"Se ha intentado crear una imagen de macrooperación para tildar al antifascista de radical y violento y el neonazi de persona aficionada"

Guillem Sendra, uno de los antifascistas encausados ​​en Pego

"Se ha intentado crear una imagen de macrooperación para tildar al antifascista de radical y violento y el neonazi de persona aficionada"  / Ester Fayos

Se define a sí mismo como un proletario. A sus 24 años, el campo y la fábrica han sido los dos espacios de trabajo donde más a gusto ha desarrollado su trabajo. Trabajaba en una carpintería metálica de Pego (Marina Alta), hasta que la pandemia lo dio la vuelta todo y rescindieron de su contrato. En un tiempo récord, se produjo un paro casi absoluto del sistema económico, pero Guillem Sendra no podía parar. Tenía que mantener la cuerda floja en la que se sostenía, y aceptó una oferta de trabajo como repartidor de Amazon. "Pensé que, si nos confinaban, podría seguir trabajando", cuenta. Hace justo una semana la multinacional le despidió, por algún motivo que desconoce, aunque se aventura a intuir: "Coincide cuando se enteran de lo que me ha pasado y que habíamos organizado la concentración de apoyo". Sendra es uno de los catorce jóvenes antifascistas encausados ​​para movilizarse contra la presencia de miembros del grupo ultra gandiblues —marca que reúne a seguidores del Club de Fútbol Gandia— en Pego, el 18 de octubre de 2020. Ahora, la Fiscalía les pide penas que lleguen hasta los nueve años y dos meses de cárcel, por los delitos de desórdenes públicos, atentado contra la autoridad, lesiones leves y amenazas. Conversamos con él sobre lo ocurrido, las peticiones del fiscal, la persecución del movimiento antifascista y la impunidad del fascismo.

¿Qué te lleva el 18 de octubre de 2020 a movilizarte a las puertas del campo de fútbol de Pego?

Durante esa mañana, el vecindario vio la impunidad fascista por las calles de su pueblo. Ese día acababa de jugar un partido de fútbol, ​​entré en el WhatsApp y me entero de que un grupo de nazis estaba en el pueblo, ensuciándolo con pegatinas, marchándose de ciertos lugares sin pagar, haciendo enaltecimiento del fascismo… Siente una cierta rabia, impotencia y miedo, por ejemplo, de ir a hacerte el café en el bar de tu calle y encontrarte con esa escoria nazi. Entonces, de forma totalmente espontánea, con el objetivo de dar una respuesta popular y antifascista, poco a poco, vemos como la plaza del paseo Cervantes, frente a la puerta del campo de fútbol, ​​va llenándose de gente para denunciar la presencia de nazis en el pueblo y, después, en el estadio.

¿Qué ocurre durante la concentración? 

“Entendemos que se ha intentado crear una imagen de macrooperación para tildar al antifascista de radical y violento, y el neonazi, quien realmente actúa de forma violenta y provocadora, de persona aficionada. Hay una doble vara de medir” 

Cuando vemos que los nazis pueden entrar en el campo de fútbol, ​​entendemos que existe una cierta connivencia con ellos o una normalización de los comportamientos fascistas que se habían dado desde el mediodía. Debería haberse actuado desde primera hora siguiendo lo que dice la ley valenciana de memoria democrática , que prohíbe estas actitudes. En cambio, el protocolo que se sigue es dejar entrar a los nazis en el campo para que no haya una batalla campal fuera, mientras que nosotros nos quedamos en la puerta protestante, gritando consignas y denunciando la impunidad del fascismo. Su argumento es que por seguridad, por tenerlos controlados, les dejan entrar, pero después nos damos cuenta de que algunos nazis que tenían antecedentes estaban fuera. El problema lo vemos cuando la consecuencia de una protesta puede superar la causa que origina ésta.

El 18 de febrero se celebró una multitudinaria concentración solidaria en Pego |David Mengual

Esa misma noche la Guardia Civil inicia una investigación y redacta el informe de los hechos, que no ha estado exento de polémica. Se hacen constar presuntas agresiones contra seis agentes y daños contra el material antidisturbios por parte de asistentes a la manifestación. ¿Cómo valora el informe?

La investigación tiene un claro trasfondo político. En el informe, la Guardia Civil denomina a los neonazis como “aficionados del Gandia”, en cambio, dice que nosotros nos autodenominamos “grupo antifascista”, simplemente, por las consignas que cantábamos, como “Aquí estamos los antifascistas”. Pero, realmente, aunque sí algunos vínculos, ninguno de los encausados ​​tenemos una militancia fortalecida en el antifascismo. Por tanto, entendemos que se ha intentado crear una imagen de macrooperación para tildar al antifascista de radical y violento, y el neonazi, quien realmente actúa de forma violenta y provocadora, de persona aficionada. Hay una doble vara que medir. Se intenta dar un castigo ejemplificador de cara al movimiento antifascista y los movimientos populares y se ejerce una connivencia sistemática del fascismo con las instituciones.

En detuvieron tres semanas después de los hechos y te llevaron a dependencias de la Guardia Civil en Calpe. ¿Cómo fue la detención?

Las detenciones fueron totalmente injustificadas e innecesarias. Primero, porque la investigación ya había llegado al juzgado de instrucción y, por tanto, el envío de una carta notificada para ir a declarar al juzgado hubiera servido y nos hubiéramos presentado. Y segundo, por cómo sucedieron. En mi caso, me estaban esperando en las puertas de casa. Vivo en el campo con mi madre y estaban esperándome en una calle donde sólo cabe un coche. En el momento en que ponga la marcha, abren la puerta; ya no podía pasar y me detienen delante de mi madre. Otros compañeros fueron detenidos en la universidad o delante de sus padres y del vecindario. Fueron detenciones con un claro intento de criminalizar a los jóvenes y de mostrar al pueblo de Pego que éramos el problema.

¿Cómo fue el trato recibido durante la detención?

Lo vivimos de una manera muy fuerte, porque la Guardia Civil es quien viene a por nosotros y, al mismo tiempo, quien nos acusa [tres guardias civiles ejercen la acusación particular]. De camino al cuartel se oyen comentarios como: “No pides de pie cuando has pegado a guardias civiles”. No, perdona, eso debe demostrarlo un juzgado. Entendemos que el trato en las comisarías y cuarteles de la Guardia Civil nunca es bueno. Las prácticas son de abuso de poder, de intimidación o de intentar amedrentar.

Fiscalía pide penas que lleguen hasta nueve años y dos meses de prisión, en el caso de la más elevada. En todos los presuntos delitos fija casi la pena máxima que se puede solicitar. ¿Te lo esperabas?

No, esperábamos años de cárcel, porque en el momento en que te acusan de atentado sí es más grave, pero me esperaba una multa más elevada y no años de cárcel tan desorbitados.

Por otro lado, Fiscalía añade varios agravantes en las acusaciones. ¿Qué valoración haces de todo esto? ¿Ves un componente ideológico?

Sí, sobre todo, un intento de castigo ejemplificador de cara a la lucha antifascista en las calles.

Guillem es una de las catorce personas encausadas por la policía | David Mengual

¿Te sientes un represaliado político?

Sí. Entendemos que es un caso político por el simple hecho de que si nosotros fuéramos hooligans de Pego, no estaríamos hablando ahora mismo, no se habría iniciado un proceso tan grande. Todo habría quedado en una pelea. Cuando dentro de las luchas existe un componente político, intentan frenarlo y apartarlo, porque no interesa.

No es la primera vez que se abre un proceso judicial contra antifascistas para hacer frente al fascismo. Encontramos un caso similar en Zaragoza, con los seis antifascistas condenados por movilizarse contra Vox. ¿Existe un cordón sanitario o una especie de pacto no escrito entre las élites contra la lucha antifascista? ¿Por qué? 

“Somos catorce jóvenes con catorce vidas condicionadas por una movilización digna y espontánea, mientras que las instituciones del Estado protegen a los fascistas. No es la primera vez ni será la última” 

Claro, existe una clara connivencia en las calles y en las instituciones. Se está normalizando el discurso fascista, los mensajes intolerantes, xenófobos… porque es lo que les interesa. Normalizar el fascismo es un paso atrás, pero entendemos que las estructuras del Estado español nunca han realizado una depuración total de las instituciones ni de estas conductas o actitudes. Es una práctica sistemática de todo el Estado. Somos catorce jóvenes con catorce vidas condicionadas por una movilización digna y espontánea, mientras que las instituciones del Estado protegen a los fascistas. No es la primera vez ni será la última. Por eso, vemos necesaria la unidad antifascista en todo el Estado español.

¿Desde dónde imaginas que se puede derrotar al fascismo?

Los colectivos antifascistas deben trabajar para crear una clase trabajadora de carácter antifascista y que esté preparada para todos los problemas que conlleva esta ideología. Es muy importante crear esa comunidad en lucha, esa unidad antirrepresiva, de acción y solidaridad en casos como el nuestro. Pero combatir el fascismo también implica a la educación, los medios de comunicación, los partidos políticos, que deberían posicionarse claramente… Implica a toda la sociedad. El grave problema está en la transición. Los fascistas no pasaron de la noche a la mañana a ser demócratas, sino que los demócratas asumieron el fascismo dentro de las instituciones y son éstas las que pueden controlar los medios de comunicación. Es importante recalcar que existe una ley de partidos que puede ilegalizar algunas formaciones, mientras que a Vox o el PP no llegan a ilegalizarlas.

El viernes 18 de febrero, y no fue la única, se convocó una concentración en la plaza del Ayuntamiento de Pego. Cientos de personas asistieron para pedir su absolución. ¿Cómo te sientes con todo el apoyo que está recibiendo y la campaña de solidaridad desplegada? 

"Los fascistas no pasaron de la noche a la mañana a ser demócratas, sino que los demócratas asumieron el fascismo dentro de las instituciones" 

Somos catorce encausados, catorce experiencias y catorce pensamientos distintos. En mi caso, me siento fuerte al ver la plaza llena y ver todas las muestras de solidaridad. Sin embargo, hay compañeros que están sufriendo ansiedad, que ven su vida condicionada por un proceso judicial como éste, aunque claramente el calor de la gente y las muestras de solidaridad nos fortalecen y nos empoderan. No debemos abandonar la campaña de denuncia pública y política de las desproporciones de las peticiones, de la criminalización en los procesos judiciales y, sobre todo, la impunidad del fascismo.

¿Cómo está afectando este proceso en los diferentes ámbitos de la vida?

Cuando recibes esa notificación ves tu vida condicionada durante tus próximos tres o cuatro años, pero tampoco tienes una visión a largo plazo. Día a día vas superando todos los obstáculos que van saliendo, como el del dinero. Este martes debemos pagar entre 600 y 700 euros por cabeza. Entonces, no pienso en otra cosa que en cómo consigo ese dinero que no tengo. Condiciona mucho tu vida laboral, tu formación, todo. En el ámbito familiar, tener a la familia a tu lado ayuda mucho. Yo la tengo y la mayoría de los encausados ​​también. Esperamos que todo represaliado político nunca se sienta solo. Esto es imprescindible.

¿Qué te planteas que pueda ocurrir?

Nosotros queremos negociar con Fiscalía. Estamos siguiendo todos los pasos que tocan, como puede ser ahora pagar la responsabilidad civil. Esperamos que las peticiones de prisión caigan y que se queden en lo mínimo, que sería un año para no entrar en prisión. Nuestra intención es buscar ese pacto.


Fuente → directa.cat 

banner distribuidora