La de la vida, la del amor, la de la muerte. “Las tres heridas de Miguel Hernández”
La de la vida, la del amor, la de la muerte. “Las tres heridas de Miguel Hernández”, de Carles Esquembre


Carles Esquembre, Las tres heridas de Miguel Hernández
Barcelona, Planeta Cómic
152 páginas, 18,95 euros
 
 
 
En el ochenta aniversario de la muerte del poeta alicantino Miguel Hernández, Carles Esquembre ofrece a sus lectores una nueva forma de indagar y aprender de su vida y obra. En una novela gráfica, nos presenta la aventura miguelhernandiana articulada en tres episodios principales, sumados a un epílogo. Los títulos de estos capítulos toman su nombre de uno de los poemas más reconocidos de su composición Cancionero y romancero de ausencias (1941), que escribió en la cárcel en trozos de periódicos, en papel higiénico, en folios viejos. El poema que sirve de inspiración para los capítulos y el cómic es “Llegó con tres heridas”. El poeta-pastor nos habla de tres heridas que sufrió: la de la vida, la del amor y la de la muerte.

La portada nos muestra un dibujo digital de Miguel Hernández, en imitación de su célebre fotografía de 1939, en la cárcel. En la recreación digital, Esquembre ha preferido desempapelar a Miguel de un envoltorio, fragmentar una coraza de barro que lo custodiaba en su interior. Es por ello por lo que, en el pectoral del artista, se hallan unos versos, firmados por Miguel Hernández, que señalan: “Me llamo barro, aunque Miguel me llame”, de su poemario El rayo que no cesa (1936). El poeta, en blanco y negro, se encuentra sobre un fondo rojo: rojo como la sangre, color que él simbolizaba la lucha, el sudor, el sacrificio, además de una posible vinculación al progresismo político. Recuérdese que él luchó en primera línea de fuego a favor de la II República en la Guerra Civil española (1936-1939).

Antes de comenzar con el primer capítulo, Carmen Alemany Bay, catedrática de la Universidad de Alicante, realiza un breve prólogo que ayuda a contextualizar a los lectores. En él, Alemany Bay advierte de un nuevo enfoque sobre la vida del oriolano, de un nuevo Miguel “desamordazado y regresado”.

La primera parte de la novela gráfica se titula “La de la vida (1925-1930)”. Comienza con el proceso de formación de vida: de una célula a una rana, que sale del agua al mundo exterior. El agua, en su totalidad negra en el dibujo, es símbolo de vida. Este primer apartado nos muestra a un joven Miguel, en su pueblo natal, Orihuela, en 1925. Allí, alternaría su oficio de pastor lector y escritor con su formación escolar con los jesuitas, a los que abandonaría. Miguel se vinculó mayormente al mundo de la naturaleza: es por ello por lo que en las ilustraciones pastoriles impera el blanco; mientras que en las eclesiásticas el color negro. Son numerosas las referencias a sus composiciones líricas y vitales: cebollas-bebé (Nanas de la cebolla), llamarse Barro y no Miguel, a la famosa fotografía de su familia. Este periodo también remite a sus inicios poéticos, en los que consultaba con su amigo Carlos, panadero, qué le parecían sus poemas. También con don Luis, figura religiosa a la que estaba muy vinculado, que le apoyó en su aprendizaje literario, tanto como lector como poeta. Vital para el protagonista es su relación con Ramón Sijé: se muestra cómo José Marín borra su nombre y escribe su nuevo antropónimo, con el que alcanzaría la fama.

En “La del amor (1930-1935)”, Esquembre nos muestras varios puntos claves: el inicio de la II República, su relación amorosa con Josefina Manresa, su primera estancia en Madrid en la que esperaba consolidarse como poeta de prestigio (y sus relaciones sexuales con Maruja Mallo, simbolizadas con el toro, por sus cuernos de infidelidad), el germen de su mala amistad con García Lorca, al que conoció en Murcia… Célebres personajes que aparecen en el cómic están muy bien grafiados: García Lorca, Josefina e incluso Miguel Hernández son muy fieles a las imágenes que conservamos de ellos. Las imágenes finales nos anticipan una tercera parte llena de pesimismo y tragedia.

“La de la muerte (1935-1939)” refleja los últimos años de libertad de Miguel Hernández. En esta sección, es el color negro el hegemónico, presagiando un mal destino para el alicantino. La acción comienza con el proyecto de su poemario El hombre acecha y la irrupción franquista, que dio comienzo a la Guerra Civil (1936-1939). Es un capítulo cargado de dolor, sufrimiento, debido a muertes de personajes queridos por el protagonista, como Ramón Sijé, al que dedicaría una elegía en su poemario El rayo que no cesa, o su primer hijo a los pocos meses de nacer. La angustia también se debe al ambiente bélico. Frente a todo ello, una nueva esperanza: un nuevo embarazo de Josefina: “Todo está oscuro menos ahí dentro” alude a su poema “Menos tu vientre”, en el que el poeta guarda un atisbo de luz frente a la oscuridad que rodea a su mundo. Miguel apenas conoció a su hijo, Manuel Miguel.

Miguel participó con intensidad en la contienda, en el frente, en trincheras. Es por ello por lo que, en el epílogo, en una fiesta celebrada por intelectuales antifranquistas como Rafael Alberti o María Teresa de León, este renegó de las celebridades: “Aquí hay mucha puta y mucho hijo de puta”. La mujer de Alberti abofeteó a Miguel Hernández por ello. Muchos de estos intelectuales decidieron ir al exilio. Miguel, en cambio, prefirió quedarse con su familia. Una página con un cráneo de búfalo, que anticipa el tema tratado, nos adelanta cómo será la vida del poeta en sus siguientes años: prisionero en diversas cárceles. Encerrado, escribió su Cancionero y romancero de ausencias. Miguel siempre aguardó esperanza; son emblemáticos los versos finales de su poema “Eterna sombra”, posiblemente el último que escribió: “Pero hay un rayo de sol en la lucha/ que siempre deja la sombra vencida”. En la siguiente página, se nos muestra a Josefina ante la cama en la que murió su marido, enfermo de tuberculosis.

Seguidamente, Esquembre nos ofrece un apartado de extras, con dibujos y bocetos de Miguel Hernández, el retrato de su familia ampliado, el retrato realizado por Buero Vallejo, entre otros.

El tratamiento del dibujo es excelente en la novela gráfica. Todos sus personajes son muy reconocibles: Miguel Hernández, Josefina Manresa, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Pablo Neruda, Ramón Sijé, etc. Las transiciones entre escenas son increíbles. Están muy logradas. Esquembre consigue, además, con solo dos colores (blanco y negro) transmitirnos unas sensaciones llenas de color y sentimiento. Esquembre ya nos sorprendió con una novela gráfica impresionante de García Lorca: Lorca: un poeta en Nueva York (2016). Esta nueva obra, sin duda, es de la misma o mayor calidad. ¿Con qué autor o autora nos sorprenderá en un futuro? ¿Machado? ¿Bécquer? ¿Delibes? ¿Laforet?


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