El pasado 5 de abril, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, compareció ante el Congreso de los Diputados. Dentro de su discurso incluyó la siguiente frase: “Estamos en abril de 2022, pero parece que estemos en abril de 1937, cuando todo el mundo se enteró de lo sucedido a una de vuestras ciudades, Gernika”.
Esta mención provocó que los blanqueadores del nazismo alemán y del fascismo italiano en su periodo de actividad durante la Guerra Civil española se lanzasen en tromba a coger los micrófonos.
Así, María Jamardo (colaboradora del programa Ya es mediodía) llegó a afirmar: “Hay una cuestión que me gustaría matizar, esa alusión al bombardeo de Gernika (…) Me ha parecido mal porque hay que recordar que, en aquel momento, el socialismo y el partido comunista estaban del lado o tenían el apoyo de Stalin. Ni el que bombardeaba era malo ni los que eran bombardeados eran tan buenos”.
Hay que señalar que, si el gobierno de la Segunda República tuvo el apoyo de la URSS, fue porque tanto el Reino Unido como Francia (por presiones del gobierno británico y presiones internas) no apoyaron al gobierno español elegido democráticamente. Fue precisamente por eso que el llamado Comité de No Intervención fue un palo más en la rueda para la Segunda República.
Tal y como dijo el historiador Enrique Moradiellos, la ayuda material a la República española por parte de la URSS, México o Checoslovaquia nunca se equiparó en cantidad o calidad con las aportaciones de la Italia fascista o la Alemania nazi al bando franquista.
Al ver las críticas que recibían sus opiniones, Jamardo apeló a la “libertad de información”. La realidad es que ella no hizo uso de su libertad de información, simplemente dijo que los nazis de la Legión Cóndor no eran tan malos y que las mujeres y niños de Gernika no eran tan buenos. Es algo más que información, es una opinión. Es evidente que en su frase había una intención, una intención que no es novedosa.
No fue la única persona que aprovechó el momento para hacer una mezcla de bulo y negacionismo. Tal fue el caso también del eurodiputado de Vox, Hermann Tertsch: “Zelenski, nacido en la URSS, no tiene culpa de no saber que la iconografía de Gernika es pura propaganda de guerra. Ni que en Gernika murieron menos que en un ataque a cualquier pueblo en Ucrania”.
El combo de la extrema derecha: calificar el bombardeo de la ciudad vizcaína como algo “que no fue para tanto” y asegurar que todo es pura propaganda.
Los medios de comunicación extranjeros se hicieron eco del bombardeo y recibió una gran cobertura mediática. El cuadro de Picasso, encargado a petición del Gobierno de la Segunda República Española para ser expuesto en el pabellón español durante la Exposición Internacional de 1937 en París, con el fin de atraer la atención del público hacia la causa republicana en plena guerra civil española ayudó a que el terrible suceso fuese aún más conocido.
Sin embargo, esto no invalida el valor del bombardeo de Gernika como ejemplo de situaciones críticas o dificultades históricas que han golpeado al país. Y de ninguna manera permite calificarlo de simple propaganda.
Sí fueron pura propaganda los artículos de prensa del bando franquista que trataron de convencer de que el bombardeo fue cosa de los “los rojos”.
Tras la guerra, durante años, el régimen franquista trató de ocultar el bombardeo. De hecho, durante la contienda la orden fue propagar el bulo de que lo sucedido en Gernika se explicaba con un incendio provocado por los republicanos, y no por un bombardeo del bando sublevado.
El diario ABC publicó un artículo sobre lo sucedido en Gernika en el que incluyó esta frase: “Son los separatistas los que han incendiado Gernika con una morosa perversidad de sacrílegos” (19-V-1937). El Diario de Burgos, por ejemplo, lo llamó “El incendio de Gernika” y añadió lo siguiente: “Aguirre se ha sentido diabólico y ha preparado, en un alarde de histrionismo repugnante la destrucción de Gernika, para endosársela al adversario y buscar un movimiento de indignación en los vascos (…) Además hay testigos del incendio de Gernika por los rojos” (29-IV-1937).
Todo era mentira, mera propaganda, bulos del bando franquista. The New York Times contó cómo un piloto alemán había confesado participar en el ataque el día del bombardeo (14-V-1937). Varios años después, en los juicios de Nuremberg, Hermann Göring declaró que había sido la oportunidad ideal para poner a prueba su incipiente Ejército del Aire y probar con fuego real si el material había sido desarrollado correctamente.
En Der Spiegel publicaron las palabras del comandante de la Legión Cóndor, Wolfram Freiherr von Richthofen: “Gernika fue literalmente destruido hasta los cimientos. Todavía puedes ver los agujeros de bombas por las calles, simplemente genial”. (25-IV-2012).
Dentro de la ultraderecha patria no faltó el tan habitual como conocido: “¿Y Paracuellos qué?” Será que no recibieron su consabido reconocimiento durante los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil. Veo a muchos del bando franquista que se sienten aludidos cuando se ataca al franquismo, incluso cuando llevan puesto su disfraz de demócrata. Estos son los mismos que cuando el debate se centra en el Holocausto enseguida preguntan: “¿Y el comunismo? ¿Y sus víctimas?”
Tal y como explicó Lourenzo Fernández, catedrático de Historia Contemporánea, en el canal RTVE 24 horas: “La democracia garantiza la libertad de expresión, pero eso no significa aceptar que los negacionistas campen con un discurso absolutamente reprochable”.
Existe una notable diferencia entre libertad de expresión y negacionismo. La diferencia que va de la verdad al bulo.
Fuente → ctxt.es
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