“Cada metro de trinchera representa la vida de un camarada”
Dice el refrán que todo sirve para algo, y que en el peor de los casos, lo que parece que no sirve para nada, sirve también para saber cómo no hay que hacer las cosas. Esa ha sido la sensación después de visitar la “recuperación” de las trincheras de los Castillejos de Montanejos, una actuación realizada por el Ayuntamiento de Montanejos (Castellón) subvencionada por la Conselleria de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica en el marco de la puesta en valor de los lugares de la memoria. Sinceramente, nos ha decepcionado, tanto por la forma como por el contenido.
Lo primero que nos ha llamado la atención, es que aunque se inauguraron oficialmente el pasado 25 octubre, a fecha de hoy, todavía no cuentan con ninguna señalización en el punto desde donde arranca su acceso en la carretera Montanejos-Puebla de Arenoso, común a otros senderos ya señalizados. En la web oficial de la Fundación de Turismo de Montanejos, tampoco encontramos ninguna mención. Ni tan siquiera dentro de la Senda Cinglo de Los Castillejos en el apartado de “Senderos” encontraremos nada. Es decir: se ha hecho un trabajo, pero después no se hace accesible porque no se señaliza ni se indexa, cosa por desgracia muy extendida cuando las cosas no se hacen bien, de manera poco profesional o buscando la foto fácil. Tratándose de un Ayuntamiento como el de Montanejos que vive del turismo, nos parece aún más grave que no apueste por la calidad del mismo, de manera que si queremos visitarlas tendremos que buscar: senda Cinglo de los Castillejos.
Apenas iniciamos desde la carretera la subida señalizada como “Cinglo de los Castillejos”, a 100m tomamos una bifurcación a la izquierda, que atravesando un pinar, enseguida nos lleva a la señal y a la mesa de interpretación, que ya en las trincheras, nos indica “Trincheras de la Guerra Civil Línea del Mijares 1938”. Echamos en falta algún poste de seguimiento que como su nombre indica, dé la seguridad-tranquilidad de que se va por el camino correcto.
Hacia el noroeste, en las que están excavadas en la roca, sí que parece que se haya hecho faena, aunque en unos cuantos puntos no se ha profundizado hasta llegar a lo que se conoce como “suelo de trinchera”, que es lo que pisaron quienes las defendieron. Así pues, pisamos sobre la colmatación sobrepuesta al suelo de la trinchera, donde se han dejado a la vista troncos de arbustos que no se han cortado a ras y que sin duda, representan un peligro para quienes las visiten. No es que hayan crecido después de la actuación -como por falta de mantenimiento pasa en muchas actuaciones-, es que no se han acabado de cortar. Por otra parte, no excavar hasta abajo y hacerlas ya visitables, es un riesgo importante por la posibilidad de que hubiese restos peligrosos enterrados.
Algunas tendencias en la arqueología recomiendan realizar una mínima intervención. Lo que pasa es que cuando esto sucede -y normalmente es en otro tipo de actuaciones- el trabajo viene inexcusablemente acompañado de unos paneles informativos que adviertan que, lo que se está viendo es el resultado de la colmatación de más de 80 años, pero que el estado original era otro, sobre todo respecto a la profundidad de la trinchera y a los muros de piedra que las remataban para su defensa. Aquí, en vez de un resistente parapeto a doble cara que por encima del nivel del suelo cubra al tirador, nos encontramos con unas piedras dejadas caer, sin más.
Cualquiera que no conozca nuestra historia -cosa por lo común muy extendida- se dirá al verlas que está claro por qué perdimos la guerra: unos fosos que en algunos tramos solo te cubren hasta la rodilla o menos; unos sacos terreros que parecen sacados de alguna coreografía de los geyperman; unas huérfanas piedritas que no aguantarían ni un tirachinas. No, así no, esa no es la manera.
¡Pero hombre!, mejor estarán así ahora, que no abandonadas como estaban antes, ¿no? Pues no, no es esa la cuestión.
La base de la recuperación y de la puesta en valor de los Lugares de la Memoria, no puede ser otra que la reconstrucción con la mayor fidelidad posible, de los lugares desde donde se defendió nuestro territorio transformado en fortaleza, aprovechando el conocimiento del terreno y su relieve. Para acometer este tipo de intervenciones, se hace preciso un riguroso trabajo de documentación sobre la “Fortificación de Campaña” y de investigación documentada sobre el contexto histórico de cada lugar. Dice una máxima que “quien conoce sus límites, no se verá superado por ellos”, por lo que igual que para cualquier especialidad, en esta, hay que contar con verdader@s profesionales experimentad@s con proyectos exitosos a sus espaldas que hablen de su buen hacer y celo profesional. No se trata de reducir este tipo de actuaciones solo a empresas experimentadas como es el caso de Arqueocas, pionera y puntera en este tipo de intervenciones en Castellón, sino de buscar los medios y colaboraciones necesarios para garantizar un buen trabajo desde el principio hasta el final.
Por último, en los contenidos de la mesa de interpretación aparecen algunas incorrecciones y/u omisiones. Es claro que el espacio en una mesa de interpretación es siempre limitado y que hay que sintetizar mucho o apoyarse en paneles de mayor tamaño, pero tratándose de una intervención centrada en la recuperación y puesta en valor de los Lugares de la Memoria Democrática, es preciso poner en valor la defensa del territorio por el Ejército Popular de la República.
En particular, en el mismo Montanejos, Castillo de Villamalefa, Zucaina y San Vicente, los combatientes republicanos lucharon tenazmente para impedir que pudieran cerrar la Bolsa de Mora en su retirada por Montanejos, como pretendía la orden de avance contra Zucaina del Estado Mayor del Ejército del Norte del 15 de julio.
Solo en uno de los combates del 18 de julio en el término de Zucaina, murieron 60 republicanos retrasando un día el avance contra San Vicente y por lo tanto, contra Montanejos. Lo mismo ocurrió el 16 de julio en el Castillo de Villamalefa y en las posiciones de La Jara que lo defendían. Castillo de Villamalefa fue una de las pocas poblaciones en las que los sublevados no tuvieron cobertura de artillería y fue tomada al asalto, como detalla García Valiño en sus memorias. Solo en Zucaina, hasta la fecha, tenemos documentados cinco combates:
El 16 de julio por la tarde-noche, a las afueras de la población, con fuego de morteros y ametralladoras es repelido el avance que obliga a los Flechas Negras (Frecce Nere) a retrasar el asalto al 17; en ese mismo día 17, al oeste de Zucaina ya en dirección Montanejos, tuvo lugar el combate más duro, por el que el Iº Batallón Monte Jata del Iº Regimiento de los FN, fue condecorado con la medalla colectiva por las operaciones en Castillo de Villamalefa y Zucaina entre otros méritos de guerra; el mismo 17 por la tarde, las posiciones Republicanas de Zucaina próximas al término de San Vicente, bloquean el progreso de los Flechas Negras que tienen que retrasar su avance contra San Vicente al 18 de julio, día en que se producen dos combates más: el que ya hemos detallado con el resultado de 60 combatientes republicanos muertos, y otro en La Ermita de Santa Ana. Esto solo en Zucaina, porque los combates se extendieron por toda la comarca, aunque si hiciéramos caso de lo hasta ahora publicado -como en la mesa de interpretación de Montanejos- la guerra pasó de largo y fue un paseo en barca para los atacantes sublevados, aunque los Flechas Negras enterrados en los cementerios de Zucaina y Montanejos dicen otra cosa.
No es hasta el 19, cuando los FN atacan y ocupan definitivamente San Vicente después de vencer la resistencia republicana, avanzando a continuación contra Montanejos, uniéndose al resto de tropa italo-española que progresa por la pista Zucaina-Montanejos. Para entonces, todos los camiones y el grueso de la tropa republicana ya ha pasado por el nudo de puentes de Montanejos (Puebla de Arenoso-Montanejos, Montanejos-Zucaina, Montanejos-Montán). No sólo los que venían desde Zucaina, San Vicente y Cortes de Arenoso, sino también las unidades de la llamada Bolsa de Mora.
Esos tres puentes, junto al viaducto adosado al de Montanejos-Montán serán volados, con lo que las tropas sublevadas tendrán que vadear el Mijares para ocupado Montanejos, continuar avanzando contra Montán.
Con la toma prematura de Montanejos pretendían cerrar la Bolsa de Mora, y cortar la retirada, lo que hubiera significado un desastre. No lo consiguieron, porque avanzar desde Castillo de Villamalefa hasta Montanejos les costó cuatro días. Fue gracias a la resistencia de las posiciones de Castillo de Villamalefa, Zucaina, San Vicente y Montanejos que retrasaron lo suficiente el avance franquista y de sus lacayos italianos, como para que no tuvieran éxito.
La parte que se ha recuperado de las trincheras de Los Castillejos de Montanejos, más que estar orientadas al puente, lo están hacia lo que es ahora el polideportivo, lugar por donde vadearon los FN el Mijares.
El tramo de trincheras de los Castillejos sobre las que el Ayto. ha intervenido, son solo una pequeña parte de las fortificaciones defensivas republicanas que se encuentran en el término de Montanejos.
Hay quienes podrán pensar que esto son solo batallitas. Para nosotr@s no, nada más lejos.
Quienes dirijan estos trabajos de recuperación de los Lugares de la Memoria Democrática con financiación pública, deben de tener el debido respeto a estas construcciones, porque son los lugares donde los soldados republicanos se jugaron la vida y en muchas ocasiones, la perdieron defendiéndolos. Son los lugares que nos enseñan la valentía de un pueblo que no se dejó doblegar, porque hicieron falta tres ejércitos -sublevados, Italianos y alemanes- y tres años, para someterlo, y aun así, sus ideales de libertad, nunca fueron derrotados. ¡Honor y Gloria!
Fuente → loquesomos.org
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