Contornos de un nuevo laborismo democrático en el Estado español
Contornos de un nuevo laborismo democrático en el Estado español
María Corrales 
 
El pasado 8 de julio, Yolanda Díaz, Vicepresidenta Segunda del Gobierno de España y Ministra de Trabajo, lanzó el proyecto político “Sumar” con un mensaje clave: Sumar no viene a ser un partido ni una suma de siglas, sino que se constituye como “un movimiento ciudadano” cuyos objetivos son el de “ensanchar la democracia” y “construir un país para la próxima década”.

 

La metodología elegida ha sido la clásica de dichas plataformas: una ruta de la lideresa gallega por todo el Estado español desde el que iniciar un “proceso de escucha” con la ciudadanía mientras que, a su vez, se componen diversos grupos de trabajo sectoriales capitaneados por independientes que tienen el mandato de construir el programa y el armazón ideológico de un artefacto del que hoy sólo podemos intuir sus costuras a partir de la acción política de Díaz.

No obstante, los principales mensajes del discurso de Díaz, así como su trayectoria nos explican mucho más de lo que parece del análisis y los objetivos políticos y orgánicos de la actual vicepresidenta del Gobierno de España, por lo que, para elaborar este artículo, partiremos precisamente del análisis de los mismos.

SUMAR COMO MOVIMIENTO CIUDADANO

La insistencia de Díaz en separar a Sumar de los partidos tradicionales tiene varias derivadas. La primera es la de conectar con el sentimiento antipolítico que reina en la opinión pública española desde las últimas repeticiones electorales de 2019, un estado de ánimo directamente relacionado con el quiebre de expectativas ciudadanas después del fin de ciclo del 15M y el estancamiento de Unidas Podemos como vector de movilización.

No deja de ser llamativo que, en medio de la crisis energética y social derivada de la guerra en Ucrania, el Centro de Investigaciones Sociológicas siga situando los problemas de índole política como la segunda preocupación ciudadana del país. Una tendencia que se ha mantenido estable en los últimos tres años y que alcanzó su máximo histórico en enero de 2020. Dicho ánimo tiene otra cara, y es que, desde meses antes de la pandemia, la movilización ciudadana está bajo mínimos, algo que siempre ha preocupado a Díaz, cuya concepción de los partidos es claramente antivanguardista. De hecho, en una reciente entrevista para Jacobin, la líder de Sumar dejó claro que uno de los retos fundamentales de su proyecto era el de “poner en movimiento a la ciudadanía” a imagen y semejanza de lo ocurrido recientemente en Chile o en Colombia.

El segundo objetivo que persigue la Ministra de Trabajo con esta apelación es la de construir una base organizativa sólida sobre la que el resto de formaciones políticas, a saber: Podemos, Izquierda Unida, Catalunya en Comú, Compromís y Más Madrid, deban pivotar. Merece la pena recordar que Yolanda Díaz fue nombrada como sucesora en el liderazgo del partido y en la Vicepresidencia por Pablo Iglesias sin ser conocedora de dicha decisión. Un movimiento táctico desde el que el ex-líder de la formación morada esperaba garantizar que Podemos fuese el núcleo sobre el que girara la reformulación del espacio. Lejos de aceptar dichas condiciones, la nueva Vicepresidenta dejó claro desde el principio que ella asumiría el liderazgo siempre y cuando tuviese las manos libres para decidir equipo y proyecto.

Este elemento es el que está generando tensiones públicas de forma más evidente. La emancipación de Yolanda Díaz y su acercamiento a quienes, como Íñigo Errejón de Más Madrid, abandonaron Podemos en su día, no ha sentado nada bien en las filas moradas, que se arrogan la paternidad de haber llevado a la izquierda del PSOE por primera vez al Gobierno de España desde la Segunda República. De hecho, es conocido que la actual Ministra de Trabajo, en ese momento lideresa de la marca de Podemos en Galicia, se opuso a la repetición electoral que finalmente consiguió doblar el brazo a Pedro Sánchez para que aceptara las condiciones de Pablo Iglesias, algo que el ex-vicepresidente suele recordar a menudo desde su nuevo rol de comentarista y presentador desde su programa de La Base.

En este sentido, lejos del “Frente Amplio” o coalición de partidos que Unidas Podemos reclamaba, el camino que Yolanda Díaz está ofreciendo al resto de fuerzas políticas es que se integren en Sumar de forma individual, dejando las siglas a un lado. Sin embargo, es evidente que ninguna de las formaciones llamadas a integrar dicho espacio va aceptar su disolución, algo que, por supuesto, Díaz conoce. Esto nos lleva a pensar que lo más probable es que estemos en una primera fase en la que el objetivo de Sumar sea el de ganar músculo militante y organizativo para, sólo después, poder negociar con el resto de actores huyendo, así mismo, del formato de la sopa de siglas cuyo resultado fue un fracaso estrepitoso en las últimas elecciones autonómicas en Andalucía.

Por otro lado, las diferencias entre el partido liderado por Ione Belarra, Ministra de Derechos Sociales, y la Ministra de Trabajo no se limitan a una cuestión electoral. También existen diferencias estratégicas a la hora de afrontar la participación en el Gobierno. Así, mientras que Díaz hace gala de su lealtad a Pedro Sánchez en asuntos clave como la política internacional, Belarra ha optado por chocar con el Partido Socialista con la voluntad de que la identidad política de su formación no quede disuelta en la acción del Ejecutivo. Por su parte, la detentora de la cartera de Trabajo huye de dichas polémicas en aras de disputar la totalidad de la obra de gobierno poniendo en valor las medidas que, no sin dificultades, consigue llevar adelante, emergiendo así como un liderazgo universal y no de parte. La Vicepresidenta cuenta con el apoyo de Izquierda Unida en dicha estrategia, tanto de Alberto Garzón, al cargo de la cartera de Consumo, como de Enrique Santiago, Secretario General del Partido Comunista Español (PCE).

ENSANCHAR LA DEMOCRACIA

Cuando Yolanda Díaz habla de ensanchar la democracia, lo está haciendo en dos sentidos fundamentales: el primero, desde la no impugnación de la Transición Española de 1978; el segundo, como ampliación del campo de batalla de la democracia formal a la democracia económica, partiendo del protagonismo de los sindicatos de clase en el Estado español.

Para entender la relación de la actual Ministra de Trabajo con la recuperación de la democracia en el Estado español hace falta indagar en sus sus raíces familiares y en su pasado como abogada laboralista. La líder de Sumar es hija de Suso Díaz, histórico sindicalista gallego y líder de Comisiones Obreras que llegó a estar encarcelado en los últimos años del franquismo. Una tradición que guarda relación con las movilizaciones que empujaron para conseguir la democracia en el Estado Español y que siempre vieron con malos ojos que algunos sectores de Podemos infravaloraran las victorias de la Transición. En este sentido, mientras que para las nuevas generaciones de izquierdas, la Transición siempre ha sido considerada como un proceso de transformismo en el que se cedió frente al viejo régimen franquista, la tradición de los grandes sindicatos y del PCE de Santiago Carillo reivindica su papel a favor del consenso.

Sea por su relación familiar o por la propia militancia de Díaz en el PCE quién, no obstante, siempre fue más cercana a las posiciones de Julio Anguita que de Santiago Carrillo, es evidente que su relación con la izquierda que hizo la Transición es muy diferente de la que mantuvieron Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. En el discurso de Díaz no hay una ruptura con el 78, sino, más bien, un hilo que intenta estirar desde las pulsiones democráticas existentes de ese momento. Una propuesta para un nuevo contrato social, pero que se hace cargo de su herencia y en el que las y los pensionistas tienen un papel clave en sus intervenciones.

Tanto es así, que las dos principales medidas aprobadas por el Ministerio de Trabajo, a saber, los ERTEs y la nueva reforma laboral, fueron pactadas desde el marco del diálogo social, es decir, con patronal y sindicatos, ensalzando, precisamente, el núcleo de la cultura política de la Transición: el consenso. Dicha posición, hito fundante del liderazgo de Yolanda Díaz, consiguió imprimirle al perfil unos atributos de transversalidad y dirección que catapultaron la popularidad de la actual Vicepresidenta hasta el punto de convertirla en el miembro mejor valorado del Gobierno de Pedro Sánchez.

Mención aparte merece el papel de los sindicatos mayoritarios, CCOO (Comisiones Obreras) y UGT (Unión General de Trabajadores), en el proyecto que lanza Sumar. Los sindicatos en el Estado español no escaparon a la crisis de representación ni a la crítica del movimiento del 15M y, por lo tanto, nunca llegaron a formar parte del núcleo central de alianzas para el primer Podemos. Lejos de ello, los de Pablo Iglesias pusieron el foco en las nuevas formas de organización de clase, más vinculadas al precariado y a los movimientos sociales, quienes, además, tenían una posición muy crítica por más ambiciosa respecto del sindicalismo tradicional.

Una década más tarde, el sindicalismo, especialmente CCOO aunque también las nuevas formas de organización laboral, han pasado a ser uno de los actores más relevantes a la hora de apoyar a Yolanda Díaz mientras que, por su parte, la líder de Sumar ha convertido la democracia en las empresas y los derechos de los trabajadores en los pilares fundamentales sobre los que se sostiene su propuesta política. Así, por ejemplo, en su conversación con el conocido economista Tomas Pikkety, Díaz abogó por incorporar a los trabajadores en la toma de decisiones de las empresas y acabar con el modelo empresarial español que tachó de “monárquico”. Asimismo, es común escuchar a la detentora de la cartera de Trabajo en estos tiempos de crisis de inflación hablar de la importancia del sindicalismo como palanca para subir los salarios.

Esta nueva arquitectura política diferenciada del movimiento destituyente del primer Podemos ha sido definida por algunos como “nuevo laborismo”. Una tradición política arraigada en Inglaterra que, sin embargo, hasta ahora no ha contado con adeptos en el Estado español. Entre otros motivos destaca el hecho de que los sindicatos españoles nunca fueron puramente “sindicatos de clase”, en el sentido en el que siempre han estado atravesados por un rol de actor político, desde la Transición hasta, por ejemplo, su implicación en el derecho a decidir de Catalunya durante el proceso independentista.

Sea como fuere, y más allá de las apelaciones generales a la ciudadanía, es evidente que para Díaz el sujeto universal al que apelar es el de los trabajadores y las trabajadoras, y no tanto a la construcción puramente populista del “pueblo” que en su día ensayaron, sobre todo, los partidarios de Íñigo Errejón. Así lo describió la propia Ministra de Trabajo en la ya citada entrevista para Jacobin:

“Todos y todas somos trabajadoras: las investigadoras, los médicos, las médicas, las limpiadoras, los limpiadores, todos somos trabajadores. Esa amplitud de composición, esa universalidad frente a la figura del rentista, mucho más escasa, nos hace compartir agenda, reflexiones para hacernos fuertes. De ahí la apuesta por el sindicalismo”.

UN PAÍS PARA LA PRÓXIMA DÉCADA

Por último, está la llamada de Sumar a la construcción de “un proyecto de país para la próxima década”, un emplazamiento que, como en todos los anteriores pretende desbordar la idea de programa electoral y, por lo tanto, las referencias directas a la construcción partidista y que presenta dos objetivos fundamentales: el primero, marcar un horizonte político que vaya más allá de la actual correlación de fuerzas dentro del Gobierno de España y, el segundo, apelar a la esperanza y al optimismo frente al sentimiento pesimista generalizado en una época atravesada por la pandemia, la guerra y la crisis.

En este sentido, el tono de Yolanda Díaz es mucho más parecido al que en su día lideró la ex-alcaldesa de la ciudad de Madrid, Manuela Carmena, que al utilizado por Podemos y Pablo Iglesias, especialmente a partir de las elecciones generales de 2016. Así, mientras que el antiguo líder de la formación convirtió el lema “decir la verdad” en su seña de identidad a partir de un estilo directo y de señalamiento al poder mediático, su sucesora ha optado por la canalización del malestar a través de un discurso y unas formas que ella misma define como “a favor” haciéndo suyo el análisis que en su día lideró Íñigo Errejón, y según el cuál la radicalidad de una formación no se mide por la dureza de sus palabras ni por su capacidad de “despertar las conciencias”, sino por el alcance de sus medidas y la amplitud del discurso a la hora de conectar con las simpatías del mayor número de gente.

Yolanda Díaz es, sin duda, la última bala con la que cuenta el espacio que en su día aglutinó Unidas Podemos para resistir a la restauración del bipartidismo que auguran todas las últimas encuestas en el Estado español. Sin embargo, a estas alturas, ya es evidente que dicho relevo a Pablo Iglesias no se producirá de forma pacífica a partir de la unión de las piezas en un llamado “frente de izquierdas”, sino que, de conseguirse, vendrá aparejado de una refundación que pivote en torno a un nuevo actor: Sumar.

En este sentido, aún es pronto para conocer cuáles serán los ejes políticos e ideológicos que definirán dicho proyecto político y de los que sólamente podemos intuir los contornos a partir de la acción de Díaz como Ministra de Trabajo. Algunos de ellos, como la posición antivanguardista y de disputa de la antipolítica, la centralidad del trabajo y de los sindicatos de clase en la definición del sujeto universal al que se quiere apelar o la voluntad de traspasar las fronteras identitarias a través de evitar el choque directo con el Partido Socialista son, no obstante, ejes que a todas luces parecen haber venido para quedarse. Lo que sí sabemos, y lo sabe también el Presidente Pedro Sánchez y el Partido Socialista, es que en el éxito de dicha fórmula no se está jugando únicamente la supervivencia de su socio de coalición, sino la del propio Gobierno de izquierdas que lleva meses viendo cómo las derechas se imponen encuesta tras encuesta.


*María Corrales es periodista y politóloga, analista en diferentes medios de comunicación y columnista en Público y Sentir Crític. Actualmente trabaja como asesora en el Parlament de Catalunya como responsable de discurso de En Comú Podem


Fuente → rosalux.eu/es/

banner distribuidora