Angelo Nero
En aquel febrero de 1977 en el que fallece el simpatizante Emilio Suárez Valdés, As Encrobas se vería arrollado por un insólito despliegue policial, con un centenar de guardias civiles fuertemente pertrechados con fusiles de asalto.
" La tierra es nuestra y no de FENOSA", fue el grito de guerra de los vecinos de Encrobas que, en 1977, se enfrentaron a golpes de paraguas contra la Guardia Civil que, con el fusil en mano, intentó desalojarlos de su tierra, un momento inmortalizado por cámara de Xosé Castro, que permanece fijado en el imaginario de muchos gallegos, como símbolo de un despojo que continúa hasta nuestros días, y que desde 2017, bajo la presidencia de Feijoó, incluso se legisla a través de la Ley de Fomento de la Iniciativas Empresariales, una auténtica Ley de despojo, como vienen denunciando sindicatos y partidos nacionalistas, así como organizaciones ecologistas.
Pero volvamos al año 1977, a una pequeña parroquia del municipio gallego de Cerceda, donde por entonces la mayoría de la población vivía de la tierra, digamos que por entonces el 45% de los gallegos y gallegas vivían de la actividad primaria, en los sectores de la agricultura, la ganadería y la pesca, si bien las autoridades franquistas ya habían diseñado un plan para el campo gallego, con grandes proyectos mineros e hidroeléctricos -incluso se proyectó una central nuclear en Xove-, dónde o qué Lo que realmente sobraba era la gente. Comenzó el éxodo rural forzado, los "desertores del arado", como se les llama, que desertaron por la fuerza, utilizando en muchas ocasiones toda la fuerza represiva del Estado, enviando a las fuerzas de choque del régimen, la guardia civil, para desalojarlos.
El franquismo fue un negocio, que continuó después del franquismo, con empresas como FENOSA, Fuerzas Eléctricas del Noroeste SA, propiedad de Pedro Barrié de la Maza, uno de los principales financistas del bando fascista durante la guerra civil, cuyo origen estuvo en otra expropiación , el de Electra Popular Coruñesa, cuyo dueño, el republicano José Miñones, fue fusilado tres meses después del golpe. FENOSA se dedicó, con el beneplácito del régimen, al saqueo del territorio gallego, convirtiéndose en la segunda empresa de Galicia, tras Bazán, en tener el monopolio energético, con centrales hidroeléctricas y térmicas.
El hambre de este gran depredador no cesó, y se otorgó la concesión de una mina de carbón en Encrobas, a través de su filial Lignitos de Meirama, diseñando una central térmica para alimentarla con el mineral. Con la complicidad de las autoridades franquistas se decretó la expropiación forzosa de casi mil hectáreas del valle de Encrobas. Se inició una larga lucha entre los vecinos contra la empresa Barrié de la Maza, que despertó de inmediato la solidaridad de toda Galicia.
En una de las tantas acciones solidarias que se realizaron con los vecinos de Encrobas, murió un joven, Emilio Suárez Valdés, uno de esos muertos anónimos de la transición, que dio su vida luchando por su tierra y por la libertad, siempre amenazado por la poderosos que, bajo siglas como FENOSA (ahora Naturgy), siempre han buscado su propio beneficio, ignorando las necesidades de las personas.
El 19 de febrero de 1977, el periodista de El País Gerardo González Martín firma el siguiente artículo, bajo el título: "Electrocutado al colocar una pancarta sobre As Encrobas". El artículo narraba los hechos que llevaron a la muerte del joven Emilio Suárez Valdés:
. Un chico de diecisiete años murió electrocutado ayer, cuando intentaba colocar en el techo de un pabellón de la Universidad Laboral de A Coruña una pancarta en la que se dejaba patente la solidaridad con los campesinos expropiados de Encrobas El cable de alta tensión con el que tropezó pertenece a Fenosa, la empresa eléctrica que tiene intereses en Lignitos de Meirama, empresa que ocupa el terreno, en litigio para explotar el subsuelo y abastecer la central térmica de Sabón. Emilio Suárez Valdés, de Inicio, en la localidad leonesa del Bierzo, cursaba el primer curso de formación profesional de segundo grado (rama electrónica) en la Universidad Laboral. Ayer, a primera hora de la mañana, salió de la capilla del centro donde había estado encerrado junto a setenta compañeros, en actitud de solidaridad con el pueblo de Encrobas, en cuya defensa se interesaron los más diversos sectores de la población gallega. . “En un principio – comentaron algunos estudiantes – pensamos en colocar la pancarta en el vestíbulo, pero como cada vez que dejamos algo allí se quita inmediatamente, Emilio decidió subir al pabellón más alto de la Universidad, y colocarlo allí”. José Manuel Sánchez, otro joven estudiante, fue testigo de lo que sucedía a unos metros de distancia. “El viento -dijo- movió la pancarta, en la que se podía leer Solidaridad con As Encrobas. Emilio estiró un poco los brazos para no perder el trapo y tropezó con un cable de alta tensión. Fue horrible. Se cayó hacia atrás".
Los colegas intentaron revivir al niño, pero no tuvieron éxito. Tampoco una enfermera que apareció minutos después y nada se pudo hacer en la residencia de salud Juan Canalejo, donde Emilio ingresó muerto. Según datos extraoficiales, el rector de la Universidad del Trabajo interesó, en una oportunidad, a Fuerzas Eléctricas del Noroeste, SA (Fenosa) para retirar la línea de alta tensión de 15.000 voltios que atraviesa las instalaciones docentes.
El evento dificultará el entendimiento entre Lignitos de Meiranía y los agricultores de Encrobas. En cierta medida, la tensión pudo haber disminuido ayer cuando la jurisdicción militar dejó en libertad al cura de Sésamo, y a los dos trabajadores detenidos el día de la toma, aunque, a última hora de la tarde, parece que tres participantes en uno de los manifestaciones seguían detenidas este jueves
En aquel febrero de 1977 en el que fallecía el simpatizante Emilio Suárez Valdés, As Encrobas sería arrollado por un insólito despliegue policial, con un centenar de guardias civiles equipados con fusiles de asalto. Al asalto del pueblo, para mayor beneficio de las empresas eléctricas, más o menos como ahora, aunque en ese momento el pueblo, armado aunque sea con hoces y paraguas, salió a defender el común.
“Mi padre era muy viejo y llevaba un bastón, pero un guardia lo pateó y nunca apareció. Lo golpearon en la espalda con un rifle y lo tiraron al suelo, y después de hacerme lo mismo a mí, me arrastraron por el monte. También nos pusieron los cañones en el pecho, lo que provocó marcas que tardaron mucho en desaparecer. Yo sólo vi la guerra por televisión, pero eso fue peor”, recuerda un vecino sobre las cargas de la guardia civil, donde fue detenido el cura Moncho Valcarce, uno de los cabecillas de la revuelta.
El 21 de febrero también se produjo una manifestación de solidaridad con As Encrobas en A Coruña, según informa el diario El País: “El mayor número de manifestantes que consiguieron formar pasaron por delante del Gobierno Civil; Marcharon más de mil personas, encabezadas por una fila de veinte manifestantes que portaban una gran pancarta alusiva a la muerte de Emilio Suárez: Asesinado por defender a los campesinos de Encrobas. Fueron pacíficos y el grupo solo pidió justicia para los afectados, mientras acusaba a Fenosa de arrebatarle las tierras a sus legítimos dueños. De repente, un jeep de la Policía Armada, conducido por un comandante, irrumpió en el lugar a gran velocidad. Se arrojó a la masa de manifestantes y se arrojó levemente contra ellos, atravesando la columna sin causar heridos.'
Fueron pacíficos y el grupo solo pidió justicia para los afectados, mientras acusaba a Fenosa de arrebatarle las tierras a sus legítimos dueños. De repente, un jeep de la policía. Armada, dirigida por un comandante, irrumpió en escena a gran velocidad. Se arrojó a la masa de manifestantes y se arrojó levemente contra ellos, atravesando la columna sin causar heridas'.
La crónica del diario madrileño indicó la detención de 27 personas, entre ellas Francisco Rodríguez y Bautista Álvarez, dirigentes de la UPG, y señaló que entre los detenidos "la mayoría eran presuntos militantes de la Asamblea Nacional Popular de Galicia, la Unión del Pueblo Gallego". , las Comisiones Agrarias, del Movimiento Comunista de Galicia y de las Juventudes Comunistas de Galicia”.
El corresponsal de El País también informó sobre el “sencillo funeral que el cura de Sésamo, Ramón Valcarce, ofició junto a varios compañeros de la comarca por el alma de la estudiante Suárez. Hombres y mujeres lloraron cuando el cura Valcarce les habló: "Tenemos que seguir luchando", les dijo. “La fuerza del capital, que es inhumano y no responde a razones genuinamente sociales, descansa ahora sobre nosotros. Tenemos que luchar contra ella para que un día desaparezca del mundo y los hombres sean libres en una sociedad verdaderamente justa.' Cantos y gritos de libertad para Galicia levantaron voces que ya callaban para gritar Fuera Fenosa, esta tierra es nuestra".
Fuente → nuevarevolucion.es
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