Cronología mundial durante seis meses decisivos. Julio-Diciembre de 1937

 Cronología mundial durante seis meses decisivos. Julio-Diciembre de 1937

Apareció el nuevo volumen de esta serie -firmada por nuestro compañero Federico Rubio- sobre la guerra antifascista de España (1936-39); como siempre, con interesantes aportaciones al conocimiento de las entretelas y el contexto de aquel conflicto.

Comienza el mes de julio con el relato del encarcelamiento del pastor luterano alemán Fiedrich Niemoller, el autor del tantas veces citado poema “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas…” Habían transcurrido ya cuatro años desde la ocupación del poder por el Partido Nazi y con su encarcelamiento se cerraba el círculo tenebroso: “…cuando vinieron a por mí, ya no quedaba nadie que pudiera protestar.”Un buen ejemplo en contraste con la Iglesia Católica española que, pocos días después, publicaba su Carta Pastoral alineándose oficialmente con el fascismo y el nazismo que iba estableciendo la larga e infame dictadura de Franco y sus secuaces.

 

Antes de describir la batalla de Brunete (cuya síntesis, como en otras batallas, el autor bebe del historiador Tuñón de Lara) se recuerdan hechos significativos: la elección de José Alcalá Zamora (uno de los hijos del primer Presidente de la República) como presidente de la Federación Universitaria de Estudiantes (FUE) y el Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, que se inició en Valencia y luego se prolongó´por Madrid, Barcelona y París. Un hecho, este, que puso en el candelero el apoyo de la mayoría de la intelectualidad mundial al combate de nuestra República contra el fascismo, pero que servirá de poco ante el cinismo de los Gobiernos “democráticos” que siguieron defendiendo la No-intervención.

Tanques T-26 apoyando los combates de las tropas republicanas en los campos de Brunete

Otro hecho que tendrá un tratamiento consecutivo en estos meses será el salto adelante en la agresión japonesa a China, que dará lugar a la guerra chino-japonesa en la que el Partido comunista de Mao Tse-tung ofreció a su hasta entonces enemigo, Chiang Kai- shek, una política de Frente común que culminará con la victoria de 1945. La agresión japonesa suponía una amenaza directa a la URSS, razón por la cual Japón firmará pocos meses después el Pacto anti-Comintern, que cerró el triángulo (Berlín-Roma-Tokio) promotor de la segunda guerra mundial.

No cabe duda que esta amenaza en su flanco oriental produjo una reducción de la ayuda soviética a la República, aunque esta también se vio afectada por la escalada, por parte de la Italia fascista, del hundimiento de los barcos que suministraban armas y alimentos a la República.

Pero la ayuda a la República continuaba: en agosto una delegación internacional de Ayuda a España llegó para expresar su solidaridad y denunciar la política de no intervención como una política suicida que abocará en la guerra. La única manera de detener esta, afirman, es derrotando a los fascistas en España. No se hará, entre otras cosas porque los gobiernos “democráticos” seguían haciendo la vista gorda ante la descarada intervención italo-alemana, aunque convocaran en septiembre a Italia a una conferencia en Nyon para que dejara de hundir barcos británicos. Así lo hicieron, pero siguieron con su piratería con los barcos de otras banderas. La URSS se vio obligada a abrir una nueva ruta de abastecimiento, más larga, desde Murmansk, en el Ártico, hasta Francia.

De poco sirvió la petición que en septiembre hizo Juan Negrín en Ginebra ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones: defensa de la democracia española y condena de Italia y Alemania como agresores. La SdN la rechazó. El camino a la SGM se iba labrando con las agresiones de los unos y las dejaciones (o colaboraciones) de los otros.

Antonio Machado escribió ese mes de septiembre un artículo en la revista Hora de España. En él contraponía la tibieza de las democracias frente a las maniobras fascistas con la actitud de la Unión Soviética: “La gran República de los Soviets va ganando… la simpatía y el amor de los pueblos; porque toda ella está consagrada a mejorar las condiciones de la vida humana y al logro efectivo de un propósito de justicia”.

Mientras tanto la República proseguía su combate con el único apoyo de la URSS, México y las Brigadas Internacionales. Y así a la ofensiva de Brunete, en julio, le siguió la de Zaragoza en agosto; el resultado fue magro, ya que solo sirvió para ensanchar 1000 km2 el territorio republicano. El libro muestra la opinión de Líster sobre ambas ofensivas, aunque sus análisis no sean de lo más certero.

Los franquistas, por su parte, proseguían con su táctica de bombardeo de las ciudades del Levante (objetivos civiles incluidos) y conseguían en octubre conquistar toda la franja Norte (caída de Asturias) y se preparaban a llevar sus tropas para la toma definitiva de Madrid. Para impedirlo Vicente Rojo, Jefe del Alto Estado Mayor Republicano, lanzará en diciembre de 1937 una ofensiva sobre Teruel que tuvo un buen comienzo, pero que se frustrará en febrero de 1938 al recuperar Franco la ciudad.

De todo esto, y de muchos otros aspectos tocados en el libro (como por ejemplo una sucinta lista de enfermeras internacionales voluntarias), el lector podrá sacar una idea del contexto en el que se libró aquel primer enfrentamiento, heroico, con el fascismo.


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