En 1936, los franquistas asesinaron  extrajudicialmente en Mallorca a los Socialistas Joana Vaño, y a su pareja Ramon Fuster

En 1936, los franquistas asesinaron  extrajudicialmente en Mallorca a los Socialistas Joana Vaño Morales en Calviá, y a su pareja Ramon Fuster Rojo en La Creu de Porreres

El 28 de septiembre de 1936, el socialista y ugetista Antoni Ribas Galiana, y un compañero, “el Francés”, tras un tiroteo salieron a la calle desde su casa en Palma de Mallorca, brazos en alto y anunciando su rendición. Sin embargo fueron abatidos a tiros por la policía franquista que los buscaba. A Antoni lo remataron a patadas. Ramon Fuster Rojo y su pareja sentimental, Joana Vaño Morales, también militantes del Partido Socialista, conocedores de los hechos, decidieron ocultarse. Pero 2 días después los encontraron, fueron detenidos y desaparecieron.

Se los llevaran a lugares distintos. Joana Vaño, 50 años,  fue metida en un coche que salió de Palma hacia Ses Planes, en el término de Calvià. De madrugada, todavía noche oscura, se detuvieron y la hicieron bajar. Cuando se dio cuenta de lo que estaba en punto de pasar, seguramente se resistió. Lucharon y alguien le pegó un navajazo a la barriga y le hizo un corte de cierta profundidad. Ya la tenían confusa y herida, casi sometida. Seguidamente, le dispararon a poca distancia, un tiro le entró por la cabeza, por encima de la oreja derecha, y salió por el lado izquierdo. Otra bala entró por el omóplato derecho y salió por debajo la axila izquierda. Seguramente participaron 3 asesinos en el crímen.

Las dos heridas resultaron mortales. El cadáver de Joana fue encontrado el 2 de octubre de 1936, en la carretera que va desde Palmanova a Calvià, justo donde terminaba el Coll dels Cucones. Iba decentemente vestida y mostraba signos de extremada violencia. Después de la necropsia, el cuerpo de Joana Vaño fue enterrada desnuda, boca abajo, en una fosa común del cementerio de Calvià, donde inhumaban a gente sin identificar como era costumbre cuando el asesinato era consecuencia de un secuestro o paseo ejemplar.

Los verdugos tenían por costumbre mostrar el cuerpo, pero esconder su identidad, obligando a los familiares a peregrinar por oficinas y cementerios suplicando alguna información que, casi siempre, se negaban a dar o explicaban que no tenían constancia. Mostrando el cuerpo, se ejercía también una funesta función pedagógica: mostrar a modo de aviso. Ocultar cualquier documento identificativo les servía para eliminar cualquier constancia de la existencia de una persona que era considerada nociva para la nueva sociedad, una persona que, además, no debería de haber existido nunca.

Ramon Fuster Rojo tenía unos 35 años. Fue ingresado en la prisión de Can Mir el 6 de octubre de 1936, junto con Ramon Fullana Font, Bernadí Campins Sastre, Bartomeu Bauzà Bonet, Rafael Villanueva Vanrell, Francesc March Castañer, Josep Lladó Buenaventura, Mateu Pons Cañellas, Sebastià Galmes Llull, Mateu Nadal Pascual, Eutiquiano Sancho Navarro y Vicente Forniers Vitaller. El 9 de enero de 1937 fue falsamente puesto en libertad junto a 3 hombres, Simó Fullana Font, Joan Avila y Vicenç Forniers Vitaller, los primeros presos de Can Mir asesinados en las carreteras.

Al cabo de unas horas fueron ametrallados en La Creu de Porreres. El militante socialista fue echado en la fosa común del cementerio de Porreres, vestido y sin identificar. Un año después de los hechos, las autoridades judiciales decidieron incorporar este caso en la estadística de guerra. Justificaron que habían pasado unos 12 meses intentando averiguar qué había pasado, pero que no había sido posible determinar ni causas ni los autores de la muerte: Causa sobreseída.


Información procedente de la Tesis Doctoral De Bartomeu Garí Salleras, La Repressió a Mallorca en el Transcurs de la Guerra Civil (1936-1939): Memòria d’una Eliminació Planificada. Diario de Mallorca. (Juan L. Iglesias Calvià). Conselleria De Cultura, Participació I Esports de las Illes Balears. Imágenes de Ramón y Joana (Jesús Jurado)


banner distribuidora