En julio de 1977, durante una protesta en Súria contra el baile de gala de la Fiesta Mayor, el disparo del arma de un guardia civil causó la muerte de un joven vecino de Manresa. Los hechos nunca se juzgaron
Regina Cruz, Josep Gimeno y Josep Sallent (texto) / Andreu Mayayo (asesoramiento) / Sàpiens
La noche del 11 de julio de 1977, el pabellón de Súria (Bages) acogió el baile de gala de la Fiesta Mayor. Fuera del recinto, un grupo de gente de entre 80 y 400 personas, según las fuentes, protestaban porque los hombres debían llevar corbata y las mujeres debían vestirse de largo para entrar en la celebración. Los manifestantes consideraban que los requisitos traicionaban el espíritu popular de la fiesta. Alrededor de medianoche, la música empezó a sonar. En el exterior, crecía el número de manifestantes y algunas personas silbaban a los participantes. Al ver la situación, el alcalde Mateu Castellà pidió a la Guardia Civil que reforzara a la pareja del cuerpo ya los dos policías municipales. Un sargento y otro guardia se situaron en la entrada del pabellón con los fusiles de asalto del ejército (CETME) en los brazos.
Roque Peralta recibe un disparo del guardia civil Francisco Ruiz
A las tres de la madrugada, los agentes intentaron disolver la concentración después de que varias personas trataran de entrar en el recinto a la fuerza. Durante el incidente, el joven Roque Peralta recibió un disparo del CETME del guardia civil Francisco Ruiz que le causó la muerte poco después. La bala le atravesó el cuerpo e impactó en la fachada de un edificio cercano. A las tres y media, la víctima ingresó cadáver en el hospital de Manresa. Peralta, vecino de la capital del Bages, había nacido hacía 27 años en Segura de la Sierra (Jaén). Ese día había ido a Súria a visitar a sus hermanos y, posteriormente, se había sumado a la manifestación contra el baile de gala. En Manresa, había dejado a su esposa ya sus dos hijos.
2. Dos versiones de los hechos: forcejeo y accidente, según la Guardia Civil; rasgo intencional, según los testigos
Las versiones de los hechos no se confrontaron en un juicio, aunque se inició una causa ordinaria. La Guardia Civil achacó la muerte a un forcejeo entre la víctima y el agente que hizo disparar el arma. En un documento enviado al Gobierno Civil de Barcelona al que tuvo acceso SAPIES, el cuerpo militar aseguraba que el guardia “forcejeó con un individuo que le intentaba arrebatar el CETME, resbaló y cayó, levantándose acto seguido, al tiempo que observaba cómo se le disparaba dicha arma y caía herido el individuo”. En cambio, 12 testigos contradijeron la versión oficial en unas declaraciones firmadas que recogió la Asociación de Vecinos de la Font dels Capellans, barrio donde vivía Peralta. El miembro de la Asociación de Vecinos que recogió las declaraciones, Antonio Alcaide,
Pere Subirà [uno de los testigos]: «Cuando Peralta estaba contra la pared, el guardia disparó”
Veintiocho años después, uno de esos testigos, Pere Subirà, seguía negando para SÀPIENS que se tratara de un accidente. “Cuando empezó la segunda parte del baile —recuerda Subirà—, el sargento ordenó a los agentes que disolvieran la concentración. Hasta ese momento habíamos estado bromeando con el guardia de la puerta, pero cambió de actitud al oír el orden”. El testigo añade: “Cuando tuvo el arma cargada, vio a Roque. Le golpeó con el fusil mientras lo arrinconaba contra la pared de una casa. Roque tenía un brazo inválido y, con el otro, intentaba apartarlo. Cuando el chico estaba contra la pared, el guardia disparó”. El guardia civil Francisco Ruiz fue destinado a otra población después de la muerte de Peralta. No era la primera vez que el agente debía irse de una localidad a raíz de un incidente.
3. Las contradicciones de Francisco Ruiz, el guardia civil que disparó
Dos años antes, el 22 de agosto de 1975, en Olesa de Montserrat (Baix Llobregat), Francisco Ruiz dejó su arma cargada en el cuartel. Sin su presencia, su hijo y su sobrina empezaron a jugar con la pistola. Según la madre de la niña y hermana del agente, al niño se le disparó el arma y su prima recibió el impacto de la bala en el cuello. Una semana más tarde, Rosa Maria O. murió en un hospital de Barcelona. En una conversación telefónica con SÀPIENS, Francisco Ruiz negó tener relación alguna con la muerte de la niña en Olesa y también con la de Peralta, y ha asegurado que la noche del 11 de julio de 1977 no estaba en Súria, aunque que documentos judiciales y de la Guardia Civil certifican que llevaba el arma que mató a Peralta. Las restricciones de los archivos de la Guardia Civil han imposibilitado consultar la documentación del cuerpo sobre los hechos de Olesa y Súria. Los documentos de la Guardia Civil y judiciales a los que accedió SÀPIENS se encuentran depositados en la Delegación del Gobierno en Barcelona o los guarda la familia de Roque Peralta.
4. Las protestas
Al día siguiente de los hechos, sólo las panaderías abrieron en Súria. El resto de establecimientos cerraron y los trabajadores no acudieron al trabajo. Por la mañana, pese a que Peralta no tenía ninguna afiliación política, representantes de partidos y sindicatos convocaron una concentración para pedir al alcalde que dimitiera por haber reclamado la presencia de los agentes. Los diputados electos del PSUC Cipriano Garcia y Juan Ramos -elegidos en los comicios en las Cortes del 15 de junio del mismo año- y el secretario general de la Comisión Obrera Nacional de Cataluña, José Luis López Bulla, se trasladaron a la localidad y negociaron con la Guardia Civil la celebración de la manifestación.
Concentraciones
A las seis de la tarde, medio millar de personas se concentraron frente al ayuntamiento de Súria con pancartas y una bandera con un crespón negro. Varios representantes políticos leyeron un comunicado en el que se reclamaba la dimisión de Castellano y se declaraba al día siguiente de luto a la población. Sobre el acto de protesta, la Guardia Civil informó al gobernador civil de que los manifestantes “se dirigieron hacia el ayuntamiento con dos pancartas. Texto: ‘Guardia Civil asesina’ y ‘Alcalde dimite’, coreándose dichas frases”.
Al día siguiente, entre 2.500 y 5.000 personas, según los diarios, asistieron al funeral de Peralta en Manresa. Parte de los presentes tuvo que seguir la ceremonia por los altavoces instalados en el exterior. Terminada la liturgia, los asistentes acompañaron a la familia Peralta hasta el cementerio, donde familiares y amigos pidieron ver al difunto por última vez. Poco a poco, los presentes desfilaron en silencio frente al cadáver antes de cerrar el ataúd. En Súria, se respetó el día de luto y se celebró otra ceremonia en memoria del fallecido.
5. La dimisión del alcalde
Dos días después de la muerte de Peralta, las presiones lograron que el alcalde presentara “su dimisión irrevocable”, decisión a la que se añadieron los concejales. Tres semanas más tarde, el Gobierno Civil de Barcelona desautorizó las dimisiones para que «los motivos alegados no se hallen comprendidos en las circunstancias de excusa legal». Días antes de recibir la desautorización, 2.000 vecinos de Súria –casi la mitad del pueblo– se habían adherido a un manifiesto en apoyo a Castellano, en el que se remarcaba “la honorabilidad de Mateu Castellà y Suades, tan injustamente como tendenciosamente atropellada ”.
Posteriormente, en 1979, Castellà se presentó a las primeras elecciones municipales democráticas como cabeza de lista del Grupo Independiente de Súria (GIS). El GIS ganó por mayoría absoluta y Castellà se convirtió en alcalde. En el siguiente mandato, revalidó la mayoría absoluta. Según el historiador local Josep Reguant, el apoyo que obtuvo Castellano en la recogida de firmas y en las elecciones surgió de la voluntad de parte de la población «de disculparse por haberle responsabilizado de la muerte de Peralta».
6. La precaria situación de la viuda y los hijos de Peralta y las indemnizaciones
La situación de la viuda de Peralta, Clara Benítez, era precaria. Pidió ayuda al gobernador civil de Barcelona, José M. Belloch, a quien explicó en una carta que la familia se encontraba «en la mayor indigencia». En enero de 1978, el gobernador civil comunicó a la viuda que la Delegación Provincial de Mutualidades Laborales había decidido otorgarle una pensión de viudedad de 5.000 pesetas mensuales, una pensión de orfandad de 5.400 pesetas y un único subsidio de fallecimiento de 5.000 pesetas más. En concepto de atrasos, Clara Benítez recibió 78.196 pesetas. Belloch consiguió que se otorgaran las dos pensiones a la viuda, pese a que “con la aplicación estricta de lo reglamentado no le correspondía ninguna”.
Una indemnización para la familia
Paralelamente, el abogado Josep Benet, que había sido elegido recientemente senador por la Entesa dels Catalans, recibió a la hermana del difunto, Socorro Peralta, y miembros de la Asociación de Vecinos de la Font dels Capellans, y se va comprometer a negociar con el Govern una indemnización para la familia. “El incidente tuvo lugar en un período histórico en el que las fuerzas del orden público eran intocables”, dijo a SÀPIENS Josep Benet. “En ese contexto, pedí una cantidad que ayudara a la familia a salir de la miseria, porque la vía judicial no garantizaba ninguna solución, tal y como el tiempo demostró”. En marzo de 1978, Clara Benítez recibió 850.000 pesetas del Gobierno Civil de Barcelona «para atender necesidades familiares derivadas del fallecimiento».
7. Un crimen impune: el sobreseimiento de la causa ordinaria en la jurisdicción militar
La muerte de Peralta supuso que se abriera una causa ordinaria en la jurisdicción militar. El 4 de mayo de 1978, el coronel juez instructor de la causa acordó su sobreseimiento y aplicación de los beneficios de la amnistía política al guardia. El decreto se basaba en un dictamen de la IV Región Militar, en la que se recomendaba el sobreseimiento de la causa y la aplicación de la amnistía porque la investigación de los hechos había terminado “con resultados, hasta el presente, contradictorios”. El sobreseimiento impidió que la familia recibiera una indemnización en concepto de responsabilidad civil subsidiaria.
Homenaje
A falta de dos días para el primer aniversario de la muerte de Peralta, la Guardia Civil informó al Gobierno Civil de Barcelona que “de forma solapada y anónima pensan colocar una lápida en el lugar del incidente, calle San José, así como coronas de flores y con la intención también de celebrar una misa por el difunto. […] Para dichas colocaciones no se tiene conocimiento de que haya sido solicitado permiso alguno, ni en la Alcaldía ni en el propietario de la fachada en cuestión”. Las previsiones se cumplieron: el 12 de julio de 1978, un ramo de flores apareció en la calle Sant Josep, donde un joven padre de familia había fallecido un año antes a causa de un disparo de un guardia civil. Hoy, “la fachada en cuestión” todavía tiene el impacto causado por la bala que mató a Roque Peralta.
8. Los documentos del caso Peralta, a pantalla completa
Consulte a pantalla completa un PDF con el documento de notificación del sobreseimiento de la causa contra el agente que disparó a Roque Peralta y con tres noticias sobre su muerte.
Fuente → nuevarevolucion.es
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