qué papel tuvo el empresariado en el franquismo?  
 
El franquismo se constituyó como el gran unificador del empresariado español, o sea, dentro del Sindicato Vertical los empresarios tenían una autonomía que era inimaginable para el caso de los obreros. Hay patronales actuales que nacen en aquel momento y siguen en la actualidad sin cambiar de nombre. Eso les da un poder y unos recursos enormes y es lo que les permitirá construir una organización como la CEOE que es extraordinaria, porque unifica en una sola patronal un poder enorme. 
 

El desprestigio del franquismo se convirtió en el desprestigio del empresariado

La asociación entre el empresariado y la dictadura fue tan fuerte que el desprestigio del franquismo se convirtió en el desprestigio del empresariado. Eso no lo digo yo ni el movimiento obrero de la época, lo dicen los propios empresarios de organizaciones empresariales.

¿Cuántas de esas empresas siguen activas estos días?

Por ejemplo, para no extenderme demasiado, la configuración del sistema bancario español tiene su raíz en el franquismo. Es decir, el franquismo generó un sistema de no competencia que supuso la gran concentración bancaria español y consiguió que, en un país donde no había crecimiento económico, las tasas de beneficio bancario fueran las más altas de Europa. Y eso explica el sistema bancario que tenemos hoy.

La autarquía sucede en los años 40. Es un momento en el que no hay crecimiento económico porque se cierra la economía, pero hay beneficio empresarial porque se bajan mucho los salarios, pero ese beneficio no se invierte en nada. Eso provoca una concentración de capital financiero brutal que nos hace crear unos conglomerados bancarios que nos han llevado a un sistema bancario como el actual.

¿Y su relación con el poder político?

El empresariado y, sobre todo, la CEOE tiene una continuidad casi directa con las organizaciones franquistas, hasta el punto de que parte del personal del Sindicato Vertical se 'limpian' de la relación con el franquismo y pasan a ser parte del poder empresarial. Eso les permitirá influir en los cambios de gobierno de la UCD, en la propia UCD y del propio poder político.

Estas organizaciones tienen una estrategia muy defensiva para intentar evitar que se aprueben leyes que creen que van en contra de sus intereses y otra, más ofensiva, para tratar de ser influyentes en el poder político. En el libro explico cómo lo consiguen, especialmente a partir del año 79. Eso configura las correlaciones de fuerzas que marcan también el nuevo sistema político que es el nuestro.

¿Qué tiene que decir a aquellos que sostienen que las clases sociales son una cosa “del pasado” y que no hay que diferenciar entre ricos y pobres?

En el año 2006 preguntaron a uno de los grandes tiburones financieros de la época, Warren Buffett, si existía la lucha de clases. Y él dijo: ‘Evidentemente que la lucha de clases existe y la estamos ganando nosotros’. Esa existencia de la lucha de clases es muy evidente”.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido a la hora de hacer esta investigación?

Esta es mi línea de investigación de toda la vida, sintetiza 20 o 30 años de mi carrera. Ya empezó con una sorpresa. Yo venía de un relato de la transición construida desde las élites, desde el consenso, la ausencia de conflicto y el papel de la monarquía. Y a mí ya me generó una sorpresa enorme la explosión de conflictividad que hubo en esa época, que no ligaba para nada con este relato en el que el principio de la libertad era el consenso. Y me di cuenta que el principio de la libertad era el conflicto, no el consenso. El consenso, en todo caso, fue un resultado.

El principio de la libertad es el conflicto, no el consenso

En el año 1976 en España estaba prohibido ir a la huelga, estaba prohibido el derecho a la manifestación, el derecho expresión y no sólo prohibido, podía conllevar cárcel, torturas y muerte. Y por ese motivo España se convirtió en el país de toda de toda Europa con mayor conflictividad social.

¿Cree que hay una serie de mantras sobre el franquismo, como lo de que inventó la Seguridad Social, que han calado?

En el año 83 hay una encuesta del CIS que pregunta a quién se debe el fin de la dictadura. Y creo que solo un 13% dice que a la monarquía y las élites políticas, y en torno al 60-70% dicen que se debe a los movimientos sociales y, específicamente, al movimiento obrero. Y es una percepción compartida tanto por la derecha como por la izquierda. A partir de ese momento se crea un relato que ha sido hegemónico en términos comunicativos, un relato que yo creo que entró en crisis en 2008. El papel de Juan Carlos es difícil verlo igual ahora que hace 20 años.

Hablando del presente, ¿cómo le va la vida fuera de la política institucional?

Más tranquilo, eso seguro (risas). Estoy de profesor de universidad y en proyectos de investigación.

¿Qué es lo más echa de menos y lo que menos?

Tengo que confesar que no me levanto por las mañanas echando de menos la política institucional. Me gustaba la política parlamentaria, la dialéctica, los debates. Y, sobre todo, saber que un instante lo podía cambiar todo y que una buena lectura del momento político puede modificar cosas, esa es la grandeza de la política. Tiene ese punto casi de magia que puede deslumbrar demasiado. Y lo que no echo nada de menos son las peleas internas.

Está colaborando con Yolanda Díaz en la puesta en marcha de Sumar. ¿Qué hace exactamente?

Soy amigo de Yolanda desde hace muchos años y si ella me pide ayuda, lo hago encantado. Si ella o alguien de su equipo necesita un cable, yo voy a estar ahí.

La política es verdad tiene un punto que puede enganchar mucho, pero la vida engancha más

¿Cree que Pablo Iglesias debería seguir su ejemplo o es que la política engancha demasiado?

Pablo es una fuerza de la naturaleza, tiene un capítulo aparte en la historia de la política española. Puedes intentar parar un río, pero el río va a seguir. La política es verdad que tiene un punto que puede enganchar mucho, pero en mi opinión personal la vida engancha más. La parte de compaginar ambas vidas fue complejo para mí, hay gente que lo lleva mejor. Yo como experiencia lo valoro positivamente, pero no tengo ganas de volver.

En clave catalana, ¿cree que el gobierno en solitario de ERC aguantará esta legislatura?

Yo creo que sí, hay muchas opiniones que dicen que con 33 diputados no van a aguantar, pero a mí me parece que no tienen otra opción. ¿Qué van a hacer? ¿Convocar elecciones? ¿Para luego volver a pactar con Junts? No lo veo. El Govern tiene que tener debates de fondo, Deberían marcarse un horizonte de país, al igual que el Gobierno del Estado.

¿El independentismo se está desinflando?

Que el procés se ha acabado es evidente y, por tanto, hay una parte del independentismo que lo vive con frustración, lo que le lleva a adoptar posiciones esencialistas. Pero la base del conflicto no se ha terminado. Hay gente que se puede hacer esa ilusión, pero no es así. Cerrar los ojos es una actitud que te descansa, pero puede ser peligroso en el futuro.

El 'procés' ha acabado pero la base del conflicto sigue ahí

El modelo territorial está hecho trizas, tanto es así que no afrontar esa realidad ha supuesto una contundente respuesta política. Cuando tu no tocas la arquitectura territorial te acaba implosionando en el centro de ese poder, que es el Congreso de los Diputados. Un Congreso que elección tras elección está más fragmentado, en el que cada vez hay más opciones regionalistas, provincialistas y nacionalistas, haciendo más difícil la gobernabilidad. Por tanto, no creo que se haya resuelto el problema.


Fuente → infolibre.es 

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