Primo de Rivera aspiraba a que la Falange fuese el motor de la insurrección. / "El máximo respeto a José Antonio Primo de Rivera" de Lidia Falcón O'Neill
Falange fue uno de los principales partidos que practicó el empleo sistemático de la violencia durante el segundo bienio republicano.
No dejo de asombrarme por los términos relamidos y las almibaradas sonrisas que utilizó la portavoz del gobierno Isabel Rodríguez cuando anunció el traslado de los restos de José Antonio Primo de Rivera desde El Escorial, con las que afirmó que el gobierno sentía el máximo respeto por el fundador de la Falange. Y mi asombro se extiende a todos los políticos, opinadores y medios de comunicación, desde los liberales a los comunistas, que no han manifestado la menor crítica ni molestia por tal declaración.
Y no me refiero a los de las últimas generaciones que no han recibido información alguna en sus precarios estudios de esta escuela incompetente española, con la que la democracia ha hundido en la ignorancia y la estulticia a todos los nacidos después de la dictadura. Porque veteranos como Enrique de Santiago, secretario general del Partido Comunista de España, también han callado, supongo para que sus palabras no malsonaran en el concierto de adulaciones y servilismos con que la izquierda aguanta al oportunista sin conciencia moral que es el Presidente del Gobierno.
Y la sociedad española, hundida en la desinformación y la indiferencia, creerá que José Antonio Primo de Rivera se merece el respeto de que ha hecho gala la ministra, con la expresión y los modales propios de una señorita de la Sección Femenina de Falange. Porque no quede que yo también calle y sobre todo para que quizá algunos lectores sepan quien fue el personaje que se merece tal respeto, les escribo este breve resumen de su biografía y sus hazañas.
Ese Primo de Rivera, hijo del dictador que en 1923 disolvió las Cortes, manu militari, para que no le pidieran cuentas al rey Alfonso XIII por sus felonías y traiciones en la guerra de Marruecos, y a quien José Antonio admiraba y elogiaba continuamente, fue el fundador del partido Falange Española, ideólogo del fascismo español e incitador del golpe militar del 18 de julio de 1936 contra la II República española.
Según uno de sus biógrafos, Joan Maria Thomàs, «José Antonio Primo de Rivera hizo un proceso, paralelo a su ascensión a jefe único del partido, pasando progresivamente de ser un ultraderechista a fascistizarse y a convertirse finalmente en un auténtico fascista. Iría diseñando golpes de Estado específicamente falangistas, aspirando a establecer un Nuevo Estado fascista en el que él sería el nuevo führer o duce”, como ha señalado Ismael Saz, el fascismo de José Antonio Primo de Rivera «era, por supuesto, un fascismo pleno». En octubre de 1933, diez días antes de fundar oficialmente Falange Española en el teatro de la Comedia, viaja a Italia y se entrevista con Mussolini. Fundó Falange Española, partido político de corte fascista que, como tal, contemplaba el acceso al poder por métodos violentos; y la práctica de la Falange corroboró estos métodos llegando al pistolerismo.
Su campaña continua se articula no solo contra el comunismo, su bestia negra, sino también contra la democracia y el Estado liberal. Una de sus frases más célebres y características fue: “Para el Estado liberal, sólo era lo importante que en las mesas de votación hubiera sentado un determinado número de señores; que las elecciones empezaran a las ocho y acabaran a las cuatro; que no se rompieran las urnas. Cuando el ser rotas es el más noble destino de todas las urnas. Después, a respetar tranquilamente lo que de las urnas saliera, como si a él no le importase nada.” En ese mismo discurso de fundación de la Falange Española, legitima el ejercicio de la violencia, «la dialéctica de los puños y las pistolas», para propiciar un Estado autoritario.
Más adelante, buscaría el apoyo de la Italia fascista, consiguiendo en el verano de 1935 un sueldo mensual de 50.000 liras como agente extranjero del gobierno fascista italiano. José Antonio Primo de Rivera también viajó, en mayo de 1934, a Alemania para procurarse el apoyo del Tercer Reich. En la petición al embajador alemán se hace constar su interés por la nueva Alemania y especialmente por la organización de las SA y las SS. En este viaje visita a Hitler
Abrazó «un fascismo pleno, basado en la concepción mística de la revolución regeneradora, populista y ultranacionalista, orientada a la construcción de un Estado totalitario como base y cimiento de una comunidad nacional ordenada y entusiasta, jerárquica y conquistadora”
Falange fue uno de los principales partidos que practicó el empleo sistemático de la violencia durante el segundo bienio republicano. Desde un principio utilizó un lenguaje violento que fácilmente podía llegar a la provocación y al asesinato. Siguieron asesinatos en Valladolid, Gijón y Madrid; los falangistas mataron al exdirector general de Seguridad y fundador del Comité Nacional de Acción Republicana, Manuel Andrés Casaus, uno de los impulsores de la proclamación de la República en Éibar; también al periodista santanderino Luciano Malumbres. Por parte de la derecha, el primer asesinato cometido fue el de Juanita Rico, una costurera miembro de las Juventudes Socialistas.
Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 Falange Española de las JONS, «nutrida por nuevos militantes y nuevos fondos y en estrecha relación con los conspiradores militares», desarrolló la «estrategia de la tensión» que «justificara» un «golpe de fuerza». Así, «los incidentes violentos protagonizados por falangistas se sucedieron sin interrupción hasta el estallido de la guerra civil». El primer acto violento de gran repercusión mediática y política fue el intento de asesinato del destacado catedrático socialista Luis Jiménez de Asúa el 11 de marzo perpetrado por afiliados al SEU.
Primo de Rivera aspiraba a que la Falange fuese el motor de la insurrección. En varias ocasiones, mantuvo contactos con militares para que apoyaran una insurrección dirigida por la Falange. En el informe secreto sobre la situación política española que José Antonio Primo de Rivera redactó e hizo llegar al gobierno italiano en el verano de 1935, se lamentaba de que en el momento en el que se produjo la revolución de Asturias de octubre de 1934, Falange no dispusiera de fuerzas suficientes para haber respondido con una contrarrevolución; y, sobrevalorando la capacidad de Falange, informaba que «si los acontecimiento se precipitasen, la Falange podría tal vez intentar pronto la conquista del poder, por muy inverosímil que ello suene ahora»; que de darse unas circunstancias parecidas, estaba preparada para iniciar la sublevación.
Primo de Rivera, en lo personal, protagonizó numerosos actos de violencia. Caía en accesos de ira cuando se ofendía la memoria de su padre. En sus tiempos de estudiante acabó a puñetazos numerosas discusiones y más tarde esa violencia la llevó a las Cortes, al Colegio de Abogados y a los cafés. En 1931 protagonizó un grave incidente al agredir al general Queipo de Llano, quien no se privaba de hablar despectivamente sobre el dictador Primo de Rivera (padre de José Antonio). Enterado José Antonio de alguno de esos comentarios, se presentó en compañía de uno de sus hermanos y de sus amigos en el café donde Queipo de Llano frecuentaba una tertulia, llamó su atención y sin darle tiempo a reaccionar, estando Queipo de Llano sentado, le propinó un golpe. Queipo de Llano sufrió una herida en la frente que le dejó marcado y José Antonio Primo de Rivera, que era alférez de complemento, fue expulsado del Ejército por un tribunal militar.
En su actividad parlamentaria, en dos ocasiones agredió a puñetazos a dos diputados. En uno de los casos, las críticas del diputado a la dictadura de su padre sirvieron de detonante. Cuando fue juzgado por tenencia de armas, en el momento que se leyó la sentencia que lo condenaba a cinco meses de arresto tuvo un acceso de cólera, insultó y amenazó a los magistrados; actuaba como su propio defensor y se rasgó la toga y arrojó al suelo el birrete. Un oficial del juzgado comentó: «Tan chulo como su padre», a lo que Primo de Rivera respondió propinándole un puñetazo que fue respondido por este lanzándole un tintero que le alcanzó la frente. En la cárcel Modelo de Madrid, cuando se le comunicó su traslado a la de Alicante, estando encerrado en su celda, se encolerizó hasta tal punto que otros falangistas se alarmaron y, creyendo que estaban sometiendo a su líder a malos tratos, protagonizaron un conato de motín.
Es indudable que los numerosos disturbios y asesinatos que la Falange protagonizó después de que el Frente Popular obtuviese el triunfo en las elecciones, lo fueron con su conocimiento y bajo sus directrices.
A finales de 1934 o principios de 1935, Primo de Rivera redactó la composición del posible gobierno que saldría de la insurrección. Formado principalmente por falangistas, también figuraban Franco, Mola y Serrano Suñer como ministros de la Defensa Nacional, Gobernación y Justicia respectivamente. Primo de Rivera se autonombraría jefe de aquel gobierno. En 1935 elaboró varios planes. En junio, la cúpula falangista se reunió con los jefes territoriales en el parador de Gredos para preparar una insurrección que tendría su origen en Fuentes de Oñoro, pueblo de la provincia de Salamanca, cercano a la frontera de Portugal para posibilitar la incorporación del general Sanjurjo (por entonces exiliado en Portugal) y, también, facilitar la huida en caso de fracaso. Y en noviembre, otro plan preveía que la insurrección comenzaría en Toledo, con la colaboración del coronel Moscardó. El 14 de marzo, Primo de Rivera ingresó preso en la cárcel Modelo de Madrid por posesión ilícita de armas y posteriormente, el 5 de junio, fue trasladado a la cárcel de Alicante. Desde la cárcel, favorecido por un relajado régimen de visitas, dirigió a la Falange tratando de llevar la iniciativa en la insurrección. A finales de abril redactó una carta dirigida a los oficiales del ejército que se distribuyó el 4 de mayo. En ella se hacía un llamamiento a la sublevación.
Se organizaron varias operaciones tipo comando con el conocimiento y la aprobación de Franco. Dos de estas operaciones se realizaron con la colaboración del Tercer Reich alemán. En ellas se contaba con el apoyo de la delegación diplomática alemana en Alicante, se disponía de dinero para sobornar a quienes lo custodiaban e intervinieron torpederos alemanes para acercarlos al puerto alicantino.
José Antonio Primo de Rivera no llegó a alcanzar una significativa influencia política mientras vivió; sólo contribuyó negativamente a acelerar y aumentar el desastre español. Su fama y apoteosis sólo llegaron de modo póstumo y probablemente no lo hubieran hecho nunca de otro modo. […] Sin embargo, muerto llegó a ser objeto del más extraordinario culto al mártir de toda Europa contemporánea, lo que, a la larga, le ha garantizado una posición, un estatus, y un papel que nunca podría haber consumado en la vida real.
Los homenajes y conmemoraciones que organizó Franco para honrarle y atribuirse su legado fueron tan desproporcionados y dirigidos a convencer a españoles y extranjeros del genio y heroísmo de aquel que había teorizado largamente la necesidad de una dictadura permanente en España. Transportaron a hombros, durante diez días, los restos de José Antonio, desde Alicante hasta el Escorial. El ataúd fue recibido a las puertas de El Escorial por el propio Generalísimo Franco, acompañado por todo el gobierno y la jerarquía militar, entre redobles de tambores, salvas de artillería y música militar. Al lado del sepulcro se dispusieron las coronas de flores enviadas por Hitler y Mussolini.
Este es el personaje por el que la sonriente y femenina Isabel Rodríguez, y todo el gobierno de España, social-comunista, siente tanto respeto. Recuerdo una frase de Antoni Tápies refiriéndose a Salvador Dalí, y a los elogios y homenajes otorgados a éste después de la dictadura: “En España no hay nada más rentable que tener un pasado fascista.”
Fuente → diario16.com
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