Vigo 1972: cuando la solidaridad obrera sacudió a Franco
Vigo 1972: cuando la solidaridad obrera sacudió a Franco

El despido de un grupo de trabajadores de Citroën en Vigo fue la chispa que encendió el fuego en septiembre de 1972. Huelgas en fábricas, astilleros, auxiliares y otras empresas paralizaron la ciudad olivarera. El recurso a la violencia fue el sistema de la dictadura franquista para que este movimiento no llegara a otros puntos del Estado. Cincuenta años después todavía es necesario recordar.

 

La cosa ya estaba caliente hace meses. En Ferrol, dos trabajadores de Bazán (hoy Navantia) fueron asesinados a tiros por carabineros cuando desarticulaban la manifestación en la que participaban para exigir la reincorporación de otros dos trabajadores que habían sido despedidos y, además, exigían una acuerdo laboral separado para el astillero. Esto sucedió el 10 de marzo de 1972, aún quedaban tres años de franquismo con Franco. Mientras tanto, durante el período de tiempo comprendido entre marzo y septiembre de ese año, comenzaron a moverse movimientos sindicales clandestinos exigiendo mejoras laborales de todo tipo y también el fin de la dictadura. Y de repente, una marcha desde las puertas de Citroen pidiendo a los trabajadores de otras empresas que se unieran a una huelga general en toda la ciudad. Hubo una respuesta casi unánime de los sectores laborales, pero también una fuerte respuesta represiva de las fuerzas policiales enviadas para disolver las manifestaciones y buscar la detención de los dirigentes sindicales. 

CONDICIONES DE TRABAJO Y DESPIDOS

Aunque los hechos que dieron inicio a las movilizaciones fueron los de marzo en Ferrol, en Vigo ya habían comenzado a producirse movilizaciones solidarias con los compañeros de Bazán, pero también se habían producido paros y huelgas a raíz de los despidos de trabajadores en varias empresas de la zona de Vigo. Sin embargo, fue el despido de cinco trabajadores y cuatro miembros del Comité de Empresa de Citroën (equivalente al actual comité de empresa, aunque participaba el Sindicato Vertical franquista) el principal detonante de las huelgas olivareras.

Estuve en el turno de mañana en Citroën aquel 9 de septiembre, pero a las siete de la tarde nos enteramos de que había habido un conflicto en la empresa y ejerció su represión con el despido, directamente ”, recuerda Jesús Chaves, entonces en el Organización de Trabajadores. Todo esto sin abrir un archivo anterior.

La raíz del problema provino de la ruptura de las conversaciones por el acuerdo de empresa el 27 de diciembre de 1971. Ante ello, las autoridades judiciales y laborales terminarían emitiendo un laudo vinculante para ambas partes. “ En previsión de que la adjudicación no fuera favorable a los trabajadores, iniciamos una serie de acciones tanto en CC.OO como en Organización Obreira que iban en la unidad con la UPG ”. Cuando salió el laudo y tal como temían los trabajadores, fue desfavorable a sus peticiones, entre ellas no trabajar los sábados por la tarde y tener semana laboral de 44 horas.

dice Enrique Ordóñez, actualmente en UGT. “Me dijeron que hablara de esto, pero había gente que movía todo eso y que hoy no está aquí, como Paco Sorno, que vive en Palencia”, remarca Ordóñez que también recuerda situaciones extrañas. “ Mis suegros tenían un bar restaurante y allí comían y cenaban 80 policías y había algunos que hablaban de los palos que habían dado ese día, seguro que algunas de las conversaciones eran un asco ”, así que en la mañana Enrique Ordóñez estaba trato con los policías y por las tardes les servía la cena. “Había gente que me decía que le pusiera algo malo a la comida”, cuenta entre risas.

Margarita Rodríguez trabajaba en Cerámicas Álvarez, una empresa dedicada a la loza y el vidrio que cerró en 2001. “ En Álvarez ya había protestas antes porque las condiciones laborales eran penosas. En 1972 nos declaramos en huelga en solidaridad con los trabajadores despedidos de Citroen" . Rodríguez señala que para poder cambiarles la ropa “tuvimos que sudar para que le pusieran unos clavos y un alambre al que le ataron una cortina” . “Cuando salimos a la calle vimos que compañeros de otras empresas también se sumaban a la protesta”. La movilización en Álvarez ese año también tuvo sus repercusiones. "Hubo 57 despidos y tuvimos que esperar hasta la amnistía política de 1977 que nos readmitieron a los 57 y también gente despedida en 1969 por otra huelga". Margarita describe cómo se hacían las asambleas en la puerta de las fábricas y luego pasaba a hacer asambleas en otros puntos de la ciudad. “Entonces era imposible porque la policía tomó la ciudad y era imposible moverse . La paranoia represiva había llegado a tal punto que se prohibieron las reuniones de más de dos personas en la calle, si se veía a tres personas se las detenía de inmediato.

El movimiento obrero ya se estaba haciendo sentir en Vigo durante los años 60 ya finales de esa década comenzaron las primeras movilizaciones firmes. "El 30 de abril de 1969 organizamos una manifestación para calentar el ambiente antes del 1 de mayo, entonces me detuvieron por asociación ilegal con el PCE, en 1971 hubo una amnistía para los presos políticos, aún así no pude volver a Citroen" describe Juan Benavides, de CC.OO. En 1972, trabajó como asistente en Vulcano. “Estábamos en una lucha contra la dictadura y lo que buscábamos era crear un paro general, por eso en 1972 queríamos que todo saltara al resto del Estado” . Sin embargo, las condiciones para materializar las protestas fuera de Galicia eran imposibles debido a la presencia masiva de policías y Guardia Civil. Por otro lado "el empresariado era muy reaccionario, el primer director de Citroën en Vigo fue un coronel del ejército y esa empresa fue la única que no readmitió a los indultados en 1971". 

SOLIDARIDAD Y LUCHA

Una vez dictado el laudo por el que no se modifica la semana laboral de 44 horas, los cinco trabajadores de Citroën junto con cuatro miembros del Jurado de Obra son despedidos por la negativa de la empresa a negociar y recortar. Antes de septiembre se habían producido dos paros en unos talleres eléctricos durante diecisiete días y en mayo Barreras había decretado un paro por falta de material. Tras las movilizaciones de mayo, no hubo despidos ni sanciones.

Jesús Chaves era el coordinador en Citroen de las células clandestinas de la Organización de Trabajadores. En el momento en que se enteran de los despidos en la empresa el 9 de septiembre, se reúnen para analizar la situación. “ Nos preguntamos en su momento y nos preguntamos por qué Comisiones Obreras y el PCE están organizando un paro parcial en el almacén F de Citroën en detrimento de las demás secciones y grupos sindicales”, apunta Chaves. Esta acción no tuvo en cuenta, según el exintegrante de la Organización Obreira, dos elementos, los fuertes lazos de solidaridad entre los trabajadores para que sus compañeros no fueran sancionados o despedidos. Por otro lado, estaba la intransigencia de la propia empresa, que por boca del jefe de personal anunciaba “una lección ejemplar” respecto a los trabajadores en huelga . Desde el 22 de septiembre, la policía y la Guardia Civil entran y "ponen Vigo bajo estado de sitio" . “También fue importante el repliegue de la dirección de Comisiones Obreras y del PCE, pero no de sus bases, porque estas siempre estuvieron al lado de las bases de otras organizaciones obreras”.

"Me arrestaron el día que termina la huelga. El 26 de septiembre me detuvieron por la noche y estuve 22 días en la cárcel de la calle Príncipe. Allí había muy buen ambiente, con reuniones siguiendo la disciplina del PCE para llegar a acuerdos y tener todo planificado” , cuenta Juan Benavides, que recuerda cómo “marcaban” a los trabajadores que participaban en las movilizaciones. Aun así, continuaron y formaron las Comisiones Obreras mientras aparecían nuevas organizaciones producto de las escisiones del PCE. " Estaba la ORT o la Liga Comunista Revolucionaria que estaba como que buscaba echarlo todo por tierra, buscaba una lucha armada que para el PCE era imposible e inviable".

También hubo quienes no apoyaron las movilizaciones. "Hubo quienes se quedaron durmiendo dentro de la fábrica de Citroen para que no siguieran los paros y digamos que esa gente fue 'premiada'", dice Enrique Ordóñez. Si dentro del movimiento obrero hubo posiciones divergentes que llevaron a posiciones enfrentadas, más grave fue ver cómo otros trabajadores no se solidarizaron y ocuparon sus puestos en las fábricas. “Sí hubo enfrentamientos entre los que apoyaban las movilizaciones y los que no”, añade Ordóñez.

“En Álvarez conseguimos introducir personas al Jurado Corporativo de la Unión Vertical, no llegaban a cargos relevantes, pero si llegabas a la mayoría dentro del Jurado, se negociaba el acuerdo”, apunta Margarita Rodríguez. “Desde la Comisión Obrera en 1971 se presentó un proyecto de convenio” que no prosperó. La mayoría de las iniciativas fracasó en parte por una notable infiltración de las fuerzas policiales (Brigada Político-Social) dentro del movimiento obrero. “En las oficinas de Álvarez estaba el señor Nieto que era miembro de la Política Social y cuando te llamó ya sabías para qué era, para hacerte preguntas sobre ti y tus compañeros”.

Esta actitud beligerante escondió el temor del empresariado a un "contagio" a nivel estatal. “Las huelgas de 1972 fueron muy importantes, los empresarios empezaron a mirar a los trabajadores de otra manera. Hubo reportes que hablaban del temor en el empresariado de que la situación se extendiera al resto del Estado”, dice Margarita Rodríguez.

Las movilizaciones de Vigo en 1972 lograron, para muchos de los participantes, crear un ambiente de solidaridad entre la clase obrera frente a una comunidad empresarial reaccionaria, a menudo firmemente vinculada al régimen de Franco. La solidaridad permitió que muchas represalias fueran despedidas de sus cargos para encontrar trabajo más tarde . Los mismos hechos demostraron que Galicia no era el lugar de los sumisos que imaginaban en otros lugares y que era posible llevar adelante una lucha obrera firme. Lo negativo es la falta de memoria en las nuevas generaciones que tienen cada vez más condiciones de trabajo precarias dentro de lo que los sindicalistas más veteranos consideran “enajenación absoluta” en una sociedad consumista y sin valores. Aun así, son optimistas y creen en la posibilidad de un despertar por parte de esas nuevas generaciones que necesitan recuperar la memoria sobre lo ocurrido hace cincuenta años.


Fuente → xornaldevigo.gal

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