Las «sacas» de republicanos de penales de Burgos por verdugos franquistas. Asesinados y fosas comunes

 Las «sacas» de republicanos de penales de Burgos por verdugos franquistas. Asesinados y fosas comunes / Tulio Riomesta

El golpe de estado del 36 buscaba la expeditiva y sistemática eliminación de alcaldes y concejales de los ayuntamientos de la provincia de Burgos, y miembros frentepopulistas de la diputación provincial, que fueron rápidamente arrestados por sublevados franquistas. Y también los líderes y afiliados a sindicatos izquierdistas y, en definitiva, cualquiera considerado simpatizante de la República, numerosos intelectuales, reconocidos masones, ateos declarados. En la retaguardia franquista, se materializó un violento afán aniquilador, y una cruel indiferencia, o incluso satisfacción, propios de una patología homicida. 
 
A finales de julio y comienzos de agosto se saturaron las prisiones burgalesas, tanto la Central como la Provincial; esta última albergaba también mujeres. Los recluidos no eran solo oriundos de la capital, también de comarcas como la Bureba, Merindades, Odra-Pisuerga, Pinares, Ribera del Duero, Valle del Arlanza, o núcleos tan significativos como Aranda de Duero y Miranda de Ebro, donde en esos momentos se estaban produciendo arrestos masivos. Los verdugos fascistas infligieron a los presos Republicanos todo tipo de castigos, palizas y torturas, hambre, frío, hacinamiento y, como consecuencia múltiples enfermedades. 
 
Previa configuración de listas negras por fascistas originales de las comarcas de donde procedían los propios reclusos, comenzaron las confiscaciones de bienes, el desvalijamiento e incautación de locales, y los «paseos», en los que se abandonaban los cadáveres en las afueras de muchas localidades o en las propias calles, testimonio desgarrador y fidedigno de las atrocidades cometidas en la España «nazionalista». Arrancaron las “sacas” que consistían, básicamente, en falsas excarcelaciones dictadas por los responsables de las prisiones, que a su vez recibían órdenes expresas de los militares insurrectos, en Burgos el gobernador civil, el “general” Fidel Dávila y posteriormente el “general” Francisco Fermoso. 
 
Los Republicanos eran “sacados” de prisión en pequeños grupos, no más de una docena de presos, maniatados, de madrugada para ocultación a familiares y a la población. Eran entregados a piquetes de falangistas, carlistas, y frecuentemente guardia civil para ser conducidos, supuestamente a sus casas o a otras prisiones, pero terminaban asesinados. Una vez llegaban a los sitios convenidos eran bajados de los vehículos, formados en fila junto a las zanjas a pie de fosas, que previamente habían sido cavadas a menudo por ellos mismos. 
 
Los asesinos no se privaban de cometer torturas y vejaciones, a veces en estado de embriaguez; tan sanguinarias prácticas, se hicieron cotidianas a lo largo de los meses estivales y otoñales. Seguían las detonaciones estruendosas de los máuseres y luego ráfagas secuenciadas de disparos de pistola, tiros de gracia como prueban los orificios de los proyectiles en los cráneos de las víctimas. De esta forma se cargaban las entrañas de los montes de miles de cadáveres de Republicanos. Los presos Republicanos “sacados”de los penales burgaleses eran asesinados en varios lugares, principalmente en monte Estepar y La Pedraja, y también en otros 2 parajes, el Alto de la Venta en Villamayor de los Montes y el Monte de La Andaya (Quintanilla de la Mata). 
 
Hubo un total de 85 Republicanos asesinados y enterrados en 4 fosas comunes en La Andaya. Algunos procedían de la cárcel de Lerma, en su mayoría eran oriundos del Valle del Arlanza y de la Ribera del Duero, la mayor parte vecinos de Aranda de Duero. El 25 de agosto de 1936 hubo una saca de 29 individuos, otra el 5 de septiembre con 15 más, y hasta una 3ª el 11 de ese mismo mes con 41 presos. Entre 2006 y 2007 un equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi dirigido por el profesor de Medicina Forense Francisco Etxeberria, extrajo de estas fosas los restos de 44 víctimas, las 2 mujeres halladas en este paraje eran probablemente reclusas procedentes de penales de Burgos. 
 
“Sacados” de diferentes penales también fueron asesinados y arrojados a la fosa común de Villamayor de los Montes, en el paraje del Alto de la Venta, donde un equipo, dirigido por el arqueólogo forense Ángel Fuentes y el profesor Francisco Etxeberria, exhumaron en 2004 la fosa, donde se hallaron, al menos, 2 tandas bien diferenciadas de víctimas procedentes de sendas sacas de la prisión central de Burgos, la del 13 de septiembre con 25 víctimas, 8 de la cárcel de Lerma, y la del 24 del mismo mes con 21 presos, lo que hace un cómputo de 46. 
 
Los militares sublevados, con Franco a la cabeza, estaban «purificando», además de «reconquistando», al tiempo que sentaban las bases de un sórdido nazionalcatolicismo que habría de perpetuarse durante más de 40 años.
 

Documentos: Nueva Tribuna (Isabel G. Caballero). Wikipedia. Paisajes del Terror Caliente de 1936 en Tierras de Castilla (Juan Montero-Gutiérrez, Natalia García Redondo). Público (Diego Barcala). Leonoticias (L. Sierra). Rebelión (Subcomandante Marcos). El Norte de Castilla (Rosalía Santaolalla)


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