El campo de concentración que casi nadie recordaba. Haro (1938-1939)

El campo de concentración que casi nadie recordaba. Haro (1938-1939) / Tomas Llanos

Poco a poco, paso a paso, se va construyendo la memoria histórica en España, hoy traemos al blog un interesante trabajo de Tomás Llanos Justa sobre la cárcel de Haro, que ha pasado totalmente desconocida. En sus muros murió el 1 de marzo de 1939 el ciudadano de Tudanca (Los Altos) Benigno Fernández Pérez. Anteriormente Tomás Llanos ha publicado su trabajo en la revista riojana de cultura popular PIEDRA DE RAVO en marzo del 2021. Aquí teneís otro de los lugares del horror en los que se hizo vivir a los españoles y españolas.

El CAMPO DE CONCENTRACIÓN QUE CASI NADIE RECORDABA. HARO (1938-1939)

Por la fecha, el último día de julio de 1938, vendrían en mangas de camisa, cargando, eso sí, con sus pobres petates, en previsión del duro invierno riojano. Los cien “prisioneros no aptos para el trabajo” llegaban a Haro procedentes del Campo de Concentración de San Pedro de Cardeña (Burgos); cambiaban un Campo por otro, aunque ahora “tenían el honor” de inaugurar las instalaciones harenses.

Desembarcados en la estación de tren de la ciudad jarrera, serían escoltados por la Guardia Civil y por las milicias locales hasta la vieja fábrica de curtidos de los herederos de Etcheverría, su nuevo destino. Allí tendrían que acomodarse en los nada cómodos pabellones del complejo fabril, abandonado hacía ya algún tiempo. Aunque, no obstante, en mayo de 1937 habían sido ocupados durante algunas semanas por las tropas italianas acantonadas en Haro, y en los días previos a la llegada de los prisioneros se habían llevado a cabo las obras necesarias para su nuevo uso.

Imagen del CC de Haro
Aspecto actúal
Campo de concentración. Inserción urbana.
 

Así fue dispuesto por la Inspección de los Campos de Concentración de Prisioneros (ICCP) después de que una delegación de la misma visitara el edificio a principios del mes de junio: se necesitaba levantar una tapia caída, “y sobre ella colocar unos piquetes y alambrada, así como poner una alambrada en un muro que da a un lavadero en una parte del Campo, y tapiar o cerrar con maderas unas ventanas”. La obra, se sugería, podía realizarse con 25 prisioneros que se anticiparan a la primera expedición prevista. En realidad fueron 50. Los solicita el 24 de junio el propio jefe de la ICCP, el coronel Martín Pinillos, a la autoridad militar de la Sexta Región: “Ruego a V.E. se digne ordenar sea enviada una partida conductora al Campo de Concentración de Miranda de Ebro para recoger a 50 prisioneros de oficios albañiles y carpinteros, que serán conducidos al Campo de Concentración de Haro (Logroño)”.

Vista general, algo posterior 1. Parte final del Paseo de la Vega; terreno y edificios ocupados por el Campo de Concentración 2. Enfermería del Campo de Concentración 3. Cuartel de la Guardia Civil
 

Antes de que el Campo empezara a llenarse de prisioneros ya se habían presentado en la ciudad los oficiales del ejército que iban a regir el mismo. La primera mención la encontramos en la prensa regional. En su ejemplar del 14 de julio de 1938 el periódico La Rioja describe la misa oficiada en la iglesia de Santo Tomás en honor de Calvo Sotelo, “vilmente asesinado por la antiEspaña en la madrugada del 13 de julio de 1936”; preside la ceremonia el teniente coronel jefe del Campo de Concentración José Benacloig (será ascendido a coronel durante su estancia harense). Para aquella fecha también encontramos ya en Haro al alférez de Farmacia Fermín Taberna, encargado de la censura de las comunicaciones. Otros oficiales sanitarios, recordemos que el Campo acogía a prisioneros incapacitados para el trabajo, en su mayoría enfermos o heridos de guerra, fueron los médicos asimilados Daniel de Juana, padre de Iñaki de Juana Chaos, o Fernando Aguirre, natural de Haro.

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La tropa encargada de la vigilancia, sin embargo, no se asentó en la ciudad hasta mediados de agosto; para ese momento probablemente el número de prisioneros trasladados era lo bastante grueso como para necesitar toda una Compañía para su custodia. Desde Logroño será enviada la Tercera Compañía de Servicios Auxiliares del Regimiento Bailén 24, al mando del capitán Cipriano Pascual, retirado por edad en 1930, pero de nuevo en activo a partir del golpe de Estado. El artículo que la prensa local dedica a la despedida de esta tropa de Haro nos permite datar con exactitud el cierre del Campo, así como el destino de los prisioneros que continuaban en él; leemos Nueva Rioja (22-10-1939) en noticia fechada el día anterior: “A las dos y media de la tarde de ayer, salió para Logroño la Tercera compañía de Auxiliares del Regimiento Infantería Bailén número 24, que durante catorce meses ha convivido con nosotros en la guarnición de la plaza prestando servicios de guardia y custodia en el Campo de Concentración de Prisioneros de Guerra recientemente trasladado a Lerma”.

De lo que no tenemos tanta información es del vivir diario de los prisioneros de guerra. No contamos, al contrario de lo que sucede en otros casos, con las memorias de ninguno de los concentrados. Apenas unas pocas referencias indirectas entresacadas de diversos documentos, algunas cartulinas postales remitidas desde el Campo, visadas por la censura militar, por supuesto, y una Memoria de la situación del recinto fechada en octubre de 1938 que se alberga en el Archivo General Militar de Ávila.

La imagen procede del Archivo General Militar de Ávila
 

Los datos obtenidos de esta Memoria hay que tomarlos con suma precaución. Aunque es anónima, está compuesta, sin duda, por alguno de los oficiales con mando en el Campo de Concentración en aquel momento.Redactada con un lenguaje y estilo paternalistas que sitúan al prisionero en un plano humano e intelectual ínfimo, su propósito es mostrar los méritos que van contrayendo los oficiales que lo dirigen ante la Inspección de los Campos de Concentración y ante el mismo Cuartel General del Generalísimo, que llega a ponderar su contenido.

Lo que sí deja patente de forma palmaria el escrito es el objetivoque se han marcado los rectores del Campo; en realidad, el objetivo último del propio hecho concentracionario: quebrar las mentes de quienes se opusieron al golpe de Estado, hacerles asimilar los viejos valores del nuevo Estado que se está gestando para incorporar a este a quienes, según su criterio, son aún recuperables; podemos leer, por ejemplo: “Los esfuerzos, dice, van encaminados para crear, mediante una suave acción correctiva —ni es el martillo el que pulimenta la piedra, sino el agua con su música y su canción— un estado de conciencia moral del prisionero, para enderezarlo, si torcido vino, física y moralmente, y hacerle sentir hondo la Majestad de Dios y de la ESPAÑA NACIONAL DE FRANCO”.

La imagen procede del Archivo General Militar de Ávila
 

El documento explica las razones por las que el Campo de Concentración se ha ubicado en Haro, apelando a unas motivaciones que nos provocarían unasonrisa malévola, si no fuera porque somos conscientes del sufrimiento padecido por aquellos hombres encerrados en unos viejos pabellones en absoluto salubres: “Fue elegido Haro, para Campo de Incapacitados prisioneros, hermoso lugar, rico en factores salubres naturales, a donde los buenos médicos del Norte, envían a convalecer a sus enfermos”. Continúa describiendo el complejo concentracionario, deteniéndose especialmente en las naves donde se apelotonan los prisioneros, aportando un plano esquemático. Detalla igualmente el edificio que sirve de enfermería, fuera del recinto, aunque muy cercano a él, suponemos que continuamente atestado, dadas las circunstancias personales de los concentrados (se han podido documentar 13 muertes de prisioneros).

La imagen procede del Archivo General Militar de Ávila
 

Alude a otras numerosas instalaciones de las que dispone el Campo: aseos, duchas, lavaderos, carpintería, cocina “amplia, limpia y clara, consta de varios hornos alimentados con leña”. También hay peluquería, leñera y un almacén, y abundante agua potable de buena calidad, “cuyas obras de acometida de desagüe hechas en el subsuelo finalizan la buena obra de adaptación de la vieja fábrica de curtidos”.

Detalle Interior

Se incluyen en este informe algunas gráficas referidas a la labor sanitaria desarrollada entre el 31 de julio de 1938 y el 10 de octubre del mismo año: prisioneros sometidos a cirugía, tratados de sarna o afectados por forunculosis. Gracias a ellas sabemos que en el momento de la redacción del documento ocupaban el recinto alrededor de 1.600 prisioneros (su capacidad máxima se había fijado en 2.000); a aquella primera expedición a la que nos referimos al inicio continuaron muchas otras, provenientes fundamentalmente de San Pedro de Cardeña, pero también de Lerma, el otro Campo de Concentración de la zona norte que albergaba “prisioneros inútiles para el trabajo”.

Entre las actividades cotidianas se mencionan los discursos patrióticos desarrollados por el teniente médico asimilado Fernando Aguirre Gato y la impartición de doctrina religiosa a cargo de los capellanes destinados en el Campo.

La imagen procede del Archivo General Militar de Ávila
 
Biblioteca Nacional de España. Lerma. Grupo de prisioneros, algunos con muletas
 

Finaliza la Memoria poniendo de relieve los logros obtenidos: se cita, completando la paradisiaca imagen dibujada,la creación de un orfeón de 70 miembros o una escuela sostenida por algunos internos que eran maestros. Se proyecta, además, impulsar una rondalla de ciegos, una biblioteca, una banda de música o un taller de zapatería y sastrería “en lo que fue carpintería del nuevo Campo de Concentración Escuela del Trabajo”—durante la visita de inspección que tuvo lugar en junio el director de esta Escuela ofreció el edificio a la delegación de la ICCP, siendo incautado junto a la fábrica de curtidos el día 22 de aquel mes—.

Como decíamos, se han podido documentar las muertes de 13 prisioneros durante su estancia en el Campo de Concentración de Haro, la mayoría producidas en la enfermería; todas, excepto dos, según se describe en sus actas de defunción, son debidas a enfermedades.

BENIGNO FERNÁNDEZ PÉREZ

Firma de Benigno
 

Uno de los prisioneros que deja su vida en Haro es el merindés Benigno Fernández Pérez. Fallece el 1 de mayo de 1939, a los 27 años de edad. En el Archivo Intermedio Militar Noroeste de Ferrol (AIMNOR) se conserva el Consejo de Guerra al que se enfrenta y que determinará su traslado a un Campo de Concentración. Según esta documentación Benigno era natural y vecino de Tudanca de Ebro, hijo de Rafael y de Victoria, soltero, de oficio campesino. Alto, moreno y de ojos castaños.

El primer papel que aparece en el expediente es su declaración ante la Comisión de Prisioneros y Presentados de Avilés (30-11-1937). Expone que “le sorprendió el Movimiento Nacional trabajando en Sargentes de la Lora”, permaneciendo allí tres o cuatro días, después de los cuales regresó a su pueblo. Estuvo en él durante un mes y cuando volvía a su lugar de trabajo fue “hecho prisionero por los rojos”. Añade que les convence de que iba a entregarse, por lo que se limitaron a trasladarlo a Bilbao. En la capital se afilia al Partido Comunista a finales de septiembre, enrolándose y combatiendo en un batallón de esta ideología (el Perezagua) hasta caer herido el día 21 de febrero.

La declaración no le libra de ser sometido a un proceso judicial militar que va a desembocar en un Consejo de Guerra celebrado en abril de 1938; de momento, a la espera del juicio, es trasladado a la prisión provisional del Cerillero, en Gijón.

La maquinaria legal entra en funcionamiento y empiezan a recabarse informes de su lugar de origen. Duro es el emitido por Pedro Gallo, jefe local de FET y de las JONS de Los Altos- Ahedo del Butrón: se ausentó de la zona nacional el 30 de julio de 1936, combatiendo “en las filas rojas” y “traicionando de esta suerte a España”. En cuanto a lo político social, “por su manera de hablar demostró ser de extrema izquierda, teniendo por compañía inseparable a un tal Cuesta, de Manzanedo, elemento peligroso e indeseable, y a un hermano político y primo, llamado Pedro, encartado en la Revolución de 1934, de antecedentes pésimos”. En lo religioso, “hace muchos años que no pisaba en la Iglesia”.

Sin embargo, las declaraciones de sus vecinos Francisco Fernández y Tomás Valdizán le son muy favorables: buen ciudadano, aunque influenciable, probablemente huyó por temor a ser movilizado o por tener un hermano político de izquierdas en Madrid, su libertad no sería peligrosa… Resultan tan favorables que la Guardia Civil de Valdenoceda, encargada de recolectarlas, se ve obligada a matizarlas ante el juez al que van dirigidas: “se trata de un pueblo de corto vecindario y están unidos estrechamente para poder hacer frente a la vida; pero no obstante, según informes adquiridos por los pueblos inmediatos, dicho individuo es laico, propagandista del Frente Popular, partidario del reparto social y el amor libre, y sostenía íntimas relaciones con individuos de la zona roja conceptuados como refinados comunistas, quedando todo esto patente al determinar pasarse a la zona roja, sin que haya sido molestado por las autoridades”.

El 16 de abril de 1938 se le toma declaración indagatoria, una vez que ya ha resultado procesado. Se presenta con unas muletas, ratificando la anterior declaración que tenía presentada, agregando, eso sí, que si se afilió al Partido Comunista fue por serle necesario para obtener un trabajo.

Cuatro días después se ve su Consejo de Guerra. La causa es sobreseída, aunque se dictamina que quede a disposición de la Junta Clasificadora de Prisioneros y Presentados de Gijón para ser enviado a un Batallón de Trabajadores. Mientras se decide su destino, vuelve a la cárcel del Cerillero. El 13 de junio de 1938 se procede nuevamente a su clasificación, disponiéndose su traslado al Campo de San Pedro de Cardeña. En fecha desconocida llega al Campo de Concentración de Haro, donde fallece a causa de una meningitis el primero de mayo de 1939.

Cementerio de Haro, donde fue enterrado Benigno Fernádez
 

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