Por qué España tendrá Rey hasta el fin de sus tiempos como Nación. Lo Arcaico de los Ejércitos Nacionales Modernos / Pablo Heraklio
Para
 muchas personas las derivas geopolíticas, bandazos políticos y 
decisiones tanto al interno como al externo son producto de una niebla 
de guerra producida por el maremagnum de fuerzas e intereses 
contrapuestos que conforman las relaciones institucionales. 
España
 es un jugador regional que puede ser ejemplo de tal confusión. Sin duda
 tres son las mayores paradojas a las que se enfrenta cualquier 
analista: apoyo a Marruecos , apoyo a los golpes de estado 
antidemocráticos en Sudamérica y protección a la corona. Hoy vamos a 
desentrañar
Juntemos las piezas:
1
 El rey jurídicamente es inviolable, sus actividades son consideradas 
fuera de la ley (privilegio, privado de la ley), ya que el que es 
sancionable y dentro de la legalidad es el Presidente del Gobierno. 
Artículo 56.3 Constitución Española: "La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad..." 
 
2 El rey comanda los ejércitos, pero no garantiza la constitución: 
Artículo 62 Constitución Española: Corresponde al Rey: h) El mando supremo de las Fuerzas Armadas. 
3 Son las 'Fuerzas Armadas', comandadas por sus generales, no el 'Rey', las que garantizan los intereses de la organización establecida en la Península Ibérica y conocida como Estado Español y la constitución:
Artículo 8.1 Constitución Española: Las Fuerzas Armadas, ..., tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional".
Artículo 8.1 Constitución Española: Las Fuerzas Armadas, ..., tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional".
Es decir, a pesar de que el Rey decidiera no intervenir, las Fuerzas Armadas tienen una Misión. Los nuevos misioneros.
Esto
 tiene su miga, ya que, aunque aparentemente es solo un matiz, es 
meridiano: el rey no manda a las Fuerzas Armadas en general, solo un 
ente conocido como 'Mando Supremo de las Fuerzas Armadas'. Esto implica 
que no puede dar órdenes a la tropa, aunque se las de, sino solo a los 
generales que se quieran ubicar bajo el paraguas del 'Mando Supremo'. Se
 puede considerar entonces que la adhesión de los generales no es 
incondicional, sino condicionada a su concepto personal o colegiado de 
España.
Notar que son los generales del ejército los que proponen al Ministro de Defensa. Este ejerce una tarea no de  elemento sancionador, como correspondería en una democracia, sino como portavoz,
 como ocurre en un Reino. A su vez, y de forma similar a como se escogen
 los vocales del Consejo General del Poder Judicial, los generales 
escogen a su Jefe de Estado Mayor de Defensa JEMAD, que es 
refrendado por el Presidente del Gobierno. Desconocemos qué sucede 
cuando el JEMAD es impuesto al Estado Mayor por el presidente o si ha 
sucedido.
4 Los Comandantes de las Fuerzas Armadas atienden a dos tipos de intereses: geopolíticos y estatégicos, pero también coyunturales.
 Cualquier ejército orgánicamente, estratégicamente, necesita vías no 
oficiales/clandestinas, para mantener la seguridad de sus actividades y 
suministros; estrategia doctrinalmente establecida en la estrategia 
estadounidense conocida como "Contrainsurgencia y Guerra no convencional". Este es el punto de coyunturalidad de cualquier ejército.
5 España es el séptimo exportador de armas del mundo lavanguardia.com 18.1.2021
Esta es una propina: informe50 dic 2021 centredelas.org
6 El negocio de la Guerra: El rey vehiculiza desde su impunidad eficientemente las necesidades estratégicas de las Fuerzas Armadas.
 La estrategia militar y de relaciones exteriores mantenidas por los 
Generales está amparada por la figura del Rey que, primero como secreto y
 después como inviolable, media en los negocios estatales lícitos e ilícitos pero considerados estratégicos. No es amor lo que tienen los generales del ejército al rey, es interés. 
Este interés se paga bien:
7 El Interés Nacional viene marcado tanto por los intereses geopolíticos
 como por los coyunturales. Estas son líneas estratégicas generales que 
todos los gobiernos, nacionales, internacionalistas, nacionalistas o 
socialistas siguen manteniendo.
De la naturaleza arcaica de los 'Ejércitos Nacionales' modernos
La gestión de un Ejército es la gestión de un Estado dentro del Estado,
 con sus propias estructuras, regiones, leyes y reglamentos. Cuando 
analizamos su funcionamiento intrínseco nos damos cuenta de que las 
lógicas no funcionan: envío de armas a supuestos enemigos, defensa de 
intereses contraproducentes o perjudiciales. Estamos leyendo las instrucciones en el idioma equivocado. 
La lógica que subyace en el ejército español es más parecida a las reglas de Servidumbre basadas en el Usus, Fructus y Abusus como se recoge en el Derecho Romano
 que en la Propiedad Privada y Mercado Libre de los tiempos actuales. Lo
 más parecido que puede haber a la introducción del liberalismo en los 
estados nacionales es la nube de contratistas y ejércitos mercenarios 
que pueblan el ecosistema bélico. Estas son fuerzas auxiliares, y salvo 
en estados menores, no son capaces de suplantar a los ejércitos 
nacionales.
Este anacronismo estructural
 es característico y generalizado en todos los ejércitos nacionales 
modernos, incluído el Soviético en sus tiempos, y lastra la comprensión 
tanto de las relaciones internas como de las relaciones geopolíticas 
internacionales. Los ejércitos nacionales siguen manteniendo estructuras
 organizativas arcaicas porque se adaptan mejor a sus Misiones, como la 
nombra la Constitución Española. Bajo este supuesto, que contradice 
cualquier lógica esgrimida hasta en sus propios tratados, los ejércitos solo pueden ser técnicamente modernos, pero no organizativamente.
Esta
 necesidad organizativa también a lastrado a las organizaciones 
revolucionarias, explicando cómo se han podido desarrollar 
autoritarismos a partir de movimientos populares de liberación e incluso
 democráticos. Nada más fácil.
Conclusiones
Con privilegio se congrega en torno a las capacidades estratégicas político-militares del rey todo tipo de sátrapas y vividores. La presente Guerra de Ucrania, y en general los conflictos armados, solo pueden reforzar tanto al Rey como a la Corona. Su sino es el conflicto.
Sin privilegio e impunidad la figura del rey sería irrelevante y acabaría en la cárcel o el exilio
 ante el aluvión de causas pendientes, como ha sucedido, pero se 
mantendrían las necesidades estratégicas de las Fuerzas Armadas. No existiría cambio sustancial en las políticas.
Las
 condiciones geopolíticas están fuertemente establecidas, incluso 
secularmente. Sin embargo las condiciones coyunturales permanecen en 
constante cambio. Cualquier tipo de intervención debe ser dirigida a 
cambiar eficientemente estas condiciones si quiere modificar el contexto
 geopolítico o pretender una Revolución.
En
 clave nacional es ejército el que mantiene la estructura geopolítica 
del estado inamovible desde hace más de 200 años, mientras que son las 
fuerzas políticas, económicas y sociales las que cambian con mayor 
velocidad. La acción política está condicionada por la acción económica y
 social. La institución de una república podría afectar a las funciones 
del ejército, pero en último término no a la lógica detrás de la 
geopolítica y necesidades coyunturales, que traerian de retorno las 
viejas políticas. La situación económica actual está marcada por la 
incertidumbre: un cambio de era y una sucesión de crisis que tenderán a 
la acomodación de las nuevas circunstancia conforme a planes ya establecidos.
 Las crisis son momentos de cambios, pero los suministros y funciones 
del ejército tenderán reacomodar a sus prácticas cualquier alternativa 
económica. La situación social es la más fácilmente influenciable, ya 
que en último término se mueve por necesidades inmediatas, las cuales 
pueden afectar a las estrategias a largo plazo cuando no son 
satisfechas.
En cuanto a los esfuerzos 
revolucionarios por cambiar las sociedades y alejarlas de la barbarie, 
si la situación geopolítica condiciona la política interna, no se puede 
pretender un cambio de paradigma en una región sin abordar este 
problema. Cualquier cambio pretendido en terreno propio debe coordinarse
 con una acción en la región entorno que lleve al cambio de interés 
geopolítico de todo el área.

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