El aroma de otoño debería ser antifascista
El aroma de otoño debería ser antifascista
Marta Navarro García
 

Me invitan a conocer los perfumes con los que dar la bienvenida al otoño. Insisten mucho los publicistas en que este otoño han apostado por las notas amaderadas y las flores blancas para que la gente pueda dejar huella. "Necesitamos una fragancia adecuada que nos represente. Esto es tendencia en la semana de moda de New York".

Al principio creo haber escuchado mal. Tal vez me he pasado poniendo levadura a todas las comidas, ¿y si tanta cantidad tiene efectos alucinógenos y por eso leo y escucho esta clase de cosas? Pero hay alguien que insiste en que soy la persona indicada para dar mi opinión sobre esos perfumes que harán que otoño sea el paraíso y que, cuando camine por la calle, mi huella se eleve hasta el infinito.

Y entonces recuerdo a Jonathan Swift, un maestro para mí. ¿Qué haría el gran escritor y deán desde su pulpito de la Catedral de San Patricio en Dublín al escuchar algo así? En un mundo cada vez más injusto, con la extrema derecha actuando con impunidad, con altas cuotas de desigualdad, cada vez más gente busca escapar de la realidad. Es más fácil no pensar y seguir adelante con cualquier trampatojo, un aroma, por ejemplo. Pero otoño viene arrastrando sequias y enseñando las futuras consecuencias de nuestro apetito consumista. Puede entenderse el desánimo, pero jamás justificarse. ¿Qué haría Swift ante los difíciles otoños que se tejen a nuestro alrededor? ¿De qué hablaría y, sobre todo, cómo lo haría?

Quizá Swift volvería a provocar una tormenta con un texto al estilo de 'Una modesta proposición': arrojaría sus palabras afiladas sin reserva alguna hacia quienes nos roban el otoño, nos lo cambian por otro y encima nos dicen que con un buen perfume puede oler bien.

O quizá diría que este otoño debería oler a antifascismo. Bueno, este y todos, pero especialmente este otoño. De lo que estoy segura es de que no se escondería, no miraría hacia otro lado, no se pondría a escribir sobre perfumes de flores blancas, lo que lamentablemente sí pasa en este momento en muchos ámbitos de la cultura.

Este otoño debería oler a absolución. Sí, a la absolución de los 6 jóvenes antifascistas de Zaragoza. Seis familias a las que les han arrebatado la paz del otoño, del invierno, del verano y de la primavera. Vox es el responsable de tener en vilo a estos jóvenes. Vox es la prueba de cómo sin pruebas pero con mucho odio te pueden sentar en el banquillo.

Este otoño debería oler a absolución para el concejal de ZEC Alberto Cubero, político antifascista denunciado también por Vox, que paradójicamente intenta apropiarse del lenguaje y de la causa por la que el delito de odio se creó. Ellos son el delito, porque ellos son el odio. Cada propuesta de su programa político lo es.

El otoño debería oler a antifascismo, a vida plena, sin miedo ni incertidumbre, sin amenazas ni pruebas falsas. Un aroma a antifascismo que a veces olvidamos, pero que debemos recordar y hacer tendencia en Zaragoza.


Fuente →  arainfo.org 

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