Monarquía
El último servicio del “campechano” ha sido el de servir de monumental cortina de humo para la clase política y sus corruptelas y componendas.
 
Monarquía
Enrique Gómez Arnas

 

Vaya debate más estúpido, vaya manera de gastar energía inútilmente y más en un contexto de crisis económica propiciada por la guerra y sus consecuencias.

Aquí perdiendo el tiempo con la discusión sobre las nuevas tropelías del campechano y el mucho daño que sigue haciéndole a la “institución”.

El PP y Ciudadanos, no digamos ya Vox, exigiendo al populacho que pida perdón de rodillas ante el emérito, y eso porque por meros legalismos, muy interpretables, esa Fiscalía, a la que siguen, por lo demás, denostando, ha decidido exonerarlo de toda culpa. La “institución” por aquí la “institución” por allá.

Debo reconocer que a mí la República se me queda más bien corta, para los ideales políticos que tengo pero, ¿se imaginan la que estarían montando ahora los partidos cortesanos si el corrupto hubiera sido un Presidente de la República? Por qué nuestras propias convicciones políticas ponen un filtro tan opaco a nuestra visión de las cosas que, ahora mismo, les daría igual coger al rey con los calzoncillos bajados y lo seguirían viendo igual de digno.

Si esto hubiera pasado con un presidente no se pondría en peligro ninguna institución.

Un grado de inmunidad siempre lo han de tener los políticos en ejercicio, y los diputados un estatus especial, esto es lógico porque hay decisiones políticas que pueden tener consecuencias imprevistas o no deseadas; pero el delito y la actuación judicial sobre el mismo siempre estarán ahí para devolver las cosas a su sitio.

Un presidente ladrón o asesino ha de ir a la cárcel como cualquier otro ciudadano, aunque a este sea más difícil ponerle los grilletes. Ya ha pasado en alguna república y no se han hundido por ello. Pero cuando una institución es hereditaria y depende de una Casa Real las opciones son limitadas.

En España ya nos liberamos en su momento, y varias veces, de esta “institución” tan antidemocrática como inútil: no será el rey el que mantenga unido a su pueblo, la mayor parte de ese pueblo pasa olímpicamente de él. Algunas monarquías evolucionaron hacia la democracia con sus pueblos, desde la lucha por la independencia o por un pacto social.

La nuestra fue reimpuesta por la dictadura, incluso en contra de los propios procesos internos y usos dinásticos de esa familia.

Se aceptó igual que la impunidad y como el mantenimiento del status franquista, porque no quedó más remedio. Los últimos Borbones de los que nos habíamos librado se tuvieron que ir por piernas. Como afirmó Valle-Inclán: “Los españoles han echado a el último Borbón, no por rey, sino por ladrón”.

La historia se repite, al parecer a este Alfonso no le correspondía ser el último Borbón de España, pero sus descendientes siguen con sus mismas costumbres reprobables. Ojalá veamos pronto otra salida del último Borbón, pero que esta vez no nos los vuelvan a colar, y así poder disfrutar de un sistema democrático, esta vez más pleno, en nuestro país.

El último servicio del “campechano” ha sido el de servir de monumental cortina de humo para la clase política y sus corruptelas y componendas.

Que sea también el último, por el bien de la sociedad española.


Fuente → arainfo.org

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