Las mujeres artistas que defendieron la República
Hay mucha literatura en torno al compromiso de los artistas con el esfuerzo de defender a la República española de la insurgencia fascista, la manera en que pusieron su talento al servicio de la causa republicana. El arte comprometido, sin embargo, también fue cosa de mujeres como Carme Millà, Lola Anglada, Maria Ferrés, Manuela Ballester y otras muchas, artistas que sirvieron a los gobiernos de la República y de la Generalitat de Cataluña para tratar de frenar la ofensiva fascista. Una exposición en el Museo Maricel de Sitges recorre la trayectoria de muchas de estas artistas, de las más célebres a las menos conocidas.

Las mujeres artistas que defendieron la República
Xavier Aliaga 
 

Carteles publicitando un festival musical en el Palau de la Música Catalana para ayudar a una Euskadi bajo las bombas, pidiendo apoyo electoral por el frente popular o mostrando actividades para la nueva mujer libre y empoderada, cuadernos escolares, cómics infantiles en defensa de la catalanidad que ofensiva nacional ponía en peligro, acuarelas que reflejaban el apoyo de las Brigadas Internacionales y otros aspectos de la Guerra Civil, fotomontajes por revistas u obra pictórica que reflejaba la sociedad de la época y sus problemáticas sociales. Entre más materiales y obra artística firmada por mujeres, piezas en muchas ocasiones anónimas pero también firmadas por artistas de trayectoria contrastada que, llegado el momento, tomaron partido por el bando republicano.

Panel general, con una fotografía de juventud Manuela Ballester. 
 

Mostrar este esfuerzo es el objetivo de la muestra “Artistas comprometidas con la República 1931-1939”, que recoge el trabajo de un puñado de mujeres relacionadas con las artes visuales nacidas en Cataluña o que tuvieron relación durante el período de referencia , a través de estancias, visitas o participación en determinados eventos. Una exposición que, deliberadamente, deja fuera la producción que no tiene que ver con la vertiente ideológica, poniendo el foco en todo lo que nos cuenta historias sobre lo que fueron esos años convulsos.

El posicionamiento republicano de estas mujeres tenía todo el sentido, por los cambios legislativos y medidas por parte del gobierno republicano y la Generalidad de Cataluña que ponían bases hacia la igualdad. Afiliarse a sindicatos y partidos, atender encargos de las autoridades, poner en definitiva su talento artístico al servicio de la ideología, era la respuesta a los poderes que remaban en la dirección contraria y que acabaron propiciando el levantamiento y estallido de la guerra.

Una de les sales de la mostra. 
 

Aquellas mujeres extraordinarias

Uno de los fuertes de la muestra es la visualización de esas artistas y su trabajo y trayectorias, no siempre bien ponderados. Mujeres como Carme Millà Tersol (Barcelona, ​​1907 – 1999), persona de filiación anarquista que desarrolló varios cargos en el Sindicato Único de la Enseñanza y Profesiones Liberales de CNT-AIT. Sede es el cartel Escola Nova, pueblo libre , una tierna defensa de la enseñanza laica. O el cartel citado antes, sencillo pero expresivo, ¡Ayude a Euzkadi!, con las mujeres huyendo de los bombardeos con criaturas. Millà, exiliada, no pudo regresar a Barcelona hasta 1959.

Sección con la ilustración a la derecha de Carme Millà. 
 

Lola Anglada Sarriera (Barcelona, ​​1892 – Tiana, 1984), empezó la vertiente comprometida con ilustraciones para la revista Nosaltres Sols! , entre 1931 y 1933, dibujos que eran una defensa explícita de la catalanidad, simbolizada por una joven vestida a la forma tradicional. Afiliada a UGT, el comisario de propaganda de la Generalitat, Jaume Miravitlles, le encarga dar vida al personaje El Més Petit de Tots, otro símbolo de la Catalunya oprimida. Con todo, la obra quizá de mayor interés artístico la componen las acuarelas con personajes de la guerra, de los milicianos y milicianas a los brigadistas o, incluso, las figuras representativas del otro bando, como falangistas, requetés o soldados italianos. El suyo fue un exilio interior, en Tiana, después de vivir escondida en Barcelona. Su carrera artística quedó lógicamente marcada por esa militancia inequívoca. "Nunca como en el tiempo de la República me he sentido vivir en nuestra casa", dijo el artista.

Espacio dedicado a Lola Anglada. 
 

Más sutil fue el compromiso de Maria Ferrés Puig, Maria Freser de nombre artístico (Vilassar de Mar, 1874 – Valls, 1964), autora de una interesante serie de dibujos de pequeño formato que son una especie de fresco de la guerra y la posguerra, desde los soldados de diferentes filiaciones hasta las colas de racionamiento en el estraperlo. Su toma de partido, explicitada en la serie Los demás , se puede ver también en la mirada de la gente que debe huir hacia el exilio, o la manera bien distinta de reflejar milicianos o la temida guardia mora.

Las Brigadas Internacionales, según la visión de Maria Farrés. 
 

Por su parte, Remedios Varo Uranga (Inglés, Girona, 1908 – Ciudad de México, 1963), fue una artista formada en Madrid y que, después de una estancia en París, se establece en la Barcelona republicana de 1932, para dedicarse al dibujo publicitario. En 1936 regresa a París y, con la entrada de los nazis, en 1940, comienza un largo periplo de exilio en México. Nunca regresó. En su obra, ejerció una denuncia potente de la violencia contra las mujeres en el ejército.

Se ha dicho antes que la muestra abra el abanico a otras artistas no catalanas que desarrollaron parte de su labor en Cataluña. Es el caso de Francisca Bartolozzi Sánchez (Madrid, 1908 – Pamplona 2004). Persona activa en el proceso de alfabetización, fue también una ilustradora muy combativa en diferentes publicaciones dirigidas al público infantil, como el personaje del niño Canito y la gata Peladilla, otro símbolo de la lucha contra la tiranía a la que , de forma idealizada, acaba derrotando. Bartolozzi también realizó dibujos acuarelados sobre la vida cotidiana durante la guerra. En abril de 1938 expuso en el Casal de la Cultura de la plaza de Catalunya seis grabados en el aguafuerte de la serie Pesadillas infantiles . El suyo también fue un exilio interior, en este caso en Pamplona.

Espacio dedicado a Francisca Bartolozzi. 
 

Juana Francisca Rubio García, Paquita Rubio de nombre artístico (Madrid, 1911-2008), fue otra artista foránea, cartelista en su caso, que realizó parte de su labor comprometida en Cataluña, en el taller de propaganda de la Sección de Artes Plásticas de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Casi todos sus carteles hacen referencia a organizaciones femeninas juveniles, un modelo de mujer fortalecida (o empoderada, si se desea), por el deporte. Tras su paso por Valencia y Barcelona, ​​siguiendo el curso de la guerra, se exilió a México con su marido, el cartelista José Bardasano. No volvió hasta 1961.

Otra artista resaltada en la muestra es Maruja Mallo (Vivero, Lugo, 1902 – Madrid, 1995), autora de una serie impactante Cloacas y campanarios , sobre la España más negra, de antes de la guerra. Un trabajo cuya dimensión la llevó a exponer en Barcelona o colaborar con La Vanguardia.

Manuela Ballester i Elisa Piqueras

Muchas de las trayectorias mencionadas estuvieron ligadas y conectadas, pero no tanto como la de las artistas vinculadas al País Valenciano Manuela Ballester (Valencia, 1908 – Berlín, 1994) y Elisa Piqueras (Albacete, 1912 – Valencia, 1974). En el caso de Ballester, esta exposición es un eslabón más en el proceso de restitución de los últimos años del artista ensombrecido por la larga sombra de quien fue su pareja, el también cartelista Josep Renau. Persona radicalmente comprometida, en 1936 pinta un cartel icónico, ¡Votad al Frente Popular! , una exhortación a parar a la derecha que, perdidas las elecciones, impulsó el levantamiento militar.

Representante de las vanguardias de la época, aunque desterraba la abstracción en beneficio del mensaje nítido y directo del realismo social, marcha de Valencia junto con Renau en 1937. En esta ciudad, trabaja de dibujante de la Sección de Prensa y Propaganda de la Comisaría General del Ejército de Tierra. El resto de la historia, es conocido: con la victoria nacional, marcha a México, al exilio. Y más tarde, siguiendo a Renau, se establece en Berlín. A pesar de algunos viajes a Valencia, nunca volvió por completo.

Una altra de les sales de la mostra. 
 

Menos conocida es la historia de Piqueras, pero es una pintora y escultora que formó parte de la fructífera escena artística valenciana de los años treinta, junto a Ballester y los hermanos Renau Berenguer. De hecho, Piqueras, casada con Juan Renau, fue cuñada de Josep y Manuela Ballester. En la vertiente artística y política, fue afiliada de la Alianza de Intelectuales Antifascistas y colaboró ​​en 1937 en el célebre Congreso en Defensa de la Cultura. Cuando se traslada a Barcelona, ​​en 1938, ejerce de profesora de dibujo en el Institut Obrer, en el que dejó huella por su destreza técnica. Su obra comprometida se puede rastrear en revistas como Verdad, dirigida por Max Aub y Renau, o Pasionaria , que dirigía Manuela Ballester. La exposición recoge por ejemplo una ilustración de gran expresividad que acompaña a “La canción de la madre proletaria”. Elisa Piqueras pudo regresar a Valencia, después de un exilio complicado, en 1957.

Los comisarios de la muestra reconocen que es necesario investigar mucho todavía, pero también ponen en valor el trabajo de artistas menos conocidas como Mariona Lluch, Anna Aguilera, Montserrat Barta o Alma Tàpia, de las que recogen muestras de su trabajo artístico y comprometido. Testimonio de una época y de una lucha enconada para preservar los avances para las mujeres que significaba la República.

Artistas comprometidas con la República
Comisariado: Núria Rius Vernet y Julián Díaz de Otazu
Museo de Maricel
Sitges
Hasta el 18 de septiembre


Fuente → eltemps.cat 

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