Dentro de 3 días, Roger Umpiérrez irá a juicio. La Policía
Nacional le acusa de haberles insultado y de darles un manotazo al
requerirle que se identificara. Todo ocurrió delante de la comisaría de
Via Laietana de Barcelona después de una movilización en noviembre de
2017. Roger niega los hechos y, de hecho, denunció que los policías le
habían maltratado. La Audiencia Provincial afirmó que, efectivamente,
existían indicios de vejación y que los agentes implicados deberían ir a
juicio. Entonces, la pena que le pedía Fiscalía pasó de los 2 años
iniciales, a los 3 que le piden ahora. El de Roger, es uno de los 10
juicios en relación al proceso independentista que tienen que celebrarse
este trimestre. Esta semana también se ha juzgado al periodista Antonio
Baños y la diputada de la CUP Eulàlia Reguant por haberse negado a
testificar ante Vox en el juicio de los presos políticos. Desde hoy,
toca a casi un juicio por semana antes de terminar el año.
El
quinto aniversario del 1 de octubre coincide con “el pico de los
juicios de las protestas que se produjeron después de que se publicara
la sentencia de los presos políticos”, sostiene el portavoz de Alerta
Solidària, Martí Majoral. Tanto Alerta Solidària como Òmnium Cultural,
las dos principales entidades que se dedican a hacer frente a la
represión contra el independentismo, corroboran que a día de hoy hay más
de 90 causas judiciales pendientes de resolución. Sin embargo, la cifra
de afectados varía. Según Alerta, estas causas afectan a 188
independentistas mientras que Òmnium eleva la cifra a las 563. “Seguimos
inmersos en una causa general contra el independentismo y, por tanto,
en una persecución sistemática de la disidencia”, afirma Xavier Antich,
presidente de Òmnium Cultural.
En los últimos cinco años hay
un total de “4.200 personas represaliadas” alrededor del Procés, afirma
la entidad. Desde el Centro de Defensa de Derechos Humanos Iríada,
también recuerdan que hay 65 agentes de la Policía Nacional investigados
por su actuación durante el 1 de octubre de 2017 en los centros de
votación de Barcelona ciudad. La fase de investigación ha concluido,
informan, y están a la espera del juicio.
La represión aglutina un independentismo dividido en la estrategia
“Es
evidente que la represión sigue. Los juicios que deben celebrarse son
una muestra de ello”, aseguran fuentes de la presidencia de la
Generalitat. Unas afirmaciones que defienden y aglutinan a todo el
espectro independentista. No es tarea simple. La unidad que se exhibía
en Catalunya hace cinco años en defensa del referéndum de
autodeterminación parece hoy un espejismo. La fractura interna en el
gobierno, las desavenencias y las divergencias en el camino a seguir
dibujan un soberanismo con mayor división que proyecto capaz de generar
consenso.
La muestra está en que, admitido que la
represión no cesa, las diferencias estratégicas afloran y tensionan.
Desde la presidencia de la Generalitat insisten en la necesidad de la
mesa de negociación. “El Govern trabaja para la desjudicialización del
proceso independentista. Éste es uno de los acuerdos a los que se ha
llegado con el gobierno español”, explican. Y añaden: “Está previsto que
a finales de año ya se vean los primeros resultados de esta
desjudicialización”. El propio socio de gobierno, Junts, pero, critica
abiertamente esta estrategia. Alerta Solidària también denuncia que “no
se puede hablar de desjudicialización efectiva” cuando “este trimestre
deben celebrarse 11 juicios políticos” contra independentistas.
Por otro lado, Pau Juvillà,
el ex secretario de la mesa del Parlament de Catalunya que perdió el
escaño a principios de año por haber desobedecido y no haber descolgado
unos lazos amarillos del Ayuntamiento de Lleida en período electoral,
lamenta que actualmente “hay un intento de invisibilizar la represión” y
defiende: “A pesar de la mesa de diálogo y el intento de pacificación
del Estado y de una parte de los partidos independentistas, la represión
sigue vigente cuando se envía la mesa del Parlament ante el Tribunal
Superior de Justicia de Catalunya para debatir sobre la monarquía o la
autodeterminación, cuando estos debates se han dado sin ningún problema
en el Parlamento gallego”.
Menos detenciones, penas más altas y métodos de la lucha antiterrorista
Tras
la brecha que representó la pandemia y a raíz, también, de las
tensiones internas, el movimiento independentista de hoy está más
debilitado, genera menos movilizaciones y, en general, participa menos
gente de ellas. Esto explica, según Martí Majoral, que ahora no “exista
ni mucho menos una represión activa policial que genere nuevas causas
como pasaba en otoño de 2017 o de 2019, al conocerse la sentencia
de los presos políticos”. La represión se mantiene pero “se adapta al
nivel de lucha que se da en cada momento”, defiende la abogada Norma
Pedemonte. En este sentido, afirma que hoy hay menos detenciones pero,
en cambio, se da “una lucha sin tregua por parte de Fiscalía por pedir
penas muy altas” a los encausados.
La evolución que más
preocupa al conjunto del movimiento es la asunción del relato que
asimila al independentismo con el terrorismo. Martí Majoral, defiende
que “el Estado ha apretado el acelerador y ha puesto mucho dinero en
aplicar métodos que se han utilizado habitualmente en el País Vasco como
el espionaje o la infiltración de agentes a los movimientos políticos” y
recuerda “la imputación genérica por terrorismo a gente que sólo se ha
manifestado”. Concebir independentismo como terrorismo, explica, “se
hace para justificar internamente el uso de medios que vulneran derechos
fundamentales como el espionaje o la infiltración y crear un relato que
permita casos como el de Tamara Carrasco o la Operación Judas”,
que comportó la detención de 9 miembros de los Comités de Defensa de la
República acusados de terrorismo. 7 de ellos estuvieron tres meses en
prisión provisional. Ahora, parte de las diligencias de investigación
están siendo reclamadas por las defensas y negadas por el juez
instructor.
En este sentido, hace 4 meses, la Directa y el diario Ara destaparon que la Policía Nacional había infiltrado
a un agente en el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans, en la
asamblea por el derecho a la vivienda Resistim el Gòtic y el Casal
Popular Lida Òdena de Barcelona entre junio de 2020 y mayo de 2022. Se
trata de una infiltración, pues, que se inicia en la fase en que la
movilización en la calle va a la baja. El mismo cuerpo policial intentó
captar a Enric Pérez como confidente de Jovent Republicà, las juventudes
de Esquerra Republicana, i Batec.
Ante estas informaciones,
Òmnium presentó un recurso contencioso en la Audiencia Nacional. La
respuesta fue un informe del ministerio de Interior, de agosto de 2022,
en el que se justifica y considera “legítimo, idóneo y oportuno” la
infiltración de agentes al movimiento independentista dado su carácter
“violento”. Xavier Antich, presidente de la entidad, argumenta que “hay
una estrategia de Estado para vincular independentismo con terrorismo” y
considera “muy grave que, para justificar vulneraciones de derechos
flagrantes como es infiltrarse en organizaciones juveniles, un Estado
pretendidamente democrático se invente prácticas violentas
inexistentes”.
El papel de la Generalitat genera tensiones
El
papel de los Mossos d'Esquadra también genera discrepancias en el seno
del independentismo. Esquerra y la CUP, en el acuerdo al que llegaron
para investir a Pere Aragonès como presidente de Catalunya, acordaron
que la Generalitat se retiraría de las causas judiciales relacionadas
con el independentismo en las que se había presentado como acusación
particular si se acreditaba que no existían lesiones a los agentes de la
autoridad.
Según fuentes de la presidencia, así lo han hecho.
Asumen que se han “ido retirando de todas las causas” aunque
“actualmente, todavía hay unas cuantas causas abiertas que se están
analizando caso a caso para aplicar este criterio de retirada de
acusaciones”. Alerta Solidaria, lo certifica pero critica que deben
“batallar mucho” y “ejercitar presión mediática” para que el compromiso
se haga efectivo. En palabras de Martí Majoral, “ni Junts ni ERC”,
cuando han estado al frente de los Mossos, “no han tenido la valentía de
hablar claro y admitir que en Catalunya hay un problema con ciertos
policías y trabajadores”. “La Generalitat pretende lograr compromisos de
un cuerpo policial que no quiere o no puede controlar”, añade la
abogada Norma Pedemonte.
Ante este escenario complejo e incierto,
Òmnium Cultural tiene claro que la represión seguirá mientras haya lucha
independentista. “Estos cinco años nos demuestran que la lucha
antirrepresiva, por ser realmente efectiva, debe ser, esencialmente,
estratégica. Para cohesionar el movimiento, fortalecerlo individual y
colectivamente y avanzar en los objetivos políticos que la represión
quiere romper.” En la misma línea, Pau Juvillà reclama que “las
tensiones no deberían existir en el contexto antirrepresivo”. Unos llamamientos a la unidad antirrepresiva que habrá que seguir cómo evolucionan en medio de la crisis del Gobierno catalán.
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