Lo divertido de leer a los muy cualificados defensores de...
Lo divertido de leer a los muy cualificados defensores de...
Esteban Rosador

 Y es que es divertido desmontar la monarquía cuando te ponen el balón tan en el punto de penalty.

El gustillo y la diversión de desmontar algo tan fácilmente desmontable como la monarquía y a sus defensores es mucho mayor cuando, encima, la persona promonárquica a la que se desmonta se supone que tiene un alto grado formativo sobre la cuestión de la monarquía.

Este es el caso de este catedrático, profesor titular de Derecho Constitucional en la Universidad del País Vasco, Javier Tajadura Tejada, al que José Antonio Zarzalejos le hace una entrevista en El Confidencial acerca de un libro de reciente publicación, coordinado por el catedrático, titulado "La jefatura del Estado parlamentario en el siglo XXI".

Me pongo a leer la entrevista, a ver si en ella encuentro argumentos a favor de la monarquía tan buenos y sólidos que hagan tambalearse o me hagan reconsiderar mis argumentos a favor de la república, dado que el entrevistado se supone que posee una alta cualificación sobre el tema de la monarquía, y lo único que encuentro son tonterías y más tonterías.

Y es que es divertido desmontar la monarquía cuando te ponen el balón tan en el punto de penalty.

Por supuesto sé que los argumentos que yo ofrezca aquí en contra de la monarquía y a favor de la república no tendrán el efecto de hacer que la gente que está a favor de la monarquía pase a estar a favor de la república (de hecho incluso me doy perfectamente cuenta de que cuanto más buenos y fuertes sean los argumentos favorables a la república y contrarios a la monarquía que se ofrezcan, más radical y fervorosa se vuelve la postura defensora de la monarquía de quienes la defienden), pero desde luego tendrán el inevitable efecto de poner, al menos, en evidencia el régimen tan absurdo que es defendido por quienes defienden la monarquía, y por tanto lo fácil y patéticamente que gente que se supone que posee una inteligencia adulta se puede prestar a defender cosas absurdas, por supuesto, con el uso de argumentos absurdos y falaces, como los de este catedrático de la entrevista.

Voy copiando entrecomilladas, en negrita y cursiva cosas que este catedrático va diciendo en favor de la monarquía, y a continuación voy desmontando cada una de esas cosas.

- "Si la monarquía cayera, habría riesgo de ruptura territorial"

El riesgo de ruptura territorial lo está causando precisamente la monarquía, dado que las regiones de España donde las corrientes separatistas o anti-hispanistas son más importantes son precisamente las más contrarias a la monarquía y las más favorables a la república. Si España fuese una república en vez de una monarquía, entonces los movimientos separatistas o anti-hispanistas tendrían una razón o queja menos que esgrimir a la hora de justificar su anti-hispanismo. En este sentido, la república traería más estabilidad y beneficio a la unidad de España.

Pero, de todas formas, para analizar debidamente la frase "si la monarquía cayera, habría riesgo de ruptura territorial", tenemos que detenernos un momento a pensar con rigor qué es la monarquía. La monarquía no es la Jefatura de Estado, la monarquía es solo una forma de accederse a la Jefatura de Estado, forma que consiste en accederse a la Jefatura de Estado por serse hijo del anterior Jefe de Estado (en vez de accederse a ella por razones como el mérito, el esfuerzo, la capacidad, la cualificación, la honradez, la lealtad, el rendimiento, la ejemplaridad, la neutralidad, y la idoneidad y superioridad de entre todos los posibles candidatos elegidas democráticamente, requisitos todos estos que integran el régimen de acceso a la Jefatura de Estado que denominamos "república" y que se basan en el Libre Mercado).

Así que si la monarquía no es la Jefatura de Estado, sino "accederse a la Jefatura de Estado por la única razón de ser hijo del anterior Jefe de Estado", entonces decir que "si la monarquía cayera, habría riesgo de ruptura territorial" equivale a decir que si a la Jefatura de Estado se dejara de acceder por consanguinidad y se empezara a acceder por mérito, capacidad, cualificación e idoneidad, entonces España se rompería o habría riesgo de ruptura de España, lo cual es un completo absurdo. ¿Desde cuándo es mejor que un cargo, la Jefatura de Estado, se guíe por la consanguinidad en vez de por la cualificación y la aptitud? Si la consanguinidad es tan mejor que la cualificación entonces hagamos que los neurocirujanos también sean cargos meramente hereditarios.

En realidad la monarquía, como régimen o institución de acceso a la Jefatura de Estado basado en la consanguinidad que es, es una institución desennoblecedora, indignificadora y desacreditadora de la Jefatura de Estado, porque cualquiera puede plantearse perfectamente que no debe ser tan importante un determinado cargo, la Jefatura de Estado, si para él no es necesario requerir ninguna cualificación ni aptitud, sino que es suficiente requerirse simplemente que el nuevo Jefe de Estado sea hijo del anterior.

- "La jefatura del Estado en un sistema parlamentario es una institución que cumple unas funciones muy relevantes y necesarias para el buen funcionamiento del régimen y que ningún otro órgano político está en condiciones de ejercer. Y esas funciones son similares con independencia de que se trate de jefaturas monárquicas o republicanas. Los diversos estudios contenidos en el libro coinciden en subrayar la relevancia de una institución que, en sociedades fragmentadas y conflictivas como las nuestras, se configura como un elemento de integración con funciones moderadoras y garante de la estabilidad política".

Es lo único medianamente sensato que se dice en toda la entrevista: que lo importante es la Jefatura de Estado, no la monarquía. La monarquía es solo una forma de acceso a la Jefatura de Estado, no es la Jefatura de Estado misma. Por eso hay también una Jefatura de Estado en la república, y por eso la república tampoco equivale a la Jefatura de Estado en sí misma, sino que la república es solo otro modo de acceso a la Jefatura de Estado.

Obviamente la república es mejor que la monarquía porque, en tanto que modos o regímenes de acceso a la Jefatura de Estado que ambas son, la república exige cualificación, mérito, capacidad, honradez, lealtad, ejemplaridad, aptitud, idoneidad y superioridad de entre otros candidatos elegida democráticamente, como manda el Libre Mercado, mientras que la monarquía simplemente pone el apellido y la consanguinidad por encima de todos los requerimientos republicanos (y en detrimento de ellos).

Así que, vuelvo a insistir: si la Jefatura de Estado es una institución que cumple unas funciones tan "relevantes y necesarias para el buen funcionamiento del régimen", entonces mayor y más grave es el error de permitir que la Jefatura de Estado quede a un modo de acceso como la monarquía, simplemente centrado en la consanguinidad, en vez de ver su acceso regulado conforme a los principios republicanos de cualificación, capacidad, mérito, esfuerzo, honradez, lealtad, ejemplaridad, aptitud, idoneidad y superioridad de entre todos los candidatos posibles, así elegida democráticamente como manda el Libre Mercado.

Convertir la Jefatura de Estado en un cargo hereditario equivale a convertir toda la nación en propiedad privada, y por tanto monopolio, de la dinastía familiar reinante, y todos sabemos lo que el Libre Mercado nos dice acerca de lo malos y nocivos que son los monopolios, en tanto que impedidores de la competencia y de los juegos de libres concurrencias. La posición de monopolio es lo que permite al dueño del monopolio enriquecerse, no por su propio esfuerzo, sino chantajeando y parasitando el esfuerzo ajeno, conduciendo así la economía a una creciente, retroalimentada, desigualitaria, injusta, desequilibrada, anticomercial y antieconómica concentración y monopolización de la riqueza.

Y la imposibilidad de expulsar de la Jefatura de Estado, por la vía democrática, a un Jefe de Estado ladrón también es perjudicial para la economía, costoso e ineficiente.

- "Pregunta: En la introducción, afirma que las funciones de los jefes de Estado son las de integración, la simbólica, la propia de la 'auctoritas', el poder moderador, la comunicativa (el derecho al mensaje) y la defensa de la Constitución. ¿Cumple el Rey en España todas estas funciones? Respuesta: Cumple todas ellas y de forma ejemplar."

Si tan buen Jefe de Estado es Felipe VI, y tan superior respecto a otros posibles Jefes de Estado, entonces no debería tener problema ninguno en presentarse a unas elecciones democráticas, demostrar la superioridad de su cualificación al pueblo, y ganarse la elección del pueblo como manda el Libre Mercado.

No dudo que el catedrático entrevistado votaría a Felipe VI, pero esa preferencia suya por Felipe VI es un derecho republicano suyo, no un derecho monárquico. No tiene, pues, sentido que este catedrático defienda la monarquía utilizando sus derechos republicanos a preferir al Jefe de Estado que considere más idóneo. Más bien debería defender la monarquía diciendo: "no importa si Felipe VI cumple bien sus funciones o no; incluso aunque las cumpla mal o corruptamente, debe estar en la Jefatura de Estado porque es inviolable y porque tiene el apellido Borbón, y como no importa si a mí personalmente me parece bien o mal que sea así, entonces la monarquía hay que acatarla porque es un hecho que está ahí, gracias al uso de las armas por una mafia golpista".

Además, el método científico y racional debe basarse en las pruebas, y la delincuencia de Juan Carlos I es la prueba misma más contundente e irrebatible que científicamente se podría exigir de que la monarquía y sus prerrogativas no sirven para garantizar que en la Jefatura de Estado haya un buen Jefe de Estado, que cumpla y rinda en sus funciones de manera idónea y honrada.

Desde este punto de vista, es irrelevante si un día hay en España un buen rey y otro día hay un mal rey. Lo importante es cómo de buena sea la monarquía como institución garantizando a reyes buenos en la Jefatura de Estado y combatiendo a reyes malos. Y la delincuencia de Juan Carlos I dejó bien claro y empírica y científicamente superdemostrado que la monarquía no sirve como institución reguladora de (el acceso a) la Jefatura de Estado. Por si no era ya de por sí suficiente el mero razonamiento de que permitir al Jefe de Estado delinquir, a través de una inviolabilidad absoluta, no es una buena forma de garantizar que el Jefe de Estado no delinquirá.

Hasta la propia Constitución de 1978 demuestra su desconfianza hacia la monarquía como institución (de acceso) a la Jefatura de Estado y reconoce que la monarquía no funciona ni sirve garantizando la cualificación, la idoneidad, la honradez, la neutralidad y el carácter moderador del Jefe de Estado, al prever la figura del refrendo, para que las responsabilidades de la Jefatura de Estado sean quitadas de las manos del rey (los actos del rey son nulos sin el refrendo) y pasen a manos de los gobernantes elegidos democráticamente.

Así, hemos tenido también otras pruebas empíricas, aparte de la delincuencia de Juan Carlos I (que fue una delincuencia de la monarquía como institución y como instrumento delictivo), de cómo la monarquía no funciona ni sirve garantizando que la Jefatura de Estado sea moderadora y neutral, como, por ejemplo, cuando Juan Carlos I causó un enfrentamiento entre el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional para librar a Los Albertos de la cárcel, o como cuando Felipe VI informó de su patrimonio a unos partidos políticos sí pero a otros no, o cuando criticó que Pablo Iglesias se le subiera en el avión oficial pero invitó a Pablo Casado a subirse al avión oficial.

Como, por lo demás, la actual e histórica precariedad, la actual e histórica pobreza, el actual e histórico desempleo, el actual e histórico subdesarrollo, el actual e histórico tercermundismo, y la actual e histórica inferioridad económica de la nación española dejan empíricamente superdemostrado, también y por su parte, que la monarquía es un mal régimen para España.

Es curioso, pues, que a todos estos a los que les sirve estupendamente cómo de bien les va la monarquía a Dinamarca o a Suecia, no les sirva, sin embargo, cómo de mal le va a España.

- "En el contexto político actual, caracterizado por una peligrosa polarización política y un auge de fuerzas populistas y antiliberales, la Corona como elemento esencial del pacto constitucional es el símbolo no solo de la unidad del Estado, sino de un determinado orden de valores".

Si donde dice "corona" en realidad quería decir "Jefatura de Estado", entonces bien este catedrático no tiene nada claros los conceptos (monarquía y Jefatura de Estado son cosas distintas: la monarquía es solo un modo de acceso a la Jefatura de Estado), o bien le ha traicionado su subconsciente (su pro-monarquismo le ha hecho decir "corona" en vez de "Jefatura de Estado"), o bien simplemente está intentando manipular al personal de manera consciente (intentando hacer que la gente crea que monarquía y Jefatura de Estado son una misma cosa, de manera que la Jefatura de Estado republicana no exista).

Pero si donde dice "corona" realmente quería decir exactamente eso, "corona", entonces está diciendo un inmenso absurdo. Considerando con rigor que la monarquía no es una Jefatura de Estado, sino solo un modo de acceso a la Jefatura de Estado, decir que "la corona como elemento esencial del pacto constitucional es el símbolo no solo de la unidad del Estado, sino de un determinado orden de valores" equivale a decir, dándole la interpretación más favorable posible, que lo que los parlamentarios constituyentes consideraron como elemento esencial del pacto constitucional y de la prosperidad de España, e, implícita e implicadamente, como mejor símbolo posible de la unidad del Estado, de la permanencia de esa unidad, y de un determinado orden de valores, es que a la Jefatura de Estado no se acceda por cualificación, ni por aptitud, ni por idoneidad, ni por lealtad, ni por honradez, sino por apellido y consanguinidad.

Es decir, que si el Jefe de Estado delinque o es desleal y traidor a España, hay que permitírselo, porque si no se lo permitimos y le expulsamos del cargo entonces ya estaremos interrumpiendo la cadena de consanguinidad y por tanto estaremos interrumpiendo la continuidad de la unidad de España.

Pues ¿qué queréis que os diga? A mí esto me parece una completa estupidez. Si tengo que elegir qué cosa prefiero que se perpetúe en la Jefatura de Estado para simbolizar la perpetuación de la unidad de España, prefiero un millón de veces que se perpetúen la cualificación, la aptitud, la idoneidad y la honradez, gracias a las elecciones democráticas, a que se perpetúen el apellido y la consanguinidad.

- "Lo que está en juego en España no es un debate entre monarquía o república, sino entre la monarquía de Felipe VI que implica una democracia parlamentaria, una economía social de mercado y nuestra plena integración en las estructuras económicas y militares de Occidente (UE y OTAN) y otras formas políticas incompatibles con la libertad."

Vamos, el clásico "lo que está en juego en España no es un debate entre monarquía o república, sino entre derecha e izquierda" de toda la vida.

Es decir, que la república es necesariamente algo de izquierdas y no puede ser de derechas. Por tanto en Alemania o en Estados Unidos siempre gobiernan las izquierdas.

Un argumento este el del catedrático que, en cuanto uno se pone a considerar rigurosamente que la monarquía y la república no son Jefaturas de Estado sino modos de acceso a la Jefatura de Estado, y que el acceso a la Jefatura de Estado de tipo republicano se basa en la libertad democrática del pueblo de elegir y por tanto va más con el Libre Mercado y con el liberalismo, revela no solo el tremendo disparate que es capaz de soltar este catedrático desde su cátedra (a saber, que el hecho de que a la Jefatura de Estado se acceda por cualificación y por elección democrática en vez de por apellido y consanguinidad es de izquierdas), sino también que, conceptualmente, de hecho la república es mucho, mucho más de derechas que de izquierdas.

- "La función de integración que cumple Felipe VI es tan relevante que, si cayera la monarquía, el riesgo de fragmentación del país y la aparición de diversas repúblicas no puede ser descartado. Para ejercer esa función integradora y simbólica es preciso tener una 'auctoritas' basada en la neutralidad y ejemplaridad. [...] Un monarca parlamentario debe ser valorado en función de dos parámetros, la neutralidad y la ejemplaridad. Felipe VI ha actuado siempre con una exquisita neutralidad, y ninguna objeción cabe hacer a su conducta desde el punto de vista de las exigencias de ejemplaridad".

Ya vimos lo neutral y ejemplar que fue Felipe VI cuando informó de su patrimonio a unos partidos políticos sí pero a otros no, o como cuando se quejó de que Pablo Iglesias se le subiera al avión oficial pero invitó a Pablo Casado a subirse.

Si tan neutral y ejemplar es Felipe VI, que se presente a unas elecciones democráticas, como manda el Libre Mercado, que no tendrá problema en salir elegido.

Si está diciendo que Felipe VI es capaz de ser tan integrador, tan neutral y tan ejemplar gracias a que le regalaron la Jefatura de Estado por su nacimiento en vez de tener que esforzarse por ganársela por su cualificación de manera democrática ante el pueblo, entonces está claro que tampoco se están acordando de cómo la institución monárquica, con sus prerrogativas, no sirvió para garantizarnos que Juan Carlos I no delinquiese durante 40 años.

Qué sorpresa: darle a alguien derecho a delinquir en forma de inviolabilidad absoluta no sirve para que esa persona no delinca.

Por no entrar a mencionar que esa función integradora tan importante que supuestamente cumple Felipe VI de manera tan neutral y ejemplar, el día que ya no tenga ganas de seguir cumpliéndola, no pasará absolutamente nada, porque es inviolable.

- "La Constitución es muy clara en este punto. La inviolabilidad del Rey es absoluta. Formalmente, la inviolabilidad solo puede limitarse mediante una reforma constitucional agravada y sería un error hacerlo. Sin inviolabilidad no hay monarquía. El único procedimiento compatible con la lógica del sistema —basado en el mandato vitalicio— para exigir responsabilidad al Rey es la abdicación como consecuencia de la presión social y política."

Es decir, que, en régimen de monarquía, la única defensa que tiene el pueblo trabajador contra el Juan Carlos I de turno es la presión social y política. El mismo Juan Carlos I inviolable e hinchado de millones al que cuando recientemente le preguntaron si iba a dar explicaciones respondió "¿Explicaciones de qué?". Perdonadme que os diga que puede que esta gilipollez os sirviera con sociedades más arcaicas de la historia pasada de España, pero, por ejemplo, conmigo aquí y ahora no os sirve absolutamente de nada. Idos a vender el cuento de la presión social y política a otro, que yo ya sé perfectamente que la presión social y política son los padres.

Podemos asumir que la inviolabilidad es una prerrogativa, incluso la inviolabilidad absoluta. Y podemos asumir que toda prerrogativa es una herramienta o instrumento de trabajo, para facilitar el trabajo de un determinado cargo. Pero un bisturí también es una herramienta o instrumento de trabajo, para facilitarle el trabajo a un cirujano, y si a mí me tienen que operar, prefiero que el bisturí con el que me van a operar sea manejado por un cirujano más cualificado que por un cirujano menos cualificado. Por la misma regla de tres, prefiero que la inviolabilidad sea manejada por un Jefe de Estado más cualificado que por un Jefe de Estado menos cualificado (por mucho que la inviolabilidad, como instrumento de trabajo, ayude a mejorar un poco el desempeño del Jefe de Estado menos cualificado), y por eso veo como absolutamente necesario que exista la posibilidad de elegirse democráticamente qué Jefe de Estado es más cualificado para ser Jefe de Estado y servirse del instrumento de la inviolabilidad.

Ni siquiera los cargos a los que más tiene sentido conferirles ciertas prerrogativas como herramientas para facilitarles su trabajo y la neutralidad en su trabajo, como jueces o policías, se libran de tener que estudiar y cualificarse en una carrera y de tener que demostrar su aptitud y superioridad en unas oposiciones, y no se les regala el cargo simplemente por su nacimiento.

E incluso aunque extendiéramos la prerrogativa monárquica de permanencia en la Jefatura de Estado aunque se cometan delitos más allá de la propia vida individual de un monarca, a todo su linaje familiar, de manera que sucesivas generaciones de la misma familia vayan heredando la Jefatura de Estado, ni siquiera esto lograría suprimir ni excluir el principio de necesidad de elección democrática y de cualificación e idoneidad para la Jefatura de Estado, porque aun así querríamos seguir eligiendo entonces qué linaje familiar sería el más cualificado y apto, de entre todos los linajes familiares candidatos disponibles, para ocupar la Jefatura de Estado durante generaciones.

Y os aseguro que si en la década de 1970 hubieran tenido una bola mágica de cristal para conocer de la delincuencia futura de Juan Carlos I, no hubiera propuesto a los Borbón para la monarquía ni siquiera el propio Franco.

Bueno, este artículo quizá se ha hecho muy largo, y como los argumentos que hasta ahora he expuesto también darían de sí más que de sobra para desmontar las respuestas que el catedrático va dando a las restantes preguntas que se le hacen en la entrevista, y como dichos argumentos también ofrecen una visión más o menos orientativa de la disparatada ideología con la que quieren enmarronarnos los monárquicos, me parece que ya puedo parar este artículo aquí mismo.

Un saludo a todos.

(Aquí tenéis el enlace a la entrevista: elconfidencial.com )


Fuente → meneame.net 

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