Carta abierta al Sr. Felipe de Borbón

Carta abierta al Sr. Felipe de Borbón
Jordi Miralda
 

Estimado Sr. Felipe de Borbón:

Mi nombre es Jordi Miralda y soy profesor de investigación ICREA en la Universidad de Barcelona, donde trabajo en astrofísica. El 22 de abril, recibí una invitación por correo electrónico del Ministerio de Ciencia e Innovación español para asistir a la entrega de los Premios de Investigación 2021 en Barcelona, en la que se anunciaba prominentemente que el acto sería presidido por “Sus Majestades los Reyes”. No respondí y, después de un segundo correo en el que me recordaban la invitación con la frase “nos gustaría contar con su presencia en este acto y le recordamos que es imprescindible confirmar la asistencia”, he pensado que valdría la pena escribirle a usted públicamente para explicar por qué prefiero no asistir a ese acto que, según el correo del Ministerio, usted presidirá.

Quisiera decir de entrada que los diez científicos premiados con los Premios de Investigación españoles 2021 merecen toda mi admiración, y estoy seguro de su mérito científico para recibir este reconocimiento. Sólo soy uno entre muchos científicos que hemos sido invitados a asistir al acto de entrega, y me parece muy bien que se entreguen estos premios como una manera de divulgar la ciencia que se hace en España, reconociendo las contribuciones más meritorias. Ahora bien, estos actos de entrega de premios deberían mantenerse en la neutralidad política, y sus únicos protagonistas deberían ser los científicos galardonados.

No considero adecuado que se utilicen estos actos para ensalzar la monarquía, y que lo conviertan a usted en protagonista por presidir el acto y hacer un discurso. Un acto en el que se coacciona a los científicos implicados e invitados a asistir para que con su simple asistencia se dé un apoyo tácito, de forma pasiva, pero altamente visible en los medios, a la legitimidad de la monarquía y su normalización.

Usted podrá aducir que existen muchos estados democráticos del mundo constituidos en monarquías parlamentarias, y que es habitual que el monarca represente al estado en este tipo de actos. Pero hay que subrayar que una monarquía sólo puede ser compatible con la democracia en condiciones muy restrictivas que no se cumplen en el caso de la monarquía española. Yo podría aceptar una monarquía como representante del Estado si tuviera su origen en el sentimiento y apoyo por parte de una mayoría democrática de ciudadanos claramente expresada; pero la monarquía española fue restaurada mediante el régimen franquista. Además, un monarca ejerciendo un cargo vitalicio y no elegido democráticamente sólo puede ser compatible con la democracia si su poder reside exclusivamente en el simbolismo y se mantiene siempre en la más estricta neutralidad política. El problema de la monarquía española es que su poder no tiene nada de simbólico, y su posicionamiento político no tiene nada neutral.

Esto quedó patente, especialmente, con su actuación ante la demanda política de autodeterminación, y la represión que ha ejercido y sigue ejerciendo el estado contra políticos y ciudadanos que impulsan el movimiento a favor de la autodeterminación de todas las naciones. Entiendo que está usted preocupado por la unidad de España. Pero quizás ha olvidado que en democracia no se puede vencer sin convencer: por eso no se puede prohibir un referéndum de autodeterminación.

Cabe recordar que la mayoría de los ciudadanos españoles ya se expresó contra la monarquía en las elecciones del 12 de abril de 1931. Lejos de iniciar un diálogo y negociación con las fuerzas republicanas para pactar una transición ordenada, su bisabuelo Alfonso XIII huyó de la justicia buscando protección en la Italia gobernada por el dictador fascista Mussolini, desde donde conspiró contra el gobierno republicano de España y apoyó el golpe de estado militar de 1936. El régimen impuesto violentamente al final de la guerra de España por el dictador y criminal Francisco Franco, autollamado generalísimo, se vio obligado a reformarse paulatinamente tras la derrota de las potencias que le habían apoyado en la Segunda Guerra Mundial y, finalmente, la ley de sucesión del dictador condujo a la restauración de la monarquía para establecer un nuevo régimen de monarquía parlamentaria. La ciudadanía sólo pudo votar en un referéndum para ratificar la nueva constitución, donde la única alternativa visible era continuar el régimen franquista antidemocrático. Nunca hubo una alternativa republicana, ni posibilidad alguna de reclamar la autodeterminación por vías democráticas. Usted ha heredado su cargo monárquico de esta herencia de Alfonso XIII y Francisco Franco, por medio de su padre, y no considero, por tanto, que su cargo tenga legitimidad democrática.

Hay que preservar y difundir la memoria histórica para poder aclarar y recordar siempre los crímenes cometidos por Alfonso XIII, que envió a la muerte a miles de jóvenes españoles en una guerra insensata en Marruecos, y mató a miles de civiles marroquíes indefensos con el uso de armas químicas expresamente prohibidas por el Tratado de Versalles. Una infamia que el estado español no ha querido reconocer nunca. Apoyó la dictadura de Primo de Rivera y de Francisco Franco. Los crímenes de Franco dejaron a España llena de fosas comunes, muchas aún ocultas, y no se han querido aclarar nunca, ni perseguir, ni juzgar.

Evidentemente, los culpables de los actos criminales son quienes los cometen y no sus descendientes. Nadie es culpable de los crímenes de su bisabuelo, usted tampoco. Pero cuando los criminales que ya han fallecido dejan en herencia patrimonio, riqueza, influencia social y cargos políticos, los herederos deben ser especialmente responsables a la hora de reconocer y condenar los crímenes del pasado, rechazar las herencias envenenadas y devolverlas al estado y a los ciudadanos más necesitados. Y también esto es parte del ejercicio de la memoria histórica. Sólo la voluntad popular en un referéndum habría podido legitimarlo a usted en una nueva monarquía con un funcionamiento transparente. Pero sin esta legitimidad, usted ha ejercido un poder en la sombra para influir decisivamente en política sin haber pasado por las urnas, para señalar qué ideas y aspiraciones políticas son buenas y cuáles son malas, qué ciudadanos son buenos y cuáles no, cuáles merecen los altos cargos del estado y cuáles merecen la represión. De nuevo, le recuerdo que, en todo caso, un poder monárquico en un estado democrático debe ser sólo simbólico y mantenerse en la más estricta neutralidad política.

Así pues, espero que quiera entender mis motivos para no asistir a actos de premios científicos presididos por usted. Mi recomendación es que abdique del cargo que le atribuye el estado español actual y deje sitio para la formación de una república donde sea reconocido el derecho de autodeterminación, lo que sería lo mejor para usted y para España. He oído que tiene un interés especial por la astrofísica y la cosmología; estoy seguro de que podría gozar mucho más de su vida si quisiera dedicarse a la investigación científica, a la que, ciertamente, sería bienvenido.


Fuente →  sinpermiso.info

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