Qué es y qué no es una guerra civil
Qué es y qué no es una guerra civil
Ferran Vallespinós Riera

 

Seguro que me tienen tipificado como un experto en temas de sostenibilidad y cambio climático, con un discurso que combina el conocimiento científico y el análisis crítico. Pero esta vez el registro será otro porque en esta vida todos tenemos más de una faceta y hoy iré de historiador, oficio para el que me considero plenamente capacitado. Y todo debido a que la muerte del sr. Espar Ticó ha despertado de nuevo las teorías que consideran que la guerra 1936-39 fue una guerra entre Cataluña y España. Incluso Laura Borràs, pendiente de juicio por corrupción, se sumó a esa idea con entusiasmo.

Sorprendido he vuelto a leer a mis autores de referencia en este tema. Ninguno de ellos (ni Gabriel Jackson, ni Hugh Thomas, ni Julián Zugazagoitia, ni Javier Tusell, ni Burnett Bolloten, ni Tuñón de Lara, ni Anthony Beevor, ni Paul Preston ni siquiera el incalificable Pio Mora) hacen la más mínima referencia a considerar esa lamentable guerra como un enfrentamiento entre españoles y catalanes. Por ahora, ni el quimérico Bilbeny del Instituto de Nueva Historia (que ha reconocido como catalanes, entre otros, a Cervantes, Erasmus, Da Vinci e incluso Shakespeare) se ha atrevido a vislumbrar ninguna teoría tendenciosa de aquel conflicto.

La guerra que se inició el 17 de julio de 1936 fue una rebelión de varios generales (algunos de ellos de ascendencia catalana e incluso nacidos en Cataluña, como Saliquet) contra los valores democráticos de una República, que a trancas y barrancas, intentaba reconducir (no sin violencia de algunos de sus partidarios) cuestiones que durante siglos habían quedado pendientes de resolver, como la reforma agraria, la cuestión religiosa, el papel de los militares en la sociedad, el enseñanza laica, los derechos sociales de los obreros, el voto femenino, etc… Desde el mismo momento de su creación, una parte de los españoles y también de los catalanes (como los alfonsinos de “Derecha de Cataluña”) se opusieron a ello y en gran parte la hicieron imposible, primero por mecanismos electorales (recordamos el Bienio Negro) y cada vez más con adhesión a la violencia (como la JONS, Falange, los Requetés). Hasta que se pusieron a disposición de un grupo de militares para acabar definitivamente con el intento democrático, lo que nos ha supuesto a todos los cuarenta años de sufrimientos.

¿A García Lorca le asesinaron por ser catalán? Cuando Yagüe, tan católico él, entró a sangre y fuego en Badajoz en agosto de 1936, ¿los muertos que llenaron las calles, eran catalanes? ¿Gernika o Alcañiz, ciudades sometidas a bombardeos experimentales de alemanes e italianos aliados de Franco, eran entonces ciudades catalanas? ¿Los miles de muertos de la desbandá, bajo las bombas de barcos y aviones, eran catalanes que huían de Málaga a Almería? ¿Los quinientos muertos de los fets de maig de 1937 fueron también consecuencia de la guerra entre España y Cataluña? ¿Todos los muertos catalanes de la cruel e inútil batalla del Ebro eran sólo de un bando (“la leva del biberón”) o bien también había carlistas catalanes en el ejército supuestamente de España? Entre los cientos de miles de hombres, mujeres y criaturas que en febrero de 1939 cruzaron la frontera con Francia para ir a parar, entregados a su suerte, a playas como las de Argelès-sur-Mer, no había españoles que llevaban años retrocediendo, desde la pérdida del norte? A partir del uno de abril de 1939, ¿la dictadura sólo la sufrió Cataluña?

Soy consciente de que mis preguntas son muy básicas, pero el artículo tiene unos condicionantes de espacio. Es evidente que la contienda 1936-39 fue una guerra civil entre ciudadanos de un mismo país, a consecuencia de una revuelta militar que logró acabar con la República ante la indiferencia de las democracias europeas y la ayuda sin tapujos del nazismo y fascismo a Franco. Las víctimas (la mayoría en la retaguardia) no lo fueron por un enfrentamiento entre España y Catalunya sino por la lucha entre los defensores de los valores republicanos y quienes eran contrarios. Y hubo catalanes tanto en un bando como en el otro, incluso una vez se dio, cínicamente, terminada la guerra muchos catalanes fueron partidarios y colaboradores de una dictadura que nos afectaba a todos (Demetri Carceller , Miguel Mateu, Manuel Gorina, Joaquín Bau, Carlos Trias, Narciso de Carreras, José María Marcet, José Bertran, José María Porcioles, etc., son algunos de los nombres más conocidos). Seguro que los repartidores de carnets de catalanidad considerarán a todos estos burgueses como “mal catalanes”, ¡pero catalanes en definitiva!

Seguro que el pensamiento de Espar Ticó (al que la tierra le sea leve) era consecuencia del trauma sufrido por el asesinato de su padre por una guerrilla de la FAI (aquellos a los que Companys entregó todo el poder en la reunión del 20 de julio de 1936). Es evidente que no fue una víctima del enfrentamiento entre España y Cataluña, sino de la violencia de una parte del anarquismo (con españoles y catalanes) contra la gente de orden (españoles y catalanes).

Como mi abuelo, por cierto.


Fuente → eltriangle.eu

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