Las "sombras" de los montes bercianos: El movimiento antifascista del Maquis
Con el fin de la Guerra Civil dio comienzo una "guerra entre las sombras", en la que el Bierzo jugó un papel protagonista
 
Las "sombras" de los montes bercianos: El movimiento antifascista del Maquis / Itziar Bodelón
"En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado" - Francisco Franco.

 

Es el año 1939, el bando sublevado se alza con la victoria poniendo fin a la Guerra Civil. Con esto, España queda bajo el control del que ha sido el promotor del golpe de Estado a la Segunda República: el general Francisco Franco. Se calcula que los montes acogieron a alrededor de 7.000 hombres y mujeres durante el gobierno del caudillo, dando así inicio a una guerra en las sombras cuya contienda entre la represión franquista y la resistencia se saldará con la muerte de 258 guardias civiles y 2.166 guerrilleros, 3.382 encarcelados y 19.407 colaboradores del Maquis detenidos. Franco, deliberadamente o no, mintió en su discurso triunfal; la guerra continuaba para muchos, oculta de los ojos de aquellos que se negaban a verla.

La zona del Bierzo y la Cabrera es clave para entender la resistencia guerrillera y antifascista de la posguerra española. Sus amplias zonas montañosas y de difícil acceso permitieron al Maquis esconderse de la persecución franquista y organizarse. Nacería así en 1942 la primera agrupación armada en España, conocida como la Federación de Guerrillas León-Galicia. Entre sus filas se encontraban aquellos que tuvieron que huir como consecuencia de las purgas contra la izquierda; pero también personas sin ideología que fueron acusados en falso ante el régimen o saqueadores que evitaban cumplir condena ocultándose en el monte. Con la constitución de la Federación se fijó un modo de actuación en común y unas reglas, dejando atrás el estigma de ladrones y bandidos que tenían ante una parte de la población. No obstante, los maquis habían sido declarados oficialmente bandoleros en los años 40 y eran juzgados como tales.

En los pueblos del Bierzo estos guerrilleros eran recibidos con cariño y esperanza. Muchos vecinos veían en ellos a luchadores capaces de desarmar a las fuerzas del Estado y de mantener vivo el movimiento republicano. El número de enlaces y colaboradores de la resistencia fue especialmente fuerte en la Cabrera. Estas personas ofrecían sus casas para que los huidos celebraran reuniones, descansaran durante sus viajes e hicieran acopio de suministros. También constituyeron una fuerte red de información sin la que no habría sido posible la supervivencia de la Federación de Guerrillas. Otra parte de la población, sin embargo, se mostró contraria a los rebeldes. Las denuncias entre vecinos ante el régimen eran frecuentes y la desconfianza enfrió muchas relaciones en los pueblos. Algunos delatores lo eran por su afinidad al régimen, mientras que otros intentaban protegerse a sí mismos y a sus familias manteniendo una relación cordial con la Guardia Civil.

Mientras, el Gobierno de la República subsistió fuera, aunque apenas proporcionó apoyo a los guerrilleros que seguían en España. Muchos maquis hablan de cómo el ministro de Defensa del Gobierno en el exilio insistía a aquellos que conseguían huir para que volvieran a resistir en los montes. Al contrario de lo que ocurrió en el caso de franceses e italianos durante la II Guerra Mundial, que recibieron el apoyo extranjero para defenderse de la ocupación alemana; la fuerza aliada se mantiene al margen del conflicto español aludiendo a un supuesto deseo de mantener la neutralidad de España en el conflicto internacional. En el ámbito nacional, sin embargo, la creciente leyenda de Manuel Girón Bazán parece tener el jaque a las fuerzas represoras. Bazán, un hombre que tenía 25 años cuando se produjo la sublevación militar en España y que abandonó su trabajo en el campo para unirse al frente asturiano, fue sin duda el maqui más temido por los agentes. El guerrillero huyó a los montes gallegos y leoneses del Bierzo con el triunfo del fascismo, convirtiéndose así en un fugitivo ante la ley y uniéndose a la resistencia.

 

Miembros de la contrapartida del Bierzo disfrazados de maquis

En la otra cara de la moneda, al terminar la guerra Franco considera que la Guardia Civil no ha sido lo suficientemente fiel al bando sublevado y contempla la posibilidad de disolverla. El entonces director de la Benemérita y uno de sus generales más allegados, Camilo Alonso Vega, convence al dictador de la utilidad del cuerpo como instrumento al servicio del régimen para combatir el fenómeno del Maquis. El caudillo cede ante su consejo y pone a Alonso Vega al frente de la represión, con lo que la Guardia Civil se convierte en el principal combatiente de esta guerra entre las sombras. Por otro lado, la resistencia férrea de los guerrilleros bercianos desgasta la moral de un cuerpo policial aún debilitado por la reciente Guerra Civil. La creciente leyenda de Manuel Girón lleva a Miguel Arricivita Vidondo a tomar el mando como comandante de la Benemérita y de la Brigada de servicios Especiales de Ponferrada en 1945.

Arricivita cambia por completo la forma en la que la guerra se desenvuelve. Lejos de las formas de lucha frontal propias del ejército, el comandante apuesta por la "guerra sucia" y de infiltración en la guerrilla. El régimen quiere acabar con los maquis a toda costa, y concede plena libertad a Arricivita para actuar. En el tiempo que dura la lucha, la Guardia Civil declara oficialmente muerto a Girón tres veces, con lo que su figura como líder y referente no para de crecer entre compañeros y enemigos. El comandante de Ponferrada acabará una cuarta vez con él gracias a un infiltrado, debilitando por completo la escasa moral que compartían para entonces los pocos maquis que quedaban vivos en España y apagando la rebelión.

Meses antes de su muerte en 1951, Girón y sus compañeros ya advertían que la lucha antifranquista carecía de sentido para entonces. La perspectiva internacional no era favorable, la moral del pueblo se encontraba erosionada y había quedado patente la consolidación de la dictadura en España. Tras el asesinato del "león de Los Barrios", la mayoría de los pocos maquis que quedaban en territorio nacional huyeron a Francia y Argentina. La historia ya ha olvidado los nombres de aquellos y aquellas que hicieron frente al franquismo; mientras las fosas comunes siguen repletas de cadáveres sin identificar que mantienen una herida abierta en la sociedad española.



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