La Educación de las Mujeres en el Franquismo
La Educación de las Mujeres en el Franquismo
María Yolanda Romero

Recensión de “Mujer en la educación franquista. Objeto y sujeto de adoctrinamiento” Autora: Sara Folch

 

La supuesta inferioridad intelectual femenina justificaba su desplazada posición en la jerarquía social y familiar, que lejos de incomodarla, parecía brindarle la codiciada oportunidad de demostrar su natural disposición al sacrificio y la abnegación.

“las mujeres no tenemos que dirigir la política, aunque si tenemos que vivirla y que conocerla para transmitirla a las generaciones venideras” “No podemos afirmar que la mujer carezca de dotes directivas, pero sí podemos manifestar que al hombre le agrada más que no las exhiba” “¿A qué tratar de deslumbrarlos con nuestros improvisados éxitos en el trabajo, si sabemos que ofendemos su criterio y su tradición de superioridad?” “por muy legítima que haya sido la intervención femenina en la acción política e histórica, ha tenido que usar de toda su gracia femenina para hacérselo perdonar de los hombres” “la mujer convence al hombre callando y le vence cediendo; que no influye en él atacándole de frente, sino de costado, por medio del corazón”

Las mujeres han de responder a cuanto pida una familia cristiana y española.

“En el concepto cristiano del hogar, la mujer es esencialmente la esposa y la madre que gobierna la casa, atiende al marido y educa a los hijos; el hombre es el obrero de la familia, el que le ha de proporcionar lo necesario para su sustento y desarrollo”.

La mujer de posguerra no debía excederse en su feminidad. Rehuyendo las pasiones incontroladas, la educación buscó imponer en las mujeres un cierto hieratismo sentimental, el gusto por la atonía, la pasión por la rutina.

“una mujer exageradamente femenina, exaltada en todo su éxito de mujer, no será una buena madre.”

Todo cuanto perjudica a la psicología femenina, todo cuanto bastardea su sexo, lo hombruno desvía de la maternidad o la mancha con imperfecciones y lacras. El más mínimo síntoma de virilidad presuponía una amenaza a la maternidad, ponía en entredicho la regeneración nacional y auguraba a la mujer apocalípticos desarreglos psíquicos y fisiológicos,

“La que no soporta un mal genio o una cara hosca, o una contestación desabrida, la tenaz en sostener su punto de vista, está condenada a sufrir mucho”

Los contenidos educativos rechazaban los excesos intelectuales, poco femeninos, y esbozaban una mujer tipo, abnegada, sufrida y ensalzada en su maternidad. A fin de educar su voluntad, se publicaron gran número de lecturas orientativas y se concedió especial atención al estudio de pautas de comportamiento, estrictas normas de educación, destinadas a ejercitar el dominio de las jóvenes sobre sí mismas, la represión de sus anhelos.

En octubre de 1941, se establecía la obligación de impartir las asignaturas de educación física y política y se unificaban las asignaturas domésticas, tanto en las escuelas primarias como en las secundarias, bajo el título general de Hogar, que incluía nociones de Economía Doméstica, Labores, Corte, Zurcido, Trabajos Manuales, Cocina y Música.

Sin someterse a una esmerada educación moral, la mujer era reducto de todos los males, caja de Pandora, aliento de tentaciones en la más pura línea argumental de la institución eclesiástica, que la sometió a sospecha como heredera moral de la bíblica Eva, motivo de perdición e incitadora de transgresiones.

“no entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. (…) El verdadero feminismo no debiera consistir en querer para las mujeres las funciones que hoy se estiman superiores, sino en rodear cada vez de mayor dignidad humana y social las funciones femeninas”


“Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles” “lo propio de la Sección Femenina es el servicio en silencio, la labor abnegada, sin prestancia exterior, pero profunda. Como es el temperamento de las mujeres: abnegación y silencio”

La lectura de novelas, el baile, la playa y el cine, máximo exponente de corrupción, concentraron los instigadores esfuerzos de la Iglesia, que se irguió en mecenas de la castidad y la pureza, oscuramente preocupada por la integridad psíquica de la mujer.

“esos perjuicios, esas ilusiones dañan sobre todo a la psicología femenina, que es demasiado impresionable, que tiene demasiada imaginación”. “confeccionadas con retazos de adulterios, de aventuras pasionales, de intrigas sensuales, de evoluciones de amor libre.

El baile, “vestíbulo de las casas públicas”, la playa “inmenso pudridero moral, donde entre montones de carnaza se revuelven los sapos de la sociedad” El cine, máximo exponente de corrupción

El elemento de identidad femenino es la maternidad. La mujer es, ante todo, madre. La maternidad es el desarrollo normal de la mujer, una necesidad fisiológica de la naturaleza femenina que encierra la esencia de la feminidad.

“sin hijos la mujer es un cuerpo incompleto, un alma insatisfecha, ya que es precisamente por las alegrías del amor, de la maternidad y de la familia como la mujer realiza su espléndido destino”

División sexual del trabajo: el hombre creador de valores económicos y la mujer el centro del hogar.

“en pago de su esfuerzo reproductivo, debería verse libre del áspero contacto con el mundo exterior, debería vivir defendida por el hombre en el microcosmos que es la familia” “Disimulemos o disminuyamos nuestra presencia física en el trabajo. Seamos hormiguitas graciosas y amables. Envolvamos en feminidad nuestras formas de trabajo, nuestro uniforme, nuestro andar, nuestra propaganda”


Fuente → rosacandel.es

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