Camino de dignidad para víctimas del franquismo
Camino de dignidad para víctimas del franquismo
Joseba Asiron

71 años después de su enterramiento, el general golpista Gonzalo Queipo de Llano ya está fuera de la basílica de La Macarena de Sevilla. En la madrugada del jueves 3 de noviembre salía una furgoneta con sus restos. En ese mismo lugar, y en ese mismo momento, Paqui Maqueda, presidenta de la asociación memorialista Memoria Nuestra, dijo que Sevilla había cerrado ese día una etapa histórica. Esa exhumación, para el colectivo al que representa Paqui, era “una asignatura pendiente” y ahora Sevilla “es una ciudad más limpia de simbología del franquismo”.

Imágenes y sensaciones parecidas se repitieron, con algunas notables diferencias, el 24 de octubre de 2019, hace algo más de tres años, cuando se exhumaron los restos del dictador Francisco Franco del valle de Los Caídos. Y digo que hubo notables diferencias porque, en esa operación, y quizá por ser la primera a nivel estatal o por el simbolismo del personaje, se produjo un culebrón mediático y judicial infame. En él tuvieron papel protagonista los monjes benedictinos que están allí desde 1958 cuando firmaron un convenio con la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos que establecía la obligación de celebrar cada 20 de noviembre una misa solemne de difuntos por “todos los caídos de nuestra cruzada”. “¡Que la maldición por desenterrar un muerto caiga sobre vosotros!”, cuentan que dijo Merry Martínez-Bordiú, nieta de Franco, dirigiéndose al gobierno de Sanchez. 

Pero la génesis de estos movimientos, la apertura del camino de la dignidad que hoy recorren otras ciudades, se produjo en Iruñea tres años antes, en 2016. El 24 de octubre de aquel año procedimos desde el Ayuntamiento a exhumar al general golpista Mola del conocido popularmente como monumento a Los Caídos. No es un mérito que pueda ser atribuido a una sola persona, por muy alcalde que fuese entonces, puesto que fue el logro de toda una ciudad y sus entidades memorialista que durante años habían empujado para que la memoria ocupara el lugar de honor que hasta entonces ocuparon los militares sublevados. Días más tarde, un 16 de noviembre, se hizo lo propio con los restos del general Sanjurjo. Cumplíamos así el mandato recibido en las urnas y marcábamos la senda para que pudieran seguirla otras gentes en otros lugares donde las mismas injusticias históricas se han repetido.

Es verdad que aquella operación también tuvo un importante culebrón judicial como, por otra parte, esperábamos al ser ésta la primera vez que se llevaba a cabo la exhumación de golpistas tan notorios. Pero eso también sirvió para constatar que las bases del régimen franquista aún son sólidas en determinados estamentos. No obstante, el trabajo modélico desarrollado por los técnicos y los servicios jurídicos municipales permitió que la operación se pudiera llevar a cabo completando el guión de vaciar la cripta de mausoleos golpistas. 51 años después de la muerte del dictador, por fin se abría el camino de la memoria y la dignidad. Pese a los litigios de algunos nostálgicos y los titulares de la caverna mediática (en Madrid y aquí), el Ayuntamiento quedó inmaculado marcando la estrategia que, posteriormente, han utilizado tanto el Estado como otras ciudades. Una sentencia desestimando las exigencias de la familia Sanjurjo para restaurar el enterramiento cerró el conflicto. Entonces dijo su abogado “esta no es la sentencia de Sanjurjo, es la sentencia de Franco”. Corría el año 2019.

Pasado el tiempo y con la normalización y la referencialidad que otorga a Iruñea haber sido pionera, merece la pena echar un vistazo para evaluar puntos de partida y evoluciones de algunos de los agentes implicados. Empecemos por el Arzobispado, que en un primer momento se opuso a estas exhumaciones, muy influenciado por la Hermandad de los Caballeros de la Cruz que gestionaba la cripta y celebraba misas cada 20-N, pero que supo reconducir su camino. Otro cantar son UPN y PP, que se opusieron en el Parlamento con excusas variopintas y que hoy, seis años después, siguen en los mismos argumentos justificativos de la guerra de los abuelos pregonada, vergonzosamente, por Feijóo. Entonces, hablamos de 2016, el hoy descarriado regionalista Adanero, o la defenestrada presidenta del PP foral, Ana Beltrán, afirmaban que “lo que quieren es sembrar cizaña”. Hoy ambos, como los prohombres de sus formaciones (Esparza incluido), mantienen el mismo discurso. Mientras (y volvemos a 2016), Maya se escondía tras estos primeros espadas ganando protagonismo, eso sí, en el intento de boicotear el concurso internacional de ideas para decidir el futuro de Los Caídos. En aquellos tiempos también se opuso a tramitar la querella contra los crímenes del franquismo, con más de 300 asesinatos cometidos hasta 1978, ante el Comité de derechos Humanos de la ONU. Estas posturas, mantenidas también hoy, ilustran una evidencia: Maya, Esparza, UPN y el PP siguen sin desprenderse de su herencia franquista.

Hace seis años se inició en esta ciudad una tarea de recuperación de la dignidad de las víctimas del franquismo. Llevar a cabo estas exhumaciones, en Iruñea y en otras ciudades, supone poner coto a la vergüenza mantenida durante demasiado tiempo en la que las víctimas de aquella barbarie criminal, así como sus descendientes, debían consentir sin chistar los mausoleos honoríficos y con honores de sus verdugos. Primero fueron Mola y Sanjurjo, luego Franco y ahora Queipo, pero aún quedan algunos más que deberán seguir la misma senda. Porque no puede haber impunidad sino memoria, justicia y reparación y estas exhumaciones son una parte importante de ello.

Es verdad que aún quedan cosas por hacer, como determinar el futuro de Los Caídos y su entorno, y, desde luego, EH Bildu tiene el firme compromiso de resolverlo. Lo que tenemos claro también es que mientras Maya esté en la Alcaldía, ese camino, a nivel institucional, estará bloqueado.

Cuentan que la madrugada de este 3 de noviembre Paqui Maqueda gritó emocionada “honor y gloria a las víctimas del franquismo”. Yo, si me lo permiten, añadiría: “Y a quienes están luchando para que se restituya su memoria y dignidad”. A todos y a todas ellas, de verdad, muchas gracias. 

El autor es portavoz de EH Bildu en Iruñea


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