Unos fascistas de “cristo rey” asesinaron  de un balazo en la cabeza a Norma Menchaca Gonzalo

Unos fascistas de “cristo rey” asesinaron  de un balazo en la cabeza a Norma Menchaca Gonzalo durante el “Día de la Sardina”, en Santurce (Vizcaya), en 1976 / Tulio Riomesta

Santurce 9 de julio de 1976, Franco ya llevaba casi un año muerto, pero la noticia no parecía haber llegado aún a muchas comisarías. Norma Menchaca Norma, de 42 años, bajó de su casa con varios vecinos a celebrar el el festivo «Día de la Sardina». Uno de sus 3 hijos, Roberto Fernández, de 19 años, se manifestaba en la calle Capitán Mendizábal pidiendo democracia y amnistía para los presos políticos antifranquistas. Roberto se cruzó con su madre en la calle, le dijo: «Vete para casa que va a haber follón».

Cuando la policía cargaba violentamente contra los manifestantes, aparecieron unos guerrilleros de Cristo Rey protegidos por la policía, vestidos de pescador arrentzale, camisa azul y pañuelo al cuello. Tres fascistas detuvieron a 2 manifestantes que Ilevaban una Ikurriña, y los entregaron a los guardias civiles de un jeep. Los franquistas abrieron fuego contra los manifestantes, Norma recibió un tiro en la cabeza y cayó herida de muerte. También hirieron de gravedad a Sebastián Peña y José Unamuno. «Después de que mi madre cayera muerta», recuerda Roberto, «la gente los persiguió y se refugiaron en el Ayuntamiento. La Policía Armada rodeó el edificio. A las 4 de la madrugada un Land Rover de la guardia civil se los llevó”.

Durante la autopsia, se extrajo del cráneo de Norma una bala del calibre 9 que le había provocado una hemorragia cerebral y un choque traumático. El forense, obediente para no molestar a la autoridad, escribió en su informe que la muerte de Norma Menchaca se había debido «al parecer» al disparo de un arma de fuego. Roberto tuvo que ir a Portugalete para decirle a su padre que habían matado a Norma. Fue terrible: “A mí madre la mataron conocidos fascistas del pueblo, a uno le llamaban El Chape. “Cuando al día siguiente del fallecimiento de mi madre fui a hablar con el gobernador civil, el Chape salía de su despacho. Le dije: ‘Deténgalo gobernador, que él fue uno de los que mataron a mi madre’. Por poco me detiene a mí”.

El lugar donde Norma cayó se llenó de flores y una gran manifestación recorrió Santurtzi. Ocho curas del pueblo concelebraron el funeral. El luto por Norma duró 3 días, hasta se suspendió la procesión de la Virgen del Carmen. La policía tomó el pueblo, más de 2.000 antidisturbios se desplegaron por las calles y cortaron las carreteras. Cuando Roberto fue al hospital donde habían depositado el cuerpo de su madre después de la autopsia, le dijeron que la guardia civil había metido el cadáver en un furgón para enterrarla en el cementerio de prisa y corriendo, en secreto, sin autorización, y sin pedir siquiera permiso a los familiares de la fallecida. Durante mucho tiempo, no sabían con seguridad cuál es la tumba en la que debían depositar sus flores. Cuando Roberto fue al juzgado para ver los informes sobre la muerte de su madre, un funcionario le dijo que habían desaparecido misteriosamente.

Nunca se detuvo al asesino ni se supo oficialmente a qué grupo pertenecía. El Juzgado de Instrucción número 5 de Bilbao abrió diligencias por la muerte de Norma, pero poco después fueron sobreseídas, «al no aparecer elementos suficientes para acusar a determinada persona como autor, cómplice o encubridor del delito perseguido». Las autoridades franquistas se desinteresaron, e hicieron más bien poco por buscar a los responsables del homicidio.

Desde entonces, el marido de la víctima, Luis Fernández Presa, y sus 3 hijos, José Luis, Roberto y Margarita, han intentado por todos los medios que se reconociera oficialmente que Norma Menchaca murió en un acto terrorista. Pero el Estado denegaba que el caso estuviera dentro de los supuestos que prevé la Ley de Solidaridad con las Víctimas del Terrorismo. La familia se dirigió a los grupos políticos vascos pero sólo Izquierda Unida les apoyó recurriendo ante la Audiencia Nacional.

En 2006, el Tribunal Supremo reconoció la condición de víctima del terrorismo a María Norma Menchaca Gonzalo, dándole la razón a Roberto. «Y todo ha sido», dice, «gracias a la labor de Koldo Usín, ex parlamentario vasco de Izquierda Unida, y de la abogada Virginia Díaz. Ellos tuvieron claro desde el principio que mi madre tenía el mismo derecho a ser reconocida como víctima del terrorismo que una persona asesinada por ETA o fallecida en el 11-M». La Audiencia Nacional ya había sentenciado en 2002 que Norma Menchaca tenía que ser considerada víctima del terrorismo con arreglo a la Ley de Solidaridad con las Víctimas.

Lo que Roberto vivió se parece bastante a lo que sufrieron otras muchas familias, desde la muerte del dictador hasta el final de 1979, más de 40 personas murieron mientras participaban en manifestaciones políticas o laborales. La cifra asciende casi al centenar si se incluyen los que fueron blanco de la munición oficial en controles policiales o en acciones muy cercanas al terrorismo de Estado. Durante la “ejemplar transición” hubo muchos casos parecidos al de Norma Menchaca.

Documentos: EuropaPress. El País (Pablo Ordaz). Mapa del terror. Lo que Somos. Diario Vasco. República Popular Española


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