Aram Aharonian
Apenas nacemos nos insuflan de miedo: el mantra de las religiones es justamente atemorizarnos en este mundo, marcando nuestro comportamiento y acotando nuestro disfrute, para hacer méritos y poder disfrutar todo eso (u otras cosas, no lo sé, eternamente), en el otro, después de la muerte. ¿Sin más amenazas, sin más miedos?
O sea, la vida en la Tierra sería apenas una prueba de admisión y si no nos portamos bien de acuerdo a las reglas y normas de la religión que elijamos o nos impongan, no habrá segundo tiempo. Eso es terrorismo primario, de primera generación, dice el comunicólogo Álvaro Verzi. El terrorismo secundario sería la amenaza del cambio climático, la hambruna, los gases de efecto invernadero, la guerra nuclear.Amenaza, miedo, represalia en nombre de bien superior, ha sido la forma de dominación en la Tierra. Y sigue siendo, porque cuando el verso de la libertad y la democracia ya no sirven mientras se masacran pueblos, al octogenario presidente “demócrata” estadounidense se le da por amenazarnos de que si no nos portamos bien, puede llegar la guerra atómica. Y chau Tierra. Incluyendo a Joe Biden, claro.
Pero todos sabemos que el miedo político es instrumento del poder y los dirigentes usan amenazas reales o potenciales para garantizar el control social. El miedo nunca se agota como dispositivo de poder pues el ser humano necesita la seguridad de no sentirse en riesgo.
Me dio miedo descubrir que hay otra gente que dice que no hay nada más efectivo que someter a la sociedad a un estado de miedo permanente para conducirlo fácilmente a los “santuarios” que el mismo sistema les ofrece como refugio, que en definitiva es replegarse en sus casas para rumiar silenciosamente sus miedos, sin salir a protestar ni a manifestarse para evitar calamidades.
Y entonces el homomedroso buscar diversiones escapistas en la televisión o los videos, el cine o la literatura de consumo masivo, mientras se traga sin digerir lo que dicen los medios informativos que anuncian nuevos temores que acechan a la población local, regional, nacional y por qué no mundial, y venden el abrigo de ciertos templos de salvación.
Al respecto del miedo en política Maquiavelo aconsejaba al Príncipe que es mejor ser temido que amado; Hobbes apuntaba el miedo y el imperio de la ley como parte del bienestar social; Montesquieu relacionaba miedo con despotismo; Tocqueville señalaba la ansiedad como manifestación psíquica de las masas; y Hanna Arendt hablaba del terror que persigue destruir la condición humana.
La religión y el miedo se combinan creando formas diferentes, unas sociales, otras individuales, marcando finales o adelantando su preludio, explotando ese mecanismo humano que es la angustia, la ansiedad, el temor que, a la vez que nos hace sufrir, nos alerta frente al exterior.
El miedo es epidémico, pica y se extiende. Miedo a lo nuevo, miedo al diferente, miedo al cambio climático… Muchos se juntan a través de los chats de las redes sociales y comparten sus miedos, para no sentirse arrinconados sólo por sus propios miedos sino por los del resto del círculo con un efecto exponencialmente espantoso.
Cada uno tiene la posibilidad de tener su propio miedo, que ostenta hasta con orgullo, porque saben que ese miedo es lo que les permite vivir y se parte de la Orden de Veneración al Temor, más amplia pero tan temible como el Opus Dei. Ter miedo propio y propagarlo en un afán democrático para que ese miedo se generalice: habrá miedo para todos.
Esto es el que la filósofa Martha Nussbaum llama La monarquía del miedo, la periodista Naomi Klein el capitalismo del desastre y su doctrina del shock, el sociólogo y filósofo Heinz Bude la sociedad del miedo, el ensayista Bernat Castany Prado la filosofía del miedo, el sociólogo Zygmunt Bauman miedo líquido, y el siquiatra Enrique González Duro escribe una biografía de miedo, dice Philip Potdevin.
Los medios y el miedoLos medios de comunicación se desnaturalizaron, abandonaron su función informativa e ingresaron a ser parte del engranaje del ejercicio del poder, donde su papel de eje desordenador de las subjetividades colectivas, siembra angustia, miedo y terror, y criminaliza las acciones populares de las ciudadanía emergentes.
Provocan incertidumbre con el miedo y temor que son respuestas específicas ante una amenaza interna o externa percibida por el sujeto de manera perenne y se convierte en un efecto crónico al percibirse como un estado permanente en la vida cotidiana, no sólo de los afectados directamente sino por los que conviven y son parte del segmento social donde se inscribe el sujeto.
La Doctrina de Seguridad Nacional estadounidense adoptada nueve días define la actual estrategia con la cual se atribuye el derecho de guerra preventiva en cualquier lugar del mundo. Y surgió la Patriot Act, arsenal de disposiciones liberticidas que fue aprobado en bloque con el pretexto de la lucha contra el terrorismo, medidas excepcionales que siguen vigentes. Este concepto establece que sólo prevalecerá una nación soberana y que las demás –junto al derecho internacional– tendrán que subordinarse a tal designio: cualquier acción u opinión, adversa a EEUU es susceptible de ser considerada terrorista.
La mentira de EEUU como arma de guerra, con sus historias de terror para imponer el miedo, el odio al otro, la violencia bélica, es difundida aún tres décadas más tarde por los corporizados y cartelizados medios de comunicación occidentales, que incrementan las crisis para aumentar sus sintonías y, por ende, sus recursos publicitarios, mientras sus ejércitos destrozan comunidades, vidas y sueños, para quedarse con sus recursos.
Podemos seguir hablando del miedo, su historia, sus métodos, sus fines… pero tengo miedo que al editor le parezca demasiado largas estas disquisiciones para publicarlas. Cuando me de un ataque de optimismo o de valentía, volveré por más miedo.
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Fuente → estrategia.la
1 comentario
De acuerdo en todo su análisis al respecto del miedo y del intervencionismo de Estados Unidos.
Pero le falta un sesudo análisis del miedo que produce el terrorismo islamista.
Les recomiendo la lectura del libro Eurabia de Oriana Falacci para documentarse.
Su análisis es subjetivo, no es objetivo.
Sin contar tampoco con todos los problemas existentes con las mafias ilegales que trafican con seres humanos en el Estrecho y que están invadiendo Europa sin ningún deseo de integrarse en Europa.
Y eso también produce miedo.
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