Alquimia para asesinos
Alquimia para asesinos 
Iñigo Landa Larrazabal
 
El miserable, cuya última chulería nos ocupa, tiene un desarrollo personal digno de estudio que explica adecuadamente las fases que sigue un hijo de vizconde y admirador de Franco para convertirse en un delincuente socialista y demócrata sin tacha al uso en «Marca España«, apartado Transición, capítulo GAL.

 

Pongámonos en situación: Preferentemente de cúbito prono y con el trasero ligeramente levantado para que la historia de José Barrionuevo Peña penetre adecuadamente y sin demasiado dolor en el fistro de su organismo. El miserable, cuya última chulería nos ocupa, tiene un desarrollo personal digno de estudio que explica adecuadamente las fases que sigue un hijo de vizconde y admirador de Franco para convertirse en un delincuente socialista y demócrata sin tacha al uso en «Marca España«, apartado Transición, capítulo GAL.

El futuro funcionario encargado de la defensa de la unidad de España, de la constitución y del Estado de Derecho monárquico-parlamentario y olé, comenzó sus andaduras político-terroristas como miembro de la Asociación de Estudiantes Tradicionalistas, de ideología carlista. Estudió Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y, cuando terminó su brillante carrera (o me aprueba, o le secuestro, que diría a sus catedráticos) fue jefe de Gabinete de la Vicesecretaría General del Movimiento, o sea, de la criatura engendrada por el genocida Franco para dar un toque organizativo de estética más fascista a su régimen criminal, régimen criminal, que contó con la colaboración patriótica de ese hijo de puta del que Vd. me habla. También fue director general adjunto del Ministerio de Trabajo durante el período del mandato de Manuel Jiménez de Parga, obteniendo, por su proximidad al régimen franquista, una plaza en el Cuerpo Superior de Inspectores de Trabajo y Seguridad Social (ITSS).

Muerto de rositas el genocida, asegurada la colaboración de la CIA, obtenidos los suficientes recursos financieros del Partido Socialista alemán, con la bendición de toda la gente de “orden”, y con el objetivo de preservar lo que se pudiera de la ideología franquista para mantener la unidad de España, la monarquía franquista y los negocios de los ricos de siempre, Barrionuevo comenzó la andadura en el PSOE en el que el funcionario franquista acérrimo encontró su hueco llegando desde Convergencia Socialista de Madrid, un partido de izquierdas que se fusionó con el PSOE en 1977. Formó parte del equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid entre 1979 y 1982 bajo el mandato del alcalde Enrique Tierno Galván, ocupando el cargo de concejal de Seguridad. Habría que hacer una revisión histórica del bendito Tierno Galván pero hoy «no toca». Cuando el gran estadista Mr. X González Márquez alcanzó la gloria, fue nombrado ministro del Interior el 3 de diciembre de 1982 culminando así el proceso misterioso de la transformación de funcionario franquista en ministro de la porra y las pelotas de goma de un Gobierno progresista de cojones, ¡ojú!

 

Ríanse ustedes de los locos alquimistas que querían transformar el plomo en oro, de las crisálidas, y de las Drag Queens. Lo del terrorista de Estado José Barrionuevo es transformismo en estado puro y duro: Se «teletransportó» (como un Pokémon a Pikachu) de alto funcionario de un Gobierno ilegítimo y criminal, a salvador de la democracia, como su jefe y el jefe de su jefe. Además de su eficaz labor como organizador de secuestros y otros crímenes, tuvo tiempo para cambiar los nombres y los uniformes de la Policía franquista y montar el entramado del llamado Plan ZEN (Zona Especial Norte) diseñado especialmente para la implantación del terrorismo de Estado en Euzkadi.

Aunque el Plan ZEN daría para muchos libros, resumimos con lo que decía PUNTO CRITICO en 2019: ”Los Derechos Fundamentales recogidos en la Constitución, que había sido mayoritariamente rechazada por la población vasca, se conculcaron por parte del Estado: Tribunales especiales como la Audiencia Nacional, clónica del Tribunal de Orden Público de la dictadura; leyes de excepción como la Antiterrorista, que daba plenos poderes a unos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado sin depurar y permitía la incomunicación e indefensión de los detenidos durante diez días; sistematización de la tortura en comisarías y cuartelillos, asegurando la impunidad de los policías y guardias civiles delincuentes; creación de prisiones de máxima seguridad; política ilegal de dispersión de los presos políticos; «Fondos Reservados» para financiar tropelías sin necesidad de rendir cuentas, que sirvieron, entre otras cosas, para pagar al cuerpo de periodistas mercenarios dedicados a fondo a la intoxicación; y, como colofón, la continuación de la guerra sucia empleada por el franquismo (ATE) y por la UCD (Batallón Vasco Español), con el infinito agravante que supuso la creación de los GAL por el propio Gobierno del PSOE presidido por Felipe González«.

 

Fueron casi catorce años de delincuencia gubernamental, amparada por la Internacional Socialista -con la honrosa excepción del suizo Jean Ziegler, que llegó a presidir el Comité Internacional que organizó los actos del 50 aniversario del bombardeo y destrucción de Gernika-, en los que se detuvo a más de diez mil personas, se torturó a miles y se asesinó a más de treinta, entre ellos al dirigente de Herri Batasuna y prestigioso médico pediatra Santiago Brouard y al periodista Xabier Galdeano. Por el horripilante e inhumano sadismo empleado por los guardias civiles que secuestraron y torturaron hasta la muerte, merecen mención aparte los casos de José Ignacio Zabala Artano, José Antonio Lasa Arostegi y Mikel Zabalza Garate. Entretanto, como si fuera un acto de macabro recochineo, el 4 de febrero de 1985, el Estado español firmó la Convención Internacional contra las Torturas.

El asesinato del diputado electo de la Izquierda Abertzale Josu Muguruza Guarrotxena a manos del policía Ángel Duce y del cabecilla fascista Ricardo Sáenz de Ynestrillas, fue otro de los episodios a inventariar en este apartado. El «marrón» fue asumido íntegramente por Duce, que, curiosamente, murió pocos años después en un sospechoso accidente de circulación ocurrido en un oportuno permiso carcelario. Así quedó cerrado oficialmente uno de los casos más sangrantes y menos recordados de la reciente historia negra del reino borbónico.

 

Pero Barrionuevo nunca estuvo solo. Recordemos los nombres de los generales Cassinello y Sáenz de Santamaría. Este último fue un militar franquista encargado de los preparativos para los atroces últimos cinco fusilamientos del genocida en 1975. Ambos fueron hombres de máxima confianza de Felipe González y del PSOE en aquella época de plomo y sangre. Se llevaron sus secretos a la tumba. Barrionuevo no.

En 1988, con motivo de una corrupta remodelación interna del Gobierno para tapar los crímenes, ordenados con el puño y la rosa por bandera, fue separado del Ministerio del Interior para ser nombrado, como compensación por su silencio, ministro de Transporte, Turismo y Comunicaciones. De la condena a 10 años por su labor terrorista apenas cumplió dos años y medio y, ello, pernoctando en su casita porque así lo decidieron el PSOE, La Justicia y el actual beduino Borbón. Los «trabajos delicados» se pagan de una u otra forma…. O de varias. Todo esto y muchísimo más es la masa crítica del socialismo negro, de la transición negra, de la democracia negra, y de la «Marca España» negra, de los que el tal José Barrionuevo Peña no es más que un triste peón malencarado, chulo y grotesco que se ríe a la cara de las víctimas sabiéndose inmune e impune en ese Estado donde la democracia no es plena y donde aún se sienten como legítimos (y legitimados) los hijos y los nietos de los golpistas sublevados en 1936.

Decir, como dice de todo esto la miserable basura humana Barrionuevo Peña, que “fue lamentable” es realmente lamentable. Según sus declaraciones en El País, decir qué hizo y no decir lo que no hizo, sus acuerdos con X González Márquez, y su acuerdo con Eme Punto Rajoy para no entrar en el trullo (que condujo a una ridícula condena por nada menos que secuestro, malversación de fondos públicos y atraco con abuso de autoridad), nos puede dar una idea de cómo funcionaba y de cómo funciona «Marca España» ante la atónita mirada de sus vecinos con quienes comparten el euro en el monedero.

Ciertamente, tenían que reconocer el “Derecho a decidir«, no solo a vascos y catalanes, sino, también, a los propios españoles. Y es que, como llego a decir (con su puta caradura de hormigón armado) el emérito fugado, «La ley tiene que ser para todos igual”. Eso sí, en eso de «para todos» no se incluye la corona, la Corinna, los políticos españoles de derechas, de izquierdas, franquistas, Joseantonianos, fascistas, Fraguistas y Voxistas.


Fuente → blogs.deia.eus 

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