La asfixia de la II República
 
La asfixia de la II República
Iñaki Urdanibia
 

No pocos libros se han escrito sobre la guerra civil, contabiliza Ángel Viñas, en el prólogo del libro que traigo a esta página, treinta mil. Una pregunta surge de inmediato: ¿otro maldito libro sobre la contienda del 36?. La respuesta se dilucida desde el mismo título del libro de Miguel Í. Campos (Madrid, 1985): «Armas para la República. Contrabando y corrupción, julio 1936-mayo1937», editado por Crítica, y si el otro decía que el poder nace del fusil, sí que es cierto que la posesión de las armas resulta de indudable importancia en lo que hace al desenlace de un enfrentamiento bélico. En este orden de cosas quienes estuvieron mejor pertrechados de ellas tenían una decisiva ventaja, que si se acompaña de otro tipo de errores condujeron la derrota a unos y a la victoria de los otros, de los cruzados, apoyados por tierra, mar y aire por las fuerzas del nazi-fascismo.

Mucha tinta ha corrido acerca del apoyo que recibieron los gobiernos republicanos no sólo de la URSS sino también, se airea, de los países dichos democráticos. El libro puntualiza, lo que en los casos transmitidos por Ricardo de la Cierva – como ministro fascículo se le conocía- se trata de desmentir la leyenda urdida por el nombrado y sus epígonos, y lo hace con datos aplastantes y rigurosos. Le guían los documentos, con visitas a los archivos franceses, británicos y mexicanos hasta ahora no visitados con exhaustividad, que dan fe de los hechos y no cualquier pretensión ideológica que es la que ha solido ser difundida por la propaganda franquista, tanto en los momentos de los acontecimientos como en los posteriores. Paso a paso, la obra va dejando expuesta con claridad meridiana la verdad: así como desde el inicio de la sublevación, sus artífices vieron su arsenal crecer de manera exponencial con las armas enviadas por Alemania, Italia y Portugal, se beneficiaron igualmente de la vista gorda que de Pirineos arriba se hacía a los tejemanejes que se tramaban por parte de los amigos de la sublevación franquista, al organizar las redes de contrabando y envío de armas, muchas veces con la colaboración de los embajadores que habían cambiado de chaqueta; en este orden de cosas, si el otro decía que París era una fiesta en este caso podría decirse que la capital del Sena se convirtió en el escenario de los mentados negocios turbios, del mercado negro. Los nombres propios no faltan y las cifras tampoco. Por parte de los republicanos, la postura del gobierno francés, si se exceptúan los primeros pasos del enfrentamiento en los que sí entregaron algunos aviones y otras armas, hicieron piña, de inmediato, con Inglaterra declarándose neutrales, arrastrando a otros países del mismo signo, lo que suponía que no ayudaran de ninguna de las maneras al los gobiernos de la II República hispana; todo ello condujo a una mayor dependencia del bando republicano con respecto a la URSS, ya que de allá llegaban abiertamente los suministros.

La mirada del doctor de Historia Contemporánea y profesor visitantes de la Universidad Juan Carlos, se centra en el primer año de la contienda, quedando demostrada el creciente estrangulamiento militar a que fue sometida la República por parte de los gobiernos democráticos que no ponían obstáculo a toda una banda de estafadores profesionales, hampones de toda ralea y emisarios oficiales que primaron sus bolsillos a la causa que decían y debían defender; el límite temporal examinado tiene su porqué ya que en tales momentos se jugó el futuro, ya que tras las esperanzas iniciales de aplastar la sublevación, las cosas fueron empeorando tanto por la carencia de armamento como por otros motivos como la creciente desorganización, la improvisación y otras derivas cambiantes, del gobierno constitucional, reconocido internacionalmente. Las tramas de espías y de maniobreros que buscaban la forma de boicotear los contratos y los envíos de armas al bando republicano, apoyados por los diplomáticos de los gobiernos aliados a los sublevados, recurriendo si no funcionaban sus artimañas, al uso de la fuerza. Tal eje investigador lleva a subrayar la dimensión internacional que cobró la guerra civil española. Señalado queda en el prólogo de Ángel Viñas, el objetivo del libro: «medir y cuantificar, de la forma más exacta posible, los efectos de la política de no intervención adoptada por el dúo franco-británico y aceptada por otros países occidentales con respecto al suministro de material de guerra a la República»; los arsenales quedaron cerrados para los rojos, los gobiernos negaban los permisos de exportación, debiendo las autoridades republicanas a trabajar de tapadillo, a lo que se ha de añadir la negativa por parte de los bancos a realizar las operaciones.

No obvia el historiador los flagrantes errores que se cometieron tanto en lo que hace a la falta de control sobre el estrecho de Gibraltar lo que facilitó el traslado de las tropas del ejército de África, el no apoyo a la expedición de Alberto Bayo contra Mallorca lo que supuso el establecimiento de una base italiana..a lo que se ha de sumar, como ya queda mencionado, y el libro se encarga de aclarar por activa y por pasiva, el peso de la postura británica contraria a favorecer cualquier forma de resistencia contra el nazismo, lo que quizá habría variado la actitud de Hitler si se hubiese permitido a la República adquirir armamento a gran escala.

En fin, una potente obra que en doce pasos expone con claridad y con números el abandono de Francia a la República hispana, los periplos por los pagos europeos en busca de armamento, culminado por los fracasos de la vía griega y checoslovaca, y la aportación importante de México que extendió su mano a diferentes países europeos con el fin de lograr apoyos para el gobierno republicano. Una historia que concluye, y en la que se palpa, los días de fuego, soledad y traición…alcanzando en la narración momentos realmente trágicos, cuando no tragicómicos.


Fuente → kaosenlared.net

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