El gran arquitecto de la represión franquista, uno de los personajes más siniestros de la dictadura franquista

'Castigar a los rojos' retrata a Acedo Colunga, el gran depurador de los colectivos fieles a la República
El gran arquitecto de la represión franquista, uno de los personajes más siniestros de la dictadura franquista / Juan Luis Valenzuela

 

El fiscal Felipe Acedo Colunga tuvo un papel principal en la depuración de todos los colectivos fieles a la República durante la guerra civil y el franquismo. Fue quien ideó las medidas propagandísticas y penales de la posguerra. También a su mente perversa se debe la elaboración de un plan sobre cómo debía llevarse a cabo la depuración de todos los colectivos rojos sin olvidar ninguno. Desde los clásicos postulados tradicionalistas, ultracatólicos y totalitarios, fue inflexible con los defensores de la Constitución republicana.

Acedo Colunga tuvo siempre claro y lo mantuvo como idea enfermiza y vigente durante el franquismo que la batalla contra “el enemigo” seguía siendo necesaria; la necesidad de continuar defendiendo “su” memoria histórica; la remanencia en la legislación española de fundamentos crueles y fascistas; las huellas del odio; y la propaganda realizada por el régimen franquista. Esas ideas vengativas y represoras las transmitió y defendió con ardor en su entorno de poder franquista. 

Un triplete de lujo: Angel Viñas, Francisco Espinosa y Guillermo Portilla

Un libro coral, de tres grandes expertos en la guerra civil y en la dictadura franquista, el catedrático jubilado de la UCM; Angel Viñas; el historiador y coordinador del proyecto Todos los nombres, Francisco Espinosa y el catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Jaén, Guillermo Portilla, han publicado una obra que explica al detalle y con gran cantidad de documentación sobre quién era y cómo actuaba este siniestro personaje. El libro 'Castigar a los rojos'. Acedo Colunga, el gran arquitecto de la represión franquista” (Editorial Crítica), estudia la figura de este “Fiscal Jefe del Ejército de Ocupación”, imitador del Tercer Reich. La obra, a través del estudio de esta figura y de sus propias memorias, saca a la luz también otros temas.

 
 
Extractos de la obra

“A lo largo del presente siglo las acometidas de numerosos medios, periodistas, aficionados y mitógrafos que no dudamos en caracterizar de reaccionarias han tratado de desvirtuar los orígenes inmediatos de la guerra civil, la naturaleza de la conspiración que condujo a ella y las concepciones en que se basó la multimodal represión que quienes se sublevaron llevaron a cabo tras el estallido de julio de 1936. 

La “historietografía”

Frente a tales obstáculos, en modo alguno superados del todo, como debería haber sido, ahí sigue viva la literatura generada, ampliada y puesta al día durante cuarenta años de dictadura para exaltar el sacrificio, cuando no el martirio, de todos los asesinados “por Dios y por España”. Siempre “presentes” […]. El mundo al revés, pero tal es la naturaleza de una “historiografía” (o “historietografía”, en palabras de Alberto Reig) que siguen difundiendo algunos medios periodísticos y que se esparce a toneladas por las modernas redes sociales. Nosotros sostenemos, en cambio, que se trata de una distorsión caracterizada esencialmente por la voluntad de proyectar hacia un enemigo schmittiano (los cuadros y elementos fieles a una República frágil, pero inequívocamente democrática) un tipo de comportamientos que fue, en realidad, el propio y que prepararon y desarrollaron en primer lugar precisamente quienes se sublevaron. En ciertos casos casi desde los comienzos del nuevo régimen, que había dado la puntilla a una Monarquía que se había ganado a pulso, durante muchos años, la desafección de una gran parte de la población española.

«En numerosas obras de historia relacionadas con la represión franquista durante la guerra civil se cita de pasada a [Felipe Acedo Colunga]. En otras no figura. La única excepción relevante la constituye Francisco Espinosa. Una vez que este autor descubrió el opus ideológico y teórico en todo su esplendor de quien hemos caracterizado como el arquitecto de la represión franquista, nos pareció conveniente abordar su trayectoria sobre nuevas bases documentales.

Al fin y al cabo, fue una de las figuras más sobresalientes de entre los “teorizantes” y “justificadores” de aquellas actividades represivas (a veces de sobrecogedor salvajismo) que hoy, desgraciadamente, tantos quieren olvidar.» 

Un plan meticuloso

«Con fecha de 15 de enero de 1939, Felipe Acedo Colunga, Fiscal Jefe del Ejército de Ocupación, presentó una Memoria, una especie de guía orientada hacia aquellas personas que se iniciaban en la tarea de administrar justicia en los consejos de guerra, en la que condensó y justificó la labor desempeñada por los consejos de guerra celebrados en las plazas de Madrid, Bilbao, Santander y del frente de Levante durante los primeros años de la guerra civil. Este documento [cuyo texto completo jamás se había dado a conocer hasta ahora] es importante no solo porque en él se describe la estrategia seguida en los procesos penales contra los defensores de la República, sino porque diseña pormenorizadamente un plan represivo, de naturaleza estrictamente penal, contra todos los enemigos de la autodenominada España Nacional. El objetivo propuesto fue lograr la purificación del país y la reconstrucción del Estado en torno a los valores tradicionales: caudillo, imperio, unidad de la patria y religión católica.»

«La Memoria se trata, en pocas palabras, de un furibundo ataque al derecho civil en beneficio del derecho militar, víctima, según Acedo Colunga, de ciertas corrientes que lo habían relegado a un segundo orden. Desde la nueva perspectiva, se concebía el derecho como la vía para “obligar a cada uno a cumplir con su deber” (M, Prólogo), siendo el Ejército quien debía realizar la tarea, básicamente de naturaleza penal, de la supuesta reconstrucción.»

«En aquellos primeros años de la dictadura, lejos de adoptarse un sistema penal indulgente con los vencidos, se asumió la necesidad de abordar un procedimiento de eliminación física, moral y económica del rival político. Una técnica basada conjuntamente en la represión corporal, la restricción de la libertad, el expolio económico y la humillación del hostil al denominado Alzamiento Nacional.

A tal fin, se concibió una gigantesca tela de araña, una red de intercambio permanente de información entre diversas entidades: el Servicio de Información militar (S.I.M.), el Servicio de Información de la Policía Militar (S.I.P.M), la Delegación del Estado para la Recuperación de Documentos, el Tribunal de Responsabilidades Políticas, el Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo, los Consejos de Guerra, las Comisiones de Depuración, la Inspección de prisioneros de Guerra-Campos de concentración, Alcaldías, Falange, Guardia civil, Iglesia católica, delatores particulares, etc.» 

De la Inquisición al Tercer Reich

«Su objetivo era acabar con los garantes intelectuales de la República, a la que calificó como “comunistoide” y “seudodemocrática”. Sus víctimas fueron los maestros, catedráticos, jueces, militares, funcionarios, y, en general, todo el que fue leal a la República.»

«Inspirándose esencialmente en el modelo nacional-socialista, creyó necesario que el derecho penal español debía aspirar a reconocerse en el propio espíritu popular hispano. Como estandarte del derecho penal patrio, Acedo Colunga rememoró al Tribunal de la Santa Inquisición, planteándose incluso que podía ser una fuente de inspiración para el futuro modelo procesal-penal de justicia en España.»

«Colunga defendió la tesis del caudillaje, un Estado autoritario sometido a su führer, que es el intérprete del sano sentimiento del pueblo. Igualmente, en España era el juez (según Acedo Colunga, también el fiscal) el que interpretaba analógicamente las normas emanadas del Caudillo.»

«Con tales pilares, Acedo Colunga concibió un derecho penal más interesado en evidenciar la supuesta peligrosidad criminal de la ideología republicana que en demostrar la existencia de actos concretos constitutivos del delito de rebelión. Se construyó, por tanto, un derecho penal de la voluntad en el que se perseguía a todo el que defendía los valores republicanos, aunque no participara directamente en una acción violenta.»

«A Besteiro no se le procesaba por lo que hubiera hecho o dejado de hacer, sino estrictamente por lo que era. Se había declarado marxista ortodoxo, no revolucionario, y por ello se le debía condenar a muerte. Era su propia condición lo que lo propelía hacia el amargo final. Derecho penal de autor en estado puro. Como lo que había ocurrido en el Tercer Reich: se había condenado a los judíos a la pérdida de sus derechos civiles […] no por lo que habían hecho o dejado de hacer sino porque eran judíos.» 

El mundo al revés

«Parece evidente que el teniente coronel y luego general de división Felipe Acedo Colunga diseñó un plan completo y bastante bien acabado para la represión penal de los desafectos al “Glorioso Movimiento Nacional”. En realidad, estableció un mecanismo sobre cómo debía realizarse “legalmente” (las comillas son de rigor) el exterminio físico, moral y económico de los defensores de la República. Los consideró como enemigos internos e ilegítimos, carentes de derechos. Sus ideas contribuyeron decisivamente a justificar una aplicación de la justicia al revés: los golpistas habrían sido los “leales”, y los defensores del régimen democrático y constitucional, unos réprobos, rebeldes, enemigos que merecían castigos ejemplares.

Basándose en esta grotesca superchería, y al amparo de una acción violenta impulsada por grupos armados (una parte del Ejército y de las fuerzas de seguridad), los calificó poco menos que de terroristas. Todavía hoy hay gente en España y fuera de España que se lo cree. La realidad fue muy diferente: los terroristas fueron quienes se sublevaron y quienes practicaron el terrorismo ab initio. Es comprensible que, todavía hoy, muchos españoles se indignen ante la posibilidad de caracterizar el régimen de Franco como una dictadura basada originalmente en una doctrina de carácter también terrorista. Y, sin embargo, es difícil negarlo. No solo en términos de derecho penal.» 

El legado de Colunga hoy

«La aparición de Vox y la deriva del PP hacia la extrema derecha están en la base del desquiciamiento de la vida política española y del resurgimiento de ideas y proyectos que parecían ya limitados a ciertos sectores nostálgicos de la dictadura. Lo primero viene de la convicción, ya antigua, que la derecha tiene de que el poder les pertenece y que solo ellos tienen derecho a gobernar. Lo segundo cabe situarlo en la reacción de la derecha liderada por Aznar al movimiento en pro de la memoria a fines de los años noventa, que desembocó en una descarada campaña de propaganda con Pío Moa como mascarón de proa. Poco después, desbrozado el camino por los “Moas”, surgió un neofranquismo académico que ha servido para darle forma y contenido a esa reacción.»

«El actual gobierno de coalición y la Ley de Memoria Democrática son ahora los enemigos que hay que batir. El discurso que hay detrás viene de lejos: la Segunda República fue ilegítima en origen; la guerra civil la inició la izquierda en octubre de 1934; el triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936 fue fruto de un fraude; el “Alzamiento” fue consecuencia del vacío legal y de poder creado tras las elecciones; los responsables del desastre fueron la República y los partidos que integraban el Frente Popular, que eran los que querían la guerra; en la zona republicana reinó el terror, al contrario que en la “nacional”, en que primó la justicia y las garantías procesales, y, finalmente, gracias al franquismo se inició la reconciliación y fue posible la transición a una democracia verdadera.»

«[La Memoria de Colunga] como la de tantos personajes de segunda fila de la dictadura, se esfumó con el paso del tiempo. Su propio nombre desapareció del callejero de Olvera por acuerdo plenario en septiembre de 1979. En Barcelona, por el contrario, hasta enero de 2019 no se le retiró el pergamino y la placa de hijo adoptivo que el Ayuntamiento le concedió en 1953.»


Fuente → elplural.com 

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