La monarquía es una supervivencia de la tiranía impuesta por la mano de la codicia y la traición sobre la raza humana en los días más oscuros e ignorantes de nuestra historia.
Deriva su única sanción de la espada del merodeador, y la impotencia del productor, y sus dones a la humanidad son desconocidos, salvo que puedan medirse en los ejemplos perniciosos de iniquidades triunfantes y desvergonzadas.
Todas las clases de la sociedad, excepto la realeza, y especialmente la realeza británica, han contribuido en algo, a través de algunos de sus miembros, a la elevación de la raza.
Pero ni en la ciencia, ni en el arte, ni en la literatura, ni en la exploración, ni en la invención mecánica, ni en la humanización de las leyes, ni en ninguna esfera de la actividad humana, un representante de la realeza británica ha ayudado a impulsar la mejora moral, intelectual o material de la humanidad.
Pero esa
familia real se ha opuesto a todos los avances, combatido todas las
reformas, perseguido a todos los patriotas e intrigado contra todas las
buenas causas.
Calumniando a todos los amigos del pueblo, se ha hecho amiga de todos los opresores.
Elogiada hoy por clérigos equivocados, ha sido notoria en la historia por la naturaleza repugnante de sus crímenes.
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