Libertad sexual vs libertad material
La renta básica universal puede ser una herramienta eficaz para tratar el tema de la prostitución o trabajo sexual – dependiendo de la perspectiva que se utilice. Por un lado, nos aporta una mirada crítica a lo que entendemos como libertad, y libre elección; ya nivel práctico, puede presentar una solución efectiva por las personas que participan en la industria

Libertad sexual vs libertad material.

Este pasado martes 7 de junio se aprobó la consideración dela proposición de ley para prohibir el proxenetismo en todas sus formas. La ley penaliza el proxenetismo y la tercería locativa, exista explotación o no. Pero la proposición de ley de momento no tiene ningún elemento de apoyo social o económico para las personas en situación de prostitución o las trabajadoras sexuales[1]-dependiendo de con qué perspectiva miremos. La única excepción a esta falta de apoyo es la disposición final primera, que aclara que ‘estas personas gozarán igualmente de todos los derechos de asistencia integral que se reconozcan en la legislación sobre libertad sexual’, que incluye una serie de medidas de apoyo , entre las que se encuentra la económica que como otras, tiene un diseño condicional y con unos requerimientos concretos.

No es sorprendente que la ley haya encendido reacciones tan diversas de distintos sectores de los movimientos feministas: desde el apoyo por haber representado un paso hacia el abolicionismo, y fuertes críticas desde los sectores que abogan por su regularización. Éste es de los debates más encendidos y controvertidos dentro del feminismo, pero tanto la idea como la política de la renta básica universal nos puede ayudar a acercar posiciones y establecer un terreno común que conquistar para avanzar en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres.

No es la primera vez que se escribe sobre renta básica universal y trabajo sexual o prostitución. Sarah Babiker lo ha hecho en alguno de lossus artículos, argumentando que al debate de la prostitución le hace falta la renta básica universal. Sin embargo, es un tema en el que todavía tenemos espacio para profundizar más por dos razones. Por un lado, la aportación de la renta básica al debate de la prostitución/trabajo sexual no es uni-direccional, puesto que al debate feminista de la renta básica, también le hace falta la prostitución o el trabajo sexual. Este debate siempre se ha focalizado en analizar aspectos más generales de los efectos de una RBU sobre la igualdad de género, cubriendo aspectos como el trabajo doméstico o de cuidados, la violencia de género en la esfera doméstica -y como mucho la laboral – pero no se ha profundizado demasiado en cómo la RBU podría ser una herramienta transformadora para particular colectivos de mujeres como las trabajadores sexuales o las mujeres en situación de prostitución.

Por otra parte, debemos profundizar más en esta intersección ya que la prostitución/trabajo sexual está ganando relevancia en el momento actual, dada la ley del PSOE para abolir el proxenetismo, pero más allá de la proposición de ley actual, el trabajo sexual o la prostitución son un fenómeno importante en Cataluña.El mayor prostíbulo de Europa, está situado en nuestro país y somos el principal país de demanda de prostitución/trabajo sexual en Europa.

Renta básica y prostitución o trabajo sexual: de la libre elección y libertad sexual a la libertad material

¿Qué nos aporta la renta básica al debate y la regulación o abolición de la prostitución? La libre elección es uno de los argumentos clave en el debate de la prostitución vs. Trabajo sexual. Las personas que abogan por su regularización argumentan entre otras cosas, que el ejercicio de este trabajo es legítimo, siempre y cuando las personas que lo realizan lo hagan por libre voluntad. Sin entrar en otros aspectos del debate, la idea de la renta básica universal nos aporta herramientas para entender hasta qué punto podemos hablar de libre elección.

La renta básica universal se ha defendido desde la tradición republicana que conceptualiza la libertad más allá de las decisiones individuales y le da importancia al marco contextual en el que se toma la decisión. Desde esta perspectiva, no podemos hablar de libertad o libre elección si nuestra existencia material no está garantizada, es decir, si no tenemos las necesidades materiales básicas cubiertas. Bajo este prisma, no podemos hablar de libre elección prácticamente en ningún contexto, menos en el de las personas que deciden desempeñar el trabajo sexual o están en el sistema prostitucional.

¿Qué implicaciones tiene esa concepción de libertad para el debate de la prostitución vs. trabajo sexual? Ya no podemos hablar de libertad sexual ni libre elección entre trabajadoras sexuales ni mujeres en situación de prostitución. Una implicación práctica derivada de aquí podría ser acercar caminos entre el abolicionismo y regulacionismo, generando objetivos en común, como podría ser garantizar la existencia material de esta parte de la población. En la sección a continuación se explica por qué una renta básica en especial, es la política más adecuada para ello.

Una renta básica como política para las trabajadoras sexuales/víctimas del sistema prostitucional

Tanto la abolición como la regularización de la prostitución deben tener como prioridad central de sus políticas el apoyo de las personas en esta industria, mujeres en situación de prostitución o trabajadoras sexuales. Como medida efectiva por ello, aquí se propone la renta básica universal y se subrayan algunos de sus valores positivos.

La renta básica universal podría garantizar la existencia material y contribuir así a una mayor libre elección de estas personas. Al ser una transferencia incondicional y universal para todos, se ejerce como un derecho económico, que equipara el estatus de todas las personas que la reciben. Las ayudas condicionadas o dirigidas a grupos poblacionales concretos no pueden hacer esto puesto que generan categorías de población según sus necesidades, y estigmatizan a sus receptoras. Por tanto, un derecho económico universal como la renta básica es el primer paso para equiparar los derechos de las mujeres en situación de prostitución o las trabajadoras sexuales al resto de la población, incorporarlas como ciudadanas de primera.

De alguna forma, la renta básica universal es un apoyo para aquellas personas que quisieran desempeñar el trabajo sexual o seguir en la industria de la prostitución, tanto como aquellas que quisieran abandonarlo. Para las primeras, la renta básica aumentaría el poder de negociación frente a terceras personas y clientes o puteros. Les permitirá trabajar menos horas y cuidarse más. Para aquellas que quisieran abandonarlo, la RBU les daría un apoyo económico indispensable para una recuperación física y mental si fuera necesaria, pero también para formarse o emprender otro proyecto.

Además, la renta básica implica otra serie de beneficios que son conocidos, como el hecho de que se es mucho más simple de administrar -y por tanto, también menos costosa en este sentido; evita la trampa de la pobreza o desempleo; y llega de forma más efectiva a toda la población. Por tanto, la renta básica se propone aquí como una herramienta práctica con la que avanzar el impasse o el estancamiento del debate de la prostitución y trabajo sexual, y garantizar los derechos de las mujeres en esta industria de manera efectiva. Como se ha argumentado, esto lleva al último punto de este artículo que es que el debate de la renta básica universal también se beneficiaría de incorporar la realidad de las personas en situación de prostitución o trabajo sexual.

Al debate de la renta básica también le hace falta la prostitución y el trabajo sexual

Ya se ha dicho antes: al debate de la renta básica universal también le hace falta incorporar la diversidad de distintos colectivos de mujeres atravesadas por distintos ejes de opresión y con diferentes vulnerabilidades. Entre ellas están las mujeres en situación de prostitución o las trabajadoras sexuales. El debate feminista se ha centrado demasiado en aspectos más genéricos del impacto de la RBU en la igualdad de género, como el aspecto del trabajo doméstico, de los cuidados, o de la violencia de género. Así, algunas de las críticas se centran demasiado en la realidad de algunas mujeres blancas, privilegio de clase, entre otras, y aquellas que la defienden se han dejado atrás su potencial emancipador para mujeres atravesadas por más ejes de opresión.

Desde una perspectiva feminista y desde los movimientos feministas no existe consenso sobre la conveniencia de una renta básica universal. De las críticas más contundentes que se han formulado desde los sectores feministas, apuntan a que la emancipación de la mujer no es sólo cuestión económica sino también de valores, y normas culturales. Por tanto, el hecho de disponer de una renta básica universal podría llevar a las mujeres de vuelta a la esfera doméstica, a priorizar los cuidados y el trabajo doméstico, retrasando los avances que se han hecho en materia de igualdad en el mercado laboral, o el plan económico.

Evidentemente, las que las defienden no esperan que la renta básica sea una panacea y acabe con todas las formas de desigualdad de género. Argumentan, además, que esta crítica está tintada con un elemento paternalista, puesto que se centra en evaluar qué tipo de decisiones llevarían a las mujeres, como si ellas no supieran lo que es mejor para ellas. Por otra parte, el sector feminista favorable a la renta básica universal subraya sus elementos emancipadores: tener la existencia material garantizada podría aumentar su poder de negociación en la esfera laboral tanto como doméstica, y en relaciones afectivas, permitiéndolas abandonar empleos precarios, situaciones de violencia sexual o relaciones de pareja que no quieren mantener, incluso en situaciones de violencia de género. La evidencia científica que existe en torno a

Estos argumentos podrían fortalecerse y nutrirse si se incorporara la realidad de otros colectivos de mujeres. Este potencial emancipador de la renta básica universal es más evidente y necesario en colectivos de mujeres específicos de clase social baja, precarias, racializadas, en situación de prostitución o trabajadoras sexual entre otros. Su potencial emancipador no es el mismo para todas las mujeres, puesto que unas son más vulnerables que otras. Y por eso, para colectivos concretos en situación de privilegio de clase o raza la necesidad de un renta básica no es siempre tan evidente, facilitando las críticas y la pérdida de relevancia. Por ello, es necesario fortalecer la perspectiva interseccional en el debate feminista de la renta básica universal y conectar con otros movimientos y problemáticas sociales.

[1]En este artículo se utilizan los dos conceptos por que el objetivo es no entrar en el debate entre abolicionismo y regulacionismo, o trabajo sexual vs. prostitución.

Leire Rincon. Investigadora postdoctoral en el Departamento de Ciencias Sociales y la Cátedra de Sociologia Política y Política Social de la Universidad Humboldt de Berlín. Integrante del consejo asessor de la oficina del plan piloto para una renta bàsica en Catalunya.

Publicado en Catalunya Plural 


Fuente → attac.es

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