La Transición española acabará con la llegada de la III República

La Transición española acabará con la llegada de la III República
Antonio Francisco Ordóñez

El tránsito de la forma de gobierno monárquica -en sus diferentes variantes conocidas, fruto del empuje de las clases populares (desde la absolutista a la “constitucional”)- a la republicana, es un tránsito natural que más tarde o más temprano todas las sociedades democráticas han de acometer.

En España ya hemos tenido dos intentos fallidos interrumpidos de forma virulenta: la Primera, de 1873 a 1874, abortada por el pronunciamiento del general Martínez Campos dando lugar a la restauración de la monarquía borbónica; y, la Segunda, de 1931 a 1939, aniquilada tras la Guerra Civil que dio paso a la dictadura franquista para, posteriormente de nuevo, dar continuación a los borbones.

Pese a que las fuerzas conservadoras y las más reaccionarias (los estamentos militar y eclesiástico, tradicionalmente y entre otros, en nuestro país) nos venden el sistema monárquico como el más conveniente, esconden su convencimiento de que el pueblo español, enemigo de los privilegios, se decantaría por la forma de gobierno republicana si esta decisión se le planteara claramente en un referéndum constitucional. De hecho, el propio Adolfo Suárez, ex Presidente del Gobierno, surgido originariamente del propio entramado franquista, lo reconoció off the record (micrófono cerrado) a una entrevistadora el año 1995, existiendo prueba audiovisual de ello [https://www.youtube.com/watch?v=mVscBHy9piI]: “La mayor parte de los jefes de Gobierno extranjeros me pedían un referéndum sobre monarquía o república (…) Hacíamos encuestas y perdíamos (…) Entonces yo metí la palabra Rey y la palabra monarquía en la Ley [para la Reforma Política de 1977] y así dije que había sido sometido a referéndum ya”.

Si a los antecedentes más cercanos nos remontamos, el camino hasta la Tercera República española no va a ser fácil. La sublevación de Jaca, germen de la Segunda [https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=0jbvYsE3YPA], se resolvió con el fusilamiento de sus dos cabecillas militares allí destacados –dentro de una estrategia mayor que tuvo su punto culminante en el Pacto de San Sebastián de 1930–, los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández; y, posteriormente, trajo más muerte y destrucción antes, durante y después de la contienda civil.

Y es que los “mandamientos republicanos” (1. Amar la justicia sobre todas las cosas; 2. Rendir culto a la dignidad; 3. Vivir con honestidad; 4. Intervenir rectamente en la vida política; 5. Cultivar la inteligencia; 6. Propagar la instrucción; 7. Trabajar; 8. Ahorrar; 9. Proteger al débil; y, 10. No procurar el beneficio propio a costa del perjuicio ajeno) aprobados en Guadalajara en 1931, son en realidad incompatibles con un mundo en el que se pretende la preeminencia del factor trabajo sobre el capital y la eliminación de los privilegios de cuna. En definitiva, la plena igualdad y libertad de sus ciudadanos.

Si a ello añadimos que en España contamos con verdaderos “refascistas” (término, en mi opinión acertadísimo,  acuñado por ese gran periodista del Diari de Girona que es Albert Soler y que se traduce por aquellos que “con la excusa del fascismo tienen actitudes fascistas”) [https://www.diaridegirona.cat/opinio/2021/02/08/pais-lliure-dels-refeixistes-48631865.html], una pléyade de “nazionalistas” (con “z”, recordando al añorado Paco Frutos) que han surgido como champiñones a la vera de las instituciones autonómicas, para exprimir la ubre de los recursos públicos a su antojo, y con el apoyo de las oligarquías regionales poner en un brete a la nación cívico política que es España anteponiendo sus intereses particulares y su visión identitaria del mundo… el asunto se complica hasta cotas insospechadas para los más pesimistas que vivieron en primera línea el último proceso constituyente.

Por ello es tan necesaria la confluencia de las fuerzas republicanas españolas -fundamentalmente, de la izquierda; pero, acogiendo en su seno en un frente amplio a liberales y a federalistas-; las críticas con la deriva posmodernista a la que nos ha abocado la vía podemita y, a su vez, con el “socialismo oficial” tan connivente con aquellos refascistas como despreciativo, como hemos podido comprobar recientemente, con los que pese a defender una causa justa (pongamos que hablo del pueblo saharaui) no les resultan útiles para mantenerse en el poder

Ya se han dado pasos desde Madrid con el think tank que representa El Jacobino o, desde Barcelona, con el alumbramiento de la Alianza Republicana de la Izquierda de España (AIREs). Dos iniciativas que van en el buen camino para cerrar, adecuada y definitivamente, la Transición democrática española. Se lo debemos a Galán, a García Hernández, a la mujer, a los anarquistas, a los Brigadistas Internacionales, a los fusilados por el franquismo, a los exiliados muertos en tierras lejanas, a los que vivieron en sus carnes la relegación y la muerte civil con el franquismo y después, en las taifas nazionalistas a las que he hecho alusión…; pero, sobre todo, a la inteligencia, a la razón y a nosotros mismos, como ciudadanos, como trabajadores y como pueblo. ¡Vamos a por la Tercera!

“La Virgen del Pilar dice

Que no le gusta la monarquía.

Que quiere ser republicana

Como Galán y García”

(Copla popular)


Fuente → elpapel.es 

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