La oligarquía recurre constantemente a la represión para perpetuarse en el pode

Telmo Varela: “La oligarquía recurre constantemente a la represión para perpetuarse en el poder” / Angelo Nero

Los trabajadores de Freire se declararon en huelga en febrero de 1972 por el acuerdo; en marzo en protesta por los asesinatos de Ferrol; en mayo en solidaridad con los compañeros de Barreras. Y en septiembre estalló la huelga general.

A los 16 años entras a trabajar en el astillero Freire, y lo haces en un año que quedó fijado en el imaginario obrero de la ciudad, porque al poco de entrar empieza la primera huelga, y aunque ya tenías constancia de luchas anteriores, ya que tu padre también era dirigente sindical en Freire, te debió haber tomado por sorpresa. ¿Cuáles son los antecedentes de las grandes huelgas que se produjeron, especialmente en Vigo y Ferrol, y que desembocaron en el Septiembre Rojo de 1972?

Los antecedentes, creo, hay que buscarlos en la propia dictadura. La falta de libertades políticas, de expresión, de reunión, de manifestación, así como las duras condiciones de trabajo, la falta de seguridad e higiene, el despotismo de los gerentes, jefes de taller, etc.

Otro antecedente, no menor, es que en 1972 se cumplen ya 33 años del golpe de Estado fascista. Los niños de la época del golpe pasaron por años de hambre, años de tristeza, amargura y oscuridad. El fascismo nos estaba robando el sueño de los ojos, nos ardían las pestañas porque no podíamos mirar un futuro determinado, nuestras manos estaban entumecidas porque no podíamos alcanzar la libertad. Fue desgarrador ver las condiciones en las que producíamos bienes de consumo a los que no teníamos acceso. Nuestros estómagos estaban cosidos de tanto sufrimiento. La lucha es lucha cuando enfrenta dificultades, esquiva obstáculos y proyecta un futuro de aguas claras, impulsando a hombres y mujeres que sueñan con un futuro ilusionante y esperanzador.

Cuando se cumplen estas condiciones, el proletariado es capaz de grandes logros. Esto es precisamente cuando puedes tomar el cielo por asalto.

Los trabajadores de Freire se declaran en huelga en febrero por el convenio; en marzo en protesta por los asesinatos de Ferrol; en mayo en solidaridad con los compañeros de Barreras. Y en septiembre estalló la huelga general.

En ese momento aún no había crecido el germen del sindicalismo nacionalista, las Comisiones Obreras comenzaban a organizarse, tratando de apoderarse del Sindicato Vertical, pero además surgían nuevas expresiones proletarias como la Organización Obreira. Ya que participaste en esta última, ¿cómo surgió, en qué momento y qué papel jugó en las huelgas de ese año?

Cuando las Comisiones Obreras, autónomas e independientes, fueron controladas por el Partido Carrilista, su objetivo era hacerse con el Sindicato Vertical. Esto sucedió en paralelo con la política de reconciliación nacional impulsada por los carrillistas. Por un lado, querían reconciliarse con los verdugos de miles y miles de republicanos y antifascistas. Y al mismo tiempo llamaban a copar un Sindicato Vertical de trabajadores vacío de obreros. Quisieron dar vida a una institución muerta y llevar a los trabajadores a ese “cuartel”.

Estas políticas crearon un gran malestar entre los militantes más cultos, honestos e inquietos. Militantes del PCE como Hierro Chomón y Anxo García no suscribieron la «reconciliación nacional». En la juventud el rechazo fue mucho mayor, los hermanos Collazo, Alonso Riveiro, Casimiro Xil, Aurora Caride, Carmen Cayetano, Benedicto, Braulio Puga… prácticamente toda la juventud proletaria estaba con Abelardo Collazo. Sólo un pequeño grupo de estudiantes y gente acomodada de la ciudad se quedó con Enrique Curiel.

En CC.OO. ocurrió el mismo proceso. En cada huelga, el malestar era mayor y salía a la luz, por la política pactista y cobarde de algunos de sus dirigentes. En la huelga de mayo de Barreras, un grupo importante, encabezado por Moncho de Barreras, Anxo Guisande, Lois Abalde y Jesús Chaves, se separó de CC.OO. para afiliarse a la Organización Obreira.

En la huelga de Barreras, en mayo, la Organización Obreira crece en prestigio y organización, consolidándose como una auténtica organización de trabajadores.

En septiembre nos estábamos estructurando con nuevos militantes porque los encuentros no paraban de atraer a más militantes del PCE, jóvenes y CC.OO. Por eso no nos convenía una nueva huelga. Pero una vez que esto sucede decidimos apoyarlo con todas las consecuencias. A los 5 o 6 días de huelga general CC.OO. y el PCE empiezan a maniobrar para revocarlo, ahí es cuando la Organización Obreira pone toda la carne en el asador, ya partir de ahí la dirección absoluta es de la Organización Obreira siguiendo las consignas y tácticas obreras impulsadas por la Organización Obreira.

En la lucha tomaron parte miles de trabajadores, lo mejor de la estirpe de la clase obrera viguesa. Después de la Huelga General, las fuertes gotas de las consecuencias represivas parecen escalones cuesta arriba y el fuerte viento golpeando de frente. La represión aplastó toda esperanza y tuvimos que hacer nuevos sacrificios para vencer la clandestinidad, la prisión, el exilio, la trampa y los ataques de los oportunistas de CC.OO. y los carrillistas. Bien se han ganado un lugar en el sillón.

La asamblea de trabajadores fue una de las herramientas decisivas en la lucha del proletariado, y tuvo un papel indiscutible en las huelgas del 72, ¿cómo se llevaron a cabo estas asambleas, recordando que estábamos en una dictadura que realmente no era permisiva con ninguna reunión obrera?

Jajaja.. estábamos en una dictadura, verdad, me río porque hacíamos más asambleas antes con la dictadura que ahora que están permitidas. Esta es una más de las contradicciones de esta «democracia» borbónica. Con el planteamiento de la «democracia» y el establecimiento del modelo representativo («para que no seas tú, sino alguien que seas representado por otro»), las organizaciones populares con tradición movilizadora y reivindicativa, se convierten en meros gestores y vínculos verticales con las diferentes administraciones De esta forma, la dependencia del sistema burocrático impuesto, y el abandono de la asamblea como foro de debate y toma de decisiones, produce desmotivación y desencanto con el que debemos romper.

La asamblea de trabajadores fue y sigue siendo una herramienta fundamental para el movimiento obrero. Sin asambleas no hay movimiento. Las asambleas se debaten, se hacen propuestas, se toman decisiones, se fragua la unidad y, sobre todo, de las asambleas emergen los verdaderos líderes naturales de la clase obrera. Fue allí donde salieron y se destacaron los líderes, donde se fraguaron verdaderos agitadores y alborotadores. Ahora en las pocas asambleas que se hacen hablan los libertos de cada sindicato, cada uno deja su spich y se va a casa. Eso no es movimiento de asamblea.

Por eso, con este 50 aniversario del 72 de septiembre, queremos reivindicar con orgullo el espíritu del 72. Queremos llevarlo a las luchas de hoy, ese espíritu, esa lucha y esos métodos de lucha más vigentes que nunca.

Los montajes en fábrica se realizaron en la propia fábrica sin ningún problema. Cuando eran asambleas generales, las hacíamos en la montaña, en alguna nave, en iglesias y algunas incluso en el Sindicato Vertical, gracias al esfuerzo de CC.OO. para llevarnos allí. Estas asambleas eran convocadas de boca en boca, comunicándolo cada uno a los compañeros con los que tenía confianza. Aún así tomamos medidas de seguridad.

Otra de las estrategias de lucha fueron los saltos, que con el tiempo se abandonaron de la práctica sindical, y que incluso resultaron en emboscadas a la policía. ¿En qué consistieron estos saltos y qué impacto tuvieron en personas que no estaban muy acostumbradas a este tipo de acciones, después de más de treinta años de la longa noite de pedra?

Los saltos son un método de lucha eficaz. Por un lado, el conflicto se hace visible en toda la ciudad. Por otro lado, se evita la represión policial. Me explico: en una manifestación masiva o numerosa, si hay una carga policial, hay más posibilidades de que haya heridos y detenidos.

Los saltos tienen el factor sorpresa, mayor movilidad, rápida retirada y dispersión de las fuerzas represivas. Eso y la experiencia acumulada en septiembre del 72.

Es cierto que se usan poco, porque los sindicatos no están por la labor, pero sigue siendo un método de lucha tan válido como las huelgas, asambleas, piquetes, manifestaciones… En la lucha sindical prácticamente se inventa todo y los sindicalistas conocen todos estos métodos, otra cosa es que quieran aplicarlos.

En las luchas por el acuerdo del metal de 2009 se empleó en ocasiones la práctica de saltos, con buenos resultados. Y en la lucha del metal gaditano, se utilizó también esta estrategia.

También fue muy importante para la continuidad de la huelga las muestras de solidaridad que llegaron de toda Galicia, que animaron la resistencia de una ciudad que, en septiembre d0 72 llegó a ser sitiada por las fuerzas policiales, ¿en qué forma se tradujo esta solidaridad?

Para cualquier conflicto que perdure en el tiempo, la solidaridad es como abrazar las estrellas, es la esperanza de una sociedad fraterna; es necesario recorrer el camino de la lucha y seguir resistiendo, sabiendo que se está arropado. La solidaridad de los huelguistas para continuar la lucha es necesaria para que el enemigo no os domine por hambre.

En el Septiembre Rojo, la solidaridad fue impresionante. Desde Lugo y Ourense llegaban todo tipo de productos del campo, desde leche hasta jamones. Mención especial a los barcos de bajura que descargaban cajones llenos de pescado fresco para los huelguistas.

También, por supuesto, la solidaridad económica fue grande no sólo de Galicia sino del Estado español, pero esa solidaridad estaba controlada por los dirigentes de CC.OO. y a las manos de los militantes de la Organización Obrera, reprimidos y despedidos, no llegó ni una peseta. Y a muchos militantes de CC.OO. Tampoco. Los dirigentes de CC.OO. saben a dónde se fue esa solidaridad económica. y también los del PCE.

Hubo muchos protagonistas del Septiembre Rojo que quedaron en el olvido, quizás porque fueron los más incómodos para los dirigentes sindicales que se crearon después, o porque fueron los más castigados por la represión. ¿Que nombres conviene rescatar para tener un recuerdo real de aquellos héroes y heroínas del 72?

Ambas cosas, porque eran incómodos para el sistema y para los partidos y sindicatos oportunistas, y porque eran los más combativos y, por tanto, los más reprimidos.

Siempre que hablamos del 72, nombramos a Waldino Varela, Porriño, Sangrabiel, Xosé Comesaña (el Merreño), Manel (hoy concejal con Abel Caballero), dirigentes sindicales inofensivos para el sistema, si no colaboradores y simpatizantes de este sistema que oprime y nos explota.

Les da asco cuando hablan del 72, hablan de banalidades y aspectos secundarios, intencionalmente, para ocultar lo que realmente significó la Huelga Revolucionaria del 72. Todos ellos no reivindican ni se enorgullecen del espíritu del 72, pero la clase obrera sí. Cada vez más en las luchas y en las calles se está reivindicando el espíritu del 72. Debemos recuperar ese espíritu y esa combatividad para avanzar en la búsqueda de nuestros derechos, cada vez más amenazados por las continuas reformas laborales.

Hay que rescatar los nombres de los verdaderos protagonistas de la lucha, el proletariado más consciente y que se entregó a la lucha sin ningún interés en el papel, fueron Luís Abalde y Comesaña, carpinteros de Barreras. Luís Abalde fue detenido dos veces, una durante el franquismo y otra durante la «democracia». Fue tan querido y respetado en Barreras que fue readmitido en ambas ocasiones. Se retiró en Barreras y murió manteniendo intactos sus ideales y conservando la esencia de lo que debe ser un proletariado.

Comesaña, tan grande como amable. Un trabajador ejemplar, como profesional, como compañero y como luchador. No hacía aspavientos (los podía hacer por su corpulencia), pero siempre estaba en primera línea de combate. En una manifestación de Barreras (mayo de 1972) en la Porta do Sol, los grises cargaron, los manifestantes fueron dispersados, hecho que aprovecharon los «Guerrilleros de Cristo Rey» para arrinconarlo en un portal y partirle la espalda con cadenas. Nunca se recuperó de esa lesión, lo tocó de por vida, pero nunca faltó a una asamblea, a una manifestación, siempre estuvo al pie del cañón. Me salvé de ser detenido porque él se interpuso, evitando así mi arresto. Un gran hombre, buen profesional, muy buen compañero, buen marido y buen padre. Prácticamente nunca se menciona.

Anxo García, líder comunista, fue detenido en 1972 y pasó dos años en prisión. Junto a Abelardo Collazo y Moncho de Barreras, fue uno de los más buscados y perseguidos por la policía, porque jugó un papel clave en la ruptura con el PCE. Cuando salió de la cárcel jugó un papel importante en la creación de SOG.

Benedicto, nadie lo recuerda. Un luchador como la copa de un pino, el primer voluntario para realizar cualquier tarea. Cumpliendo una de estas tareas tuvo un accidente automovilístico y estuvo en coma durante 15 días. Al parecer se recuperó y siguió militando en la Organización Obreira, muriendo meses después, el 6 de enero de 1973, con apenas 25 años. Fue el funeral más concurrido al que he asistido en mi vida. Estuvieron presentes todos los compañeros de Barreras, la mitad de la gente de Coruxo y la práctica totalidad de San Miguel, donde nació. Este hecho por sí solo dice mucho sobre quién era el querido Benedicto.

Braulio Puga, dirigente obrero de Freire, detenido y torturado cuatro veces, la primera en 1973, la segunda en 1974 y luego en 1975 y 1976. Estuvo preso en la prisión de Vigo (donde está el Marco), Pontevedra y Coruña. En el primer arresto al salir los trabajadores en asamblea acuerdan hacer huelga para que sea readmitido, asegurándole el trabajo hasta tu jubilación.

Jesus Italiane, Urbano Medraño… detenidos, y en el caso de Urbano dos años de prisión, sus dirigentes de CC.OO. no se les recuerda porque son luchadores inconvenientes para la cúpula del sindicato. Sólo quieren trabajadores sumisos y obedientes que digan sí a sus políticas liquidacionistas.

Hay que seguir luchando por la luz, por la libertad y el progreso para que los oportunistas de diferente complexión no se salgan con la suya, si los dejamos desencadenar prevalecerá la oscuridad, otros cuarenta años de la “longa noite de pedra”.

La represión posterior fue brutal y continua, encaminada a romper el movimiento obrero, como un avance a esa transición que debía ser pilotada desde la clase política que ya negociaba con el régimen. ¿Cómo fue esa represión y qué huella dejó en un sindicalismo que aún crecía?

La oligarquía recurre constantemente a la represión para perpetuarse en el poder, y en esos años con más motivos. El dictador seguía vivo, pero en la “trastienda” la clase política ya negociaba con el régimen el tránsito del fascismo al fascismo monárquico. La monarquía es la continuación del franquismo. Esa transición se fraguó en las mismas esencias del régimen fascista. Adolfo Suárez, recordemos, era la cabeza del Movimiento Nacional, ni más ni menos; Franco se lo impuso al rey «Campechano», y así todo lo demás.

La oligarquía española sabe perfectamente que el verdadero enemigo del capitalismo es la clase obrera. Por tal razón se desgasta hasta los dientes en reprimir con sangre, y derrocha ingentes sumas de dinero en difamar y calumniar la lucha proletaria.

Los partidos de «izquierda», los pacifistas y la casta política predican que la liberación del proletariado se defiende con métodos pacíficos y armas espirituales, pero se ataca con armas materiales cada vez que sale a la calle a reivindicar sus derechos.

Así fue como en 1972 detuvo el progreso organizativo de la clase obrera, con detenciones, torturas y encarcelamientos.


Fuente → nuevarevolucion.es 

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