España, el rey emérito y la democracia
Pegasus, cloacas a tropel, espionajes y corruptelas sin límites, forman parte del paisaje cotidiano de este estado profundo que tiene atenazada por los huevos a este fragilísima democracia.
España, el rey emérito y la democracia
Josu Perea Letona 
 

El vodevil que se está representando en España con motivo de la vuelta del rey emérito desde su exilio «coyuntural» en Abu Dabi no tiene parangón en el mundo. Estamos contemplando el bochorno de ver a un grandísimo sector de cortesanos haciendo un descomunal esfuerzo de genuflexión, intentando vender a este fenómeno, campechano y felón, blindado política, judicial y mediáticamente hasta las cachas, que disfruta de una impunidad insostenible, jaleado por toda una caterva de lameculos que salen en su defensa con un ímprobo esfuerzo meritocrático.

No puedo menos que ilustrar a los lectores, con el descriptivo detalle de una profesión que hasta 1901 existía en Gran Bretaña y que David Torres desgrana en su artículo Limpiando al rey desesperadamente ("Público" 21/08/2020). «Según cuenta una entrada de Strambotic, que a su vez resume un artículo de Historic-U.K., el cometido del Groom of the Stool era mantener en perfecto estado de revista el trasero real, lo que requería cargar una silla fabricada ex profeso con un agujero, apartar los pesados ropajes que llevaban encima los monarcas, darle conversación durante el tránsito intestinal y limpiarle luego a conciencia, lo cual no dejaba de ser engorroso en una época en que escaseaba tanto el papel. Al contrario de lo que se pudiera suponer, se trataba de un cargo de mucho prestigio, ambicionado por los jóvenes vástagos de las grandes familias hasta el punto de que uno de los nueve «novios del taburete» de los que disfrutó George III llegó a alcanzar el puesto de primer ministro».

Todo ello, y muchísimo más, muestra casi todas las vergüenzas de un país en clara deriva política, con una izquierda sin iniciativa, siempre a la defensiva ante una derecha extrema que camina gloriosa hasta desarmarnos a todas y a todos. Un país donde ha eclosionado la tormenta reaccionaria y ha inundado de rojigualdas las calles y los espíritus. La ofensiva reaccionaria de este entramado turbio que envuelve a la España eterna, siempre a rebufo de la sombra autoritaria del franquismo, se encuentra atrapada por un pensamiento reaccionario que está en la génesis de la ideología política española como bien señalaba Javier Herrero en su obra "Los orígenes del pensamiento reaccionario español" (Cuadernos para el diálogo 1971).

Huelga enumerar todos y cada uno de los atropellos que desde el deep state (estado profundo) se perpetra, día sí y día también, para ir consolidando una democracia a la que Boaventura de Sousa denomina Fascismo societal, que emerge a pasos agigantados. Un fascismo populista que convierte la relación entre representantes y representados en un espejismo de democracia, que manipula la inseguridad de las personas y de los grupos sociales, debilitados por la precariedad, el miedo y la falta de esperanza. Estamos viviendo un ciclo social reaccionario presente en España, pero también en todo el mundo, que está comandado por el neoliberalismo global y está creando todo un sentimiento de miedo en todos los que resisten.

Qué decir de la justicia que, de forma torticera, un día sí y otro también, olvida que el origen de la legitimidad democrática emana del pueblo, por más que de forma tramposa evoquen a Montesquieu por aquello de la división de poderes. Unos días antes de celebrarse las regatas en Sanxenxo, en las que participaría el emérito, elegido in péctore como patrón del Bribón, recorrió por las redes un meme que señalaba cómo la justicia había declarado ganador de la regata al emérito tres días antes de celebrarse. ¡Hay que respetar a la justicia! repiten como papagayos todos aquellos que controlan al milímetro el Poder Judicial.

La Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, que lucen reputadísimos juristas como el juez Marchena, fue regulada por real decreto de 23 de enero de 1944 y está inspirada en la inquisición medieval, como señala Jordi Galves en su artículo El Supremo Franquismo (26/04/2019). Muestra cual es el principio épico e ideológico que inspira su razón de ser y que lucen orgullosos los prestigiosos jueces medallistas «Las Armas y las Leyes son los dos grandes protagonistas de la universal historia, hasta el punto de no lograr ésta ninguna de sus formas civilizadoras sin el supremo acorde de estas altas facetas del espíritu humano, desarrollándose bajo el palio espiritual de la Religión, que las engarza con Dios, supremo manantial de vida y único camino de redención. […] En nuestra España, liberada de las potencias del mal, llega aquí ahora el tiempo esplendoroso en que las Leyes van dando permanencia y sentido de profundidad humana al magno proceso heroico de nuestra liberación nacional...». ¡Ay es nada! Gloria, honor y dinero a los distinguidos, añado yo.

Repasaba estos días una artículo de Rosa María Artal del 16/06/2020 titulado El periodismo en liquidación publicado en «periodismo para periodistas» donde señala cómo en la creación de grandes emporios periodísticos está la génesis de la crisis del periodismo y advierte como «la prensa (en genérico) ha sido un factor determinante para el crecimiento de la extrema derecha y amparo de conductas desviadas hasta las altas esferas». Los mass media, en manos de estos emporios periodísticos, tienen muy depuradas sus técnicas de comunicación, actúan como narcotizantes para introducirnos en el terreno de lo irreal, de lo ficticio. Son un auténtico circo mediático donde el espectáculo mutila la realidad y somete a la sociedad al igual que lo ha hecho con la economía, representa el mapa del nuevo mundo y se ha convertido en controlador y dominador de clase, advertía Guy Debord allá por el año 1967.

Qué decir de los cuerpos de seguridad del estado y de sus fuerzas armadas que se ofrecen prestos para salvar a España para «revertir la peligrosa deriva de nuestra Patria ante un Gobierno que ha cedido a comunistas, golpistas y proetarras». Esta vez lo firmaron más de 270 mandos retirados, que son quienes pueden hacer declaraciones políticas públicas sin incurrir en una falta grave. Un número creciente de firmas que muestra tanto la insistencia como el apoyo una vez que se conociera la filtración del chat, conocido ya popularmente como el de «fusilar a 26 millones de hijos de puta». Macarena Olona, parlamentaria de Vox, lo tiene claro: «son nuestra gente», afirma en el Congreso.

En definitiva, Pegasus, cloacas a tropel, espionajes y corruptelas sin límites, forman parte del paisaje cotidiano de este estado profundo que tiene atenazada por los huevos a este fragilísima democracia.

Aldous Huxley y George Orwell disertaron, a mediados del siglo pasado, sobre el modelo de tiranía que esperaba a la humanidad. Uno, el que establece Huxley en su obra Un mundo feliz se refiere al que se impondría mediante la sugestión y la seducción, haciendo que seamos inducidos a «amar nuestro sometimiento». El otro modelo, que establece Orwell en su libro 1984 es el que se impondría a través de la represión «instigando y empujando a la obediencia». Ambos genios de la literatura, visionarios de esta distopía que se abre paso a toda ostia, predijeron este mundo que nos envuelve.

El mundo totalitario del que habla Aldous Huxley en su obra, forma parte de la condición humana que insistentemente tiende hacia su autodestrucción, que quizá demanda un mundo «eficaz» en el que los todopoderosos y sus colaboradores gobernarían una población de esclavos sobre los que no fuese necesario ejercer coerción alguna por cuanto amarían su servidumbre «inducirles a amarla es la tarea asignada a los Ministerios de Propaganda, a los directores de los periódicos…».

Henri Lefebvre definía la utopía como «el sentido no práctico de lo posible» Precisamente, en los momentos que siguen a las grandes derrotas, cuando más necesaria es la restauración revolucionaria, es cuando la utopía se hace más imprescindible. Es por eso por lo que tenemos que seguir reivindicando la utopía.


Fuente → naiz.eus

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