
Carles Vallejo fue detenido el 17 de diciembre de 1970, a las
6h45 de la mañana. Los agentes de la Brigada Político Social le llevaron
a la comisaría de Via Laietana, en Barcelona, donde lo mantuvieron
durante 21 días sufriendo torturas y humillaciones por su militancia
política.
“Yo fui uno de los cuentos de
represaliados de la dictadura que fuimos a parar a la tenebrosa Vía
Laietana 43, que era el agujero negro de la represión de la dictadura en
Barcelona”, recuerda a El Salto Carles Vallejo, presidente de la
Associació Catalana d'Expresos Polítics del Franquisme y del Consell de
Participació del Memorial Democràtic. “Presentamos esta querella
aprovechando la aprobación de la ley de Memoria Democrática, que abre
algunas brechas para que se investiguen los crímenes del franquismo”,
añade.
En los 70, Vallejo explica que la Brigada
Político Social tenía especialistas en la persecución de personas de
ideología comunista, de sindicalistas y de libertarios entre otros
colectivos que amenazaban la dictadura franquista. “A mi me tocó el
equipo dedicado a los sindicalistas y al movimiento obrero dirigido por
el comisario Genuino Nicolás, que tenía una especial vigilancia sobre la
Seat”.
Había comenzado a trabajar en la Seat un año antes, después de haber participado en el movimiento estudiantil. La Seat por entonces era la mayor empresa de España y la que acumulaba mayor número de trabajadores y trabajadoras. Era una empresa prácticamente militarizada, según explica, con militares en cargos de responsabilidad, con policías armados y guardias civiles jubilados en puestos de vigilancia y con una plantilla importante de personas pagadas para pasar información sobre todo lo que allí ocurriera que pudiera oler a rojo.
“Fue la peor tortura de todas, porque, si te detenían, sabías que te iban a torturas pero era cuestión de resistir 72 horas; aquí no”, recuerda Vallejo
Cuando entró a trabajar allí, Vallejo se dedicó a
organizar las comisiones obreras en la empresa. “Después de delaciones,
sospechas y seguimientos, me vinieron a detener una mañana en mi casa,
antes de ir a trabajar, y ahí empieza el agujero negro”, rememora. Ya
con la detención, llevada a cabo por policías de paisano, comienzan los
maltratos, que continuaron durante los 20 días que pasó en Via Laietana.
Aunque la ley franquista había marcado en 72 horas el tiempo máximo que
los detenidos podrían estar en manos de los agentes policiales, en ese
momento el régimen franquista había decretado un estado de excepción a
raíz de las movilizaciones que pedía la conmutación de la pena de muerte
dictada para los militantes de ETA en el proceso de Burgos. “Fue la
peor toRtura de todas, porque, si te detenían, sabías que te iban a
torturas pero era cuestión de resistir 72 horas; aquí no, la pesadilla
es terrible, estás solo frente al aparato de la represión durante el
tiempo que ellos quieran”. En esos 20 días Vallejo detalla la tortura
física, a base de golpes, y psicológica que sufrió. Veinte días que
vivió en duermevela, si saber si era de día o de noche, con el cuerpo
dolorido por los golpes recibidos en el anterior interrogatorio, y con
un nuevo interrogatorio, a base de torturas, cada cuatro horas con el
objetivo de que delatara quiénes eran sus compañeros en la organización
sindical y así poder destruirla.
La querella, a
la que ha tenido acceso El Salto, detalla que las torturas físicas
consistieron en golpes con la parte frontal de la mano plana, golpes en
el abdomen, patadas hasta hacerlo caer en el suelo, encapucharlo o
atarlo por debajo y atrás de las rodillas —método de tortura denominado
“el pato”—, manteniéndole acuclillado durante horas. También le hicieron
sufrir las denominadas “ruedas”, en las que cinco o seis policías en
círculo a su alrededor se turnaban para golpearle, o “la bolsa”, técnica
de tortura consistente en en colocarle una bolsa en la cabeza,
impidiendo que pudiera respirar.
Tras 20 días de
torturas, Vallejo fue condenado por el Tribunal de Orden Público por
delitos de asociación ilegal, propaganda ilegal y por delito de atentado
contra dos de los policías que le torturaron, a los que encima
indemnizar con 3.000 pesetas. Estuvo seis meses en prisión, Volvió a ser
acusado otra vez, aunque ya se había exiliado a Francia, donde trabajó
para la delegación exterior de Comisiones a Obreras. Después marchó a
Italia donde trabajó en la Confederación General Italiana del Trabajo
(CGIL) y coordinó acciones de solidad internacional con los
represaliados antifranquistas.
Vallejo volvió a Barcelona con el indulto de 1976 y también a la Seat, con la amnistía laboral. Allí asume cargos de responsabilidad, como la secretaría del comité de empresa yla dirección general de CCOO en Seat. También fue elegido en 1986 consejero del Comité Económico y Social Europeo y ha sido responsable de relaciones internacionales en la Federación estatal del metal de CCOO y de la Federación siderometalúrgica de CCOO en Catalunya.
Durante una de las sesiones de tortura, Genuino Nicolás le espetó una frase: “Yo soy policía profesional con Franco, seré policía profesional con la democracia y seré policía profesional cuando gobiernes los tuyos”
Pero aún recuerda bien a quienes protagonizaron la
pesadilla que vivió en Vía Laietana. “El responsable máximo era el
comisario Genuino Nicolás, que ya ha muerto”, apunta. Durante una de las
sesiones de tortura, Nicolás le espetó una frase que, por desgracia,
tenía mucho de real: “Yo soy policía profesional con
Franco, seré policía profesional con la democracia y seré policía
profesional cuando gobiernes los tuyos”. Y así sería. Ese mismo año,
Nicolás es nombrado jefe superior de Policía en Zaragoza. Dos años
después ya era comisario general de Seguridad Ciudadana, cargo que ocupó
durante la visita del Papa de 1982, cuya seguridad él se encargó de
coordinar. Y, tras la victoria electoral del PSOE, Nicolás es nombrado
director general de Protección Civil.
“Por encima de Genuino estaba Vicente Juan Creix, que no participaba en las torturas directamente pero era el jefe y estaba al tanto y la coordina”, continúa Vallejo. Vicente Juan Creix y su hermano, Antonio Juan, eran bien conocidos por la disidencia del franquismo. Su trabajo como represores ha sido retratado en el documental Barcelona 1962. L'ombra dels Creix, en el que varias personalidades de la cultura y política, como Manuel Vázquez Montalbán, la historiadora Anna Sallés, Salvador Clotas o el ex conseller de Economía Andreu Mas-Colell, relatan las torturas sufridas a mano de los dos hermanos durante su etapa de estudiantes en Barcelona.
“Hay muchos más casos de torturas en Vía Laietana”, subraya Vallejo. “Desgraciadamente no todas las personas han superado el trauma de la tortura, es un paso difícil dar testimonio de esta experiencia traumática, pero algunos y algunas hemos dado este paso por la memoria de todos aquellos que no lo han superado, por la memoria de las personas anónimas que han pasado por este trance”, continúa el sindicalista. “No es una cuestión personal, sino de reparación colectiva”.
“Se ha perdido la oportunidad para blindar claramente el derecho a la justicia de las víctimas del franquismo, pero sí se ha abierto una pequeña puerta”, señala Laura Medina
“Abre la puerta para que no se de la excusa de siempre para no investigar crímenes del franquismo: el principio de legalidad, la Ley de Amnistía y que los crímenes estarían prescritos, aunque los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles”, apunta Medina. Esos tres argumentos son los que, hasta ahora, han dado los jueces y fiscales para archivar de plano todas las querellas presentadas por crímenes del franquismo. Todas menos una, la relativa a los bombardeos de las fuerzas italianas de Mussolini en Barcelona, donde los acusados serían extranjeros a los que no se les aplica la Ley de Amnistía. “Somos duros de pelar, no desfalleceremos”, afirma Vallejo.
Vía Laietana como espacio de memoria
La querella
presentada por Carles Vallejo no tiene solo el objetivo de que por fin
se comiencen a investigar los crímenes del franquismo, aplicando lo
dictado por la Ley de Memoria Democrática. La querella es parte de una
campaña que tiene por finalidad convertir el edificio de Via Laietana
43, que aún hoy se utiliza como comisaría, en un espacio de memoria.
“Es
una anomalía democrática que todavía sea una dependencia policial un
sitio que en el franquismo era un espacio de dolor y tortura”, apunta
Vallejo. “La sombra del franquismo planeará sobre las actuales
dependencias mientras sigan estando allí; por el bien de la policía
democrática, lo mejor que puede hacer es cambiar de localización, que
además es inutil e inoperante desde el punto de vista logístico”, añade.
“La sombra del franquismo planeará sobre las actuales dependencias mientras sigan estando allí”, advierte Vallejo
La campaña, con el lema “Via Laietana, 43. fem justícia, fem memòria”, no es nueva. Hace años que las organizaciones memorialistas reclaman que la sede sea convertida en un espacio que haga homenaje a los represaliados del franquismo en Barcelona, como lo piden también las organizaciones memorialistas de Madrid con la cárcel de Carabanchel, que ya han mostrado su rechazo a la decisión del Consejo de Ministros del pasado 15 de noviembre de destinar el espacio a la nueva sede de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias y una pequeña parte a un espacio memorial.
En
la campaña participan organizaciones como Iridia, Òmnium Cultural, la
Mesa de Catalunya d’Entitats Memorialistes, l’Amical de Mauthausen, el
Observatorio Europeo de Memorias (EUROM), la Fundación Cipriano García y
la Associació Catalana d'Expresos Polítics del Franquisme que Vallejo
preside, entre otras.
Y la propia querella es una de las acciones para conseguir que Via Laietana deje de ser una dependencia policial. Según explica Medina, una de las novedades que se incluyen en el texto de la querella es la petición de una diligencia consistente en que se preserve el lugar de los hechos. “El objetivo es preservar la prueba, poder reconstruir los hechos, pero también que el edificio sea resignificado, siguiendo lo que dice la Ley de Memoria Democrática, que incluye artículos enfocados en declarar determinados espacios como lugares de memoria”, explica la abogada, que apunta que es una idea que han cogido de la experiencia argentina con los centros de detención que se utilizaron en su dictadura.
Fuente → elsaltodiario.com
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